domingo, 30 de septiembre de 2018

10 consejos para vender cursos online de coaching exitosamente

vender cursos online coaching

Los cursos de coaching por Internