miércoles, 2 de agosto de 2017

El trauma y la desconexión con nosotros mismos

mujer triste

Cuando hablamos de la palabra Trauma, no nos referimos a un término menor. El término proviene del griego que significa “herida”, en nuestro vocabulario es equivalente con los “golpes” o “choques”. En este caso, hablaremos de traumas en nuestras emociones.

El autor Wundt (1874) propone el concepto de sentimientos y emociones, las cuales presentan diferentes niveles de intensidad, cuyo ímpetu dependerá de las representaciones de aquellos estímulos externos que producen diferentes expresiones sintomáticas dependiendo de la cualidad, intensidad y formas que establecen un curso determinado.

De acuerdo a esto, podríamos plantear que situaciones externas a nosotros pueden generar una suerte de sentimientos y emociones en nuestro organismo y producir diversas formas de respuestas, por ejemplo, una situación como un accidente, muerte o violación producirá una serie de sentimientos y emociones como respuesta común y esperada, pero, ¿cualquier estímulo desencadena un trauma?

Ribot (1907) agrega contenidos al concepto, para él, las emociones están constituidas por “choques” que rompen con el equilibrio interno del sujeto. Es decir, la emoción siempre será el producto de algo que impacta en nuestro equilibrio, en este sentido, podríamos tener diferentes niveles de respuesta a los “choques” que cotidianamente pueden producirse y no necesariamente desarrollar una respuesta de tipo traumática, ¿por lo tanto, cuál es la diferencia entre el impacto a nuestro equilibrio y las reacciones de tipo traumáticas?

La respuesta la podemos encontrar en la actualidad, sin estar tan alejados de estas primeras construcciones teóricas. Para Benveniste (2001), la diferencia puede encontrarse en el concepto de crisis, para éste, la crisis psicológica ocurre cuando un evento de tipo traumático, desborda excesivamente la capacidad de una persona de manejarse en su modo usual, por lo tanto, nuestras respuestas de índole emocional no dependerán solo de aquello externo, sino que, el sujeto deberá comprender una sensación de “desborde” o “incapacidad” para producir finalmente una respuesta traumática o de crisis psicológica. Pero, ¿en qué momento se puede presentar esta sensación de incapacidad?

Encontraremos diversas explicaciones desde el concepto de estrés y afrontamiento, ya que el desarrollo del trauma dependerá no solo de las condiciones externas desagradables, sino de factores inherentes al sujeto como la percepción de ese estímulo y la comprensión que tenga de sus recursos y autonomía para responder o enfrentarlo. Autores más actuales como Gabor Mate (2017) plantea que la esencia del trauma se comprende por la desconexión con nosotros mismos, esta desconexión también puede funcionar como un mecanismo de defensa ante una percepción de estrés. Pero para este mismo autor, nuestra verdadera naturaleza es conectarnos con nosotros mismos, por lo tanto ¿cómo nos reconectamos?

El acompañamiento a otros

La Organización Panamericana de la salud (OPS) nos propone una serie de recomendaciones para acompañar personas que se encuentren atravesando una situación traumática:

  1. De forma individual mantenga una actitud de escucha, permita un ambiente de empatía para que pueda manifestar sus emociones. Haga lo posible para que la persona esté alejada de la situación o estimulo estresante.
  2. Hágala sentir que está acompañada, el contacto físico puede ser una opción si no está irritable o agresiva. El apoyo reduce el estrés y las personas pueden adquirir mayor sensación de capacidad.
  3. Ofrezca información, esta tendrá el poder de dotar de recursos a las personas para activar la solución de problemas y la toma de decisiones. Su objetivo será producir mayor autonomía.

El acompañamiento a nosotros mismos

Las Guías IASC sobre Salud Mental y Apoyo Psicosocial ofrece una serie de pautas como recomendaciones, estas serán constitutivas a las esferas de bienestar de todos los sujetos, su aplicación impactarán en la percepción del estrés y el establecimiento de recursos externos para disminuir los factores que puedan aumentar la reacción de estrés, para esto deberá:

  1. Establecer adecuadas formas de apoyo social, tanto familiar como profesional, identifique aquellas personas con las que usted siente que puede contar.
  2. Vuelva a la rutina tan pronto como sea posible, esto es entendido como la normalización de las actividades cotidianas.
  3. Realice actividades que para usted fomentan la relajación y distensión.
  4. Realice actividades recreativas, haga el esfuerzo para volverse a reintegrar a los espacios sociales.
  5. Si hay situaciones temidas, intente enfrentarlas de manera paulatina, de ser posible con aquella persona en la que usted confié, el evitar permanentemente solo alimentara el miedo y angustia.
  6. Consulte a un especialista en el momento en el que se sienta excedido.

El objetivo siempre será: recuperar el control, con esto, se podrá regresar al estado inicial de equilibrio.

La identificación de nuestros recursos de afrontamiento, emociones, redes sociales y fuentes de apoyo, nos permitirá comprender nuestras habilidades y mecanismos de resiliencia para el enfrentamiento de situaciones traumáticas, conectarse consigo mismo, implicará un conocimiento de sus limitaciones y alcances, no se exija, ni pretenda obtener soluciones inmediatas, recuerde que nuestra verdadera naturaleza es conectarnos con nosotros mismos, es decir, permita un espacio para comprenderse y reconocerse: el primer paso para la crisis es sentirse incapacitado y el primer paso para el trauma, es percibirlo como tal.

Photo Credit: Mujer triste via Shutterstock

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