viernes, 6 de abril de 2018

Las conductas violentas y sus consecuencias en la sociedad

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¨Él no respondió a mi llamada¨: así comenzó diciendo en una entrevista de televisión uno de los padres de las víctimas de la tragedia del 14 febrero. Al escuchar esa frase, vino a mi mente un montón de imágenes. Entonces no me quedó de otra que abrir mi laptop y comenzar a redactar este post.

Al escuchar atentamente lo que ellos narraban sobre el suceso y cómo les llegó la información de que su hijo era una de las víctimas, se me hizo un nudo en la garganta, mientras trataba de contener el llanto, es que soy madre.

Tal vez por eso, no me resultó difícil ponerme en su lugar y experimentar la misma sensación de desesperación que sintieron esos padres, al no recibir respuesta de su hijo cada vez que le llamaban al móvil.

Mientras más atención le prestaba al testimonio, más se agudizaba en mi alma la tristeza. Pero de igual modo no me detuve, seguí conectada con la entrevista hasta el final.

Sobre todo, por la ecuanimidad emocional que ambos mostraban en sus rostros cada vez que hablaban de las cualidades humanas de su difunto hijo y mostraban públicamente alguno de los mensajes que el chico dejó en las redes sociales en el Día del Padre. Sin que ninguno de ellos sospechara, que ésos, serían los últimos que publicaría en fechas tan importantes como esa. ¡Qué ironía del destino! ¿Verdad?

Ese joven, al igual que las demás víctimas, de seguro salió de su casa como un día cualquiera, en la rutina cotidiana de un individuo común… a diferencia que esta vez, no regresó, justo en el día de San Valentín.

Vuelvo a enfatizar lo que ya dije en otro artículo: No debemos dejar de decirles a esas personas que amamos cuán importante son en nuestras vidas, puesto que no sabemos con exactitud cuándo será la última vez que tengamos la posibilidad de hacerlo. ¡Es tan largo el dolor y tan corta la vida; que todos los seres humanos deberíamos practicar el perdón como deporte; y de esa forma, se nos haría más fácil perdonar a nuestros deudores.

Es curioso, porque esa familia salió de Venezuela, quizás huyendo de la pobreza y la violencia que se generó a raíz de todos los problemas económicos que vive en la actualidad esa nación. Tal vez se fueron antes; esa parte de la entrevista no me quedó muy clara.

Lo que si dejaron bien claro esos padres, es que lo hicieron con el objetivo de darle a su hijo una vida mejor, ¡vamos, en un país donde cualquier chico pude tener un carro del año si se lo propone, pero también un rifle de asalto AR-15 como el que utilizó Nikolas Cruz, (por demás con trastornos psiquiátricos) con el cual asesinó a 17 personas! ¡Qué paradoja del destino!.

Algo que también llamó mi atención en esa entrevista, y por demás, me hizo reflexionar, es reconocer, que cuando somos capaces de cumplir bien la obra como padres, la pérdida irreparable de un hijo es sólo física, puesto que no nos deja ninguna sensación de culpa por algo que hicimos o dejamos de hacer en el momento apropiado. Por el contrario, creo que, más bien nos deja gratificación emocional por el deber cumplido. Al final, todos vamos a morir un día.

Esa gratificación era el vivo reflejo que yo veía en el rostro de esos padres, al referirse a la relación que mantuvieron en vida con su hijo. No me cabe la menor duda que le dieron en el momento apropiado, todos los gustos que se le podrían dar, menos la estabilidad de un país seguro…quizás, con más riesgo, del que dejaron detrás. A veces los padres erramos, al creer que estamos haciendo lo mejor para nuestros hijos. Bueno, ese es un tema muy escabroso, por el cual prefiero no transitar en este artículo.

Creo que ningún padre desearía que alguno de sus hijos muera antes que ellos, porque esa no es la ley de la vida. Y mucho menos, si son tan jóvenes.

