Allá por 1937, Freud planteaba tres tareas imposibles: gobernar, educar y psicoanalizar. Sin embargo, hoy, 80 años más tarde, podemos decir que esa imposibilidad no las hace menos practicadas, por el contrario están en pleno auge. ¿Será entonces que cuanto más imposible la tarea, mayor resulta su popularidad?
Ahora bien, ¿qué implica asumir lo imposible? Para Freud, por ejemplo, significó el nacimiento del psicoanálisis en relación con la falla del discurso médico: allí donde nada se podía hacer con el malestar de las histéricas, Freud pudo escuchar que había un deseo inconsciente detrás de los síntomas. Escuchó lo que la medicina no escuchaba…En fin, su teoría psicoanalítica arrojó luz sobre el funcionamiento de la psiquis humana.
Después de casi 20 años de docencia y estudiando actualmente psicología me cuestiono si es posible educar el inconsciente, si educar implica construir el inconsciente, si el inconsciente activa la necesidad de aprender y por sobre todas las cosas, lo que más me preocupa es, considerar el fracaso escolar como un síntoma de nuestra época…
Sabemos que no todo problema escolar implica un síntoma. Si el problema involucra métodos o contenidos, desde la pedagogía podría resolverse. Sin embargo, si existe “algo” que insiste en manifestarse constantemente, entonces estamos ante la presencia de un malestar inconsciente que no podrá ser solucionado desde lo pedagógico. Ese malestar insiste por manifestarse y por ser escuchado… Cuando los docentes escuchamos frases como: “es más fuerte que yo”, “no me da la cabeza”, “le juro que quiero pero no puedo”, “no quiero estudiar más” o “no sirvo para nada”, debemos entender que quien nos está hablando es el inconsciente.
Los procesos pedagógicos se encuentran atravesados por la vida psíquica del ser humano, por sus deseos inconscientes, por una falta que nunca se llega a colmar, por el malestar de la cultura como decía el mismo Freud, por la compulsión de repetición inherente a nuestro aparato anímico, y por la hostilidad frente a la ley (en este caso ejercida por el maestro o profesor).
Por lo tanto, es sumamente importante que el docente comprenda que la agresividad es parte del ser humano y que se encontrará presente en los vínculos que se establecen con el otro. También se deberá tener en cuenta que la adquisición de conocimientos está íntimamente ligada al tipo de relación amor-odio que el alumno mantiene con sus profesores siendo ésta una relación transferencial donde el alumno recrea el vínculo con sus padres. Es entonces donde ese fracaso escolar se transforma en un intento de mostrar una verdad oculta.
¿Qué puede esconder el fracaso escolar? El fracaso escolar se puede dar como una inhibición intelectual, el niño o el adolescente no puede comprender o aprender y se constituye así el síntoma: “yo quisiera aprender pero no puedo”. Esa inhibición, ese deseo de nada, esa anhedonia impide la pulsión del saber y provoca una anorexia mental. Tanto es así que el fracaso escolar se constituye como el malestar de esta época escondiendo secretos de familia, padres abandónicos, huérfanos digitales, situaciones traumáticas, padres con perturbaciones mentales, entre muchas otras cosas posibles que explicarían esa conducta del alumno.
La pulsión de saber o epistemofílica tiene sus inicios con Freud de la mano del concepto de sublimación, al cual he hecho referencia en artículos anteriores. Freud relacionó la pulsión de saber e investigar con la pulsión de vida. Nuestro desafío como docentes será entonces saber transmitir en el aula nuestro propio deseo de saber y evitar que nuestros alumnos caigan en la trampa de la temida pulsión de muerte que busca provocar la caída del ser en ese afán de no saber, de no “existir”…
BIBLIOGRAFÍA
- FREUD, Sigmund (1914): Sobre la Psicología del Escolar.
- FREUD, Sigmund (1926): Inhibición, Síntoma y Angustia.
- FREUD, Sigmund (1937): Análisis Terminable e Interminable.
Photo Credit: Mente inconsciente via Shutterstock
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