Las valoraciones que los demás hagan de nosotros son importantes, es posible que incluso nos hagan sentir una persona segura.
Sin embargo, en la edad adulta, el depender totalmente de ellas no es saludable, pese a que en las etapas tempranas de nuestra vida nos ayuden a configurar nuestra autoimagen, o lo que somos ante nuestros propios ojos.
Comenzamos a conocernos y determinar quiénes somos, en parte gracias a esas valoraciones que hemos recibido. No obstante, cuando somos adultos, aprendemos a seleccionar las valoraciones que nos resultan útiles y a desechar las que no necesitamos, ello con el fin de aprender a vivir una vida positiva.
Esta es otra de las habilidades que necesitamos para poner en marchar nuestro desarrollo personal y la convivencia.
A medida que pasa el tiempo, la imagen que tenemos de nosotros mismos, y la que tienen los demás, se van conectando hasta relacionarse íntimamente. Lo conveniente es que estas dos imágenes se asemejen lo más posible.
En las siguientes líneas te comentaremos sobre la importancia que tienen las valoraciones positivas que los demás nos expresan: los cumplidos.
Los cumplidos son regalos
A la mayoría de las personas nos resulta agradable cuando los demás nos valoran de forma positiva alguna de nuestras cualidades. Esto nos hace sentir bien, e incluso puede ayudarnos a sentirnos mejor respecto a nuestra autoestima y nuestra confianza.
En este sentido, los cumplidos resultan útiles para nosotros, ya que nos aportan algo positivo que podemos creer, y si estamos o no de acuerdo con dicha valoración, lo menos que podemos hacer es aceptarla y expresar agradecimiento.
Saber aceptar un cumplido y controlar la medida en la cual este influirá en nosotros es vital. Es decir, no debemos dejarnos llevar por la euforia hasta el punto de convencernos que somos la quintaesencia del planeta, pero tampoco debemos restarle todo el valor. La virtud residirá justamente en el equilibrio.
Los cumplidos son regalos y debemos recibirlos. Si nos dicen cosas positivas y llegamos a contradecir, esto puede causar un efecto frustrante en quien nos otorga ese regalo.
Además de ser injustos con nosotros mismos, por no aceptar esa buena valoración, también estaremos desmereciendo el criterio que esta persona nos dirige y le restamos valor a su opinión.
Aceptar los cumplidos, una vez que alguien nos lo expresa, es bueno para nosotros y también para el otro, pues esto contribuye a mejorar nuestra convivencia con los demás.
¿Cumplido o adulación?
Otra de las habilidades que necesitamos desarrollar es aprender a distinguir cuando alguien nos hace un cumplido, o cuando se trata de una mera adulación. Esta última puede resultar agradable en muchas ocasiones, pero no tiene el mismo significado de un cumplido, y la verdad, vale mucho menos.
Para hacer una distinción entre ambos, podríamos recurrir a estas dos formas:
1. Cuando la valoración no guarda correspondencia con un aspecto nuestro que podamos verificar, o ya sabemos que quien nos la dirige, miente.
Esto puede resultar fácil, pues imaginemos que hemos colocado pimienta, por error, a unas galletas, y alguien nos dice que están deliciosas, y minutos antes todos los invitados te han comentado que te habían quedado fatales. Obviamente habrás desenmascarado al adulador. Ahora sólo te falta conocer sus intenciones. ¡Enhorabuena!
El hecho que resulten contradictorias las valoraciones puede ser un indicador que una persona pretende ganarse nuestra simpatía con algún propósito.
El mundo está lleno de diversidad, y existen gustos para todos. Sin embargo, al final, quien sabrá si las galletas le gustaron realmente, y si estaban deliciosas o no, eres tú. Solamente tú podrás darle crédito a una opinión.
2. La persona de quien viene.
Así como tropezarás con personas que te dirán cumplidos, también te encontraras con quienes te adulen, de manera desmesurada.
Es posible que algunas aduladores tengan buenas intenciones, tales como hacer sentir a las personas a su alrededor. No obstante, también puede suceder que no tengan buenas intenciones, sino que deseen manipularnos para su beneficio, es decir, forzar nuestro comportamiento conforme a sus deseos.
Debemos observar a la persona que hace la valoración para conocer qué desea obtener a partir de ello, si tiene un precio, como el de ganarse nuestra confianza por algún motivo.
La primera ley es que quien nos realiza un cumplido, lo hace sin esperar algo a cambio, sino que sólo nos expresa su opinión favorable. En cambio el adulador sí espera algo de ello, y esta es la mayor diferencia.
Cumplidos de mal gusto
En otro contexto, también podemos tropezar con opiniones que aparentemente son cumplidos, pero en realidad no lo son, sino que más bien constituyen expresiones soeces que, en lugar de hacernos sentir bien, nos hacen sentir repulsión y malestar.
Un ejemplo de ello puede ocurrir cuando alguien exalta públicamente alguna parte de nuestra anatomía, sin tener el más mínimo sentido del respeto. Sin duda que esto es molestoso, y quien lo hace ya conocerá sus motivos….
Cuando hablamos de las valoraciones positivas de los demás, no es fácil ya que muchas veces cometemos el error de tomar una adulación por un cumplido, y también viceversa. Pues, podemos considerar que alguien nos falta el respeto cuando en realidad esa no es su intención.
En resumen, esta es otra de las habilidades que nos caracteriza y que debemos ir perfeccionando con la práctica. Será de gran utilidad en nuestras relaciones cotidianas.
Cuesta poco regalar una palabra amable
De nuestro lado, vale la pena preguntarnos: si observamos algo bueno en los demás, ¿no sería lo mejor hacérselo saber?
Es posible que los demás no requieran ni de palabras, sino que con una mirada o algún gesto, como una amable sonrisa, sea suficiente. Esto no cuesta nada y lo mejor será que podremos alegrarle el día a alguien.
Además de ser agradecidos, es hermoso cuando somos generosos con otras personas; podremos sentirnos bien y, tal vez, contribuir a construir u entorno más agradable y armónico para todos.
Photo Credit: Cumpleaños via Shutterstock
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