El chico, al igual que los demás, fueron víctimas de la falla de un sistema “tan democrático”, que en el cual lo único que separa la libertad del libertinaje, es una línea tan delgada que más bien parece anoréxica. Por eso pienso que el gobierno tiene su cuota de responsabilidad de forma indirecta en el suceso, por no tomar las medidas para detener a tiempo, ese desenlace fatal.

Según dijeron algunos medios de información como la CNN en español y hasta el propio presidente de los Estados Unidos cuando se pronunció acerca del problema, el FBI dejó de darle seguimiento a Nikolas Cruz, tal vez para concentrarse en otros asuntos que para ellos, eran de mayor interés.

A esta agencia federal, desde el primer momento en que el chico publicó fotos en las redes sociales exteriorizando su deseo de ser un tirador profesional, les había llamado la atención. Y esa es otra falla del sistema. Porque ellos debían haberse concentrado y seguir de cerca el comportamiento de ese joven y si era preciso, haberlo arrestado, antes de que llevara a cabo la macabra idea que su mente enferma venía elaborando.

Tal vez, hoy, esas 17 personas estarían vivas, y no hubiese tantos padres y familiares llorando la perdida de esos seres queridos…

Soy una de las tantas personas que piensa que la matanza del 14 de febrero pudo haberse evitado y así sería un incidente menos de los tantos ocurridos en escuelas de ese país; bajo la mirada fría y conservadora de políticos de turno, a quienes no les importa darle la seriedad que requiere el asunto, con el fin de erradicar por completo el mal que lo aqueja.

Una muestra de lo que digo, es lo que tal vez va a pasar cuando el congresista republicano Carlos Curbelo haga la propuesta ante el senado, de no venderle a civiles armas militares como la que utilizó Nikolas Cruz.

Hay muchos intereses en juego que cuidar, como los de la Asociación Nacional del Rifle, para venir a tomar en serio lo que dice ese señor.

No sé cómo se sintió usted ante la propuesta del presidente Donald Trump, al sugerir la fatal idea de darles entrenamiento y armas de fuego a los profesores como si fueran casi militares, en vez de contratar más personal de seguridad. ¡En verdad, yo quede anonadada! Ya que la función de un profesor es instruir, no estar pendiente de un arma de fuego. ¡Sino, que cambie de profesión y se ponga a trabajar como policía! ¡Zapatero, a tu zapato!…así dice un viejo refrán.

La protección a civiles, debería ser la ley primera de cualquier nación. No solo para cuidar los centros escolares y religiosos, sino también las áreas públicas y establecimientos comerciales.

Pero en realidad se trata de los Estados Unidos de América ¨, el país más desarrollado y poderoso del Universo¨, donde hay más personas con problemas psiquiátricos transitando por las calles sin diagnosticar, que en los centros de salud mental, y que además, portan armas de fuego, sin una evaluación médica. ¡Qué desastre!

Deberían existir programas con fondos públicos y privados destinados a las escuelas, para crear departamentos de salud mental que atiendan a estudiantes con conductas violentas. De esta forma, la sociedad podría haberse evitado que el joven de 19 años Nikolas Cruz, tenga que pasar el resto de sus días en una prisión de alta seguridad, o lo que es peor, le den la pena de muerte, convirtiéndose en la víctima número 18 de su propio caso.

Porque no hay que ser master en psicología para notar en la mirada y en la conducta de ese chico, la enfermedad mental que lo aqueja.

Yo soy una profesional de la docencia y trabajo en uno de los tantos centros educacionales que existen en mi país, Cuba y estoy consciente que no vivo en sociedad perfecta, como dice una de las canciones del cantautor Pablo Milanés, debido a las carencias, y problemas económicos existentes en la actualidad.

Pero en los 116 años que llevamos de república, jamás se ha producido ningún tiroteo en ninguna de nuestras escuelas. Y eso, es un privilegio para cualquier sociedad, para los padres, estudiantes y profesores de cualquier nación. Decir lo contrario, además de mentir es una ignorancia de quien lo diga.

Voy a concluir este post con una cita célebre de San Agustín que dice: ¨Los que no quieren ser vencidos por la verdad, son vencidos por el error¨.

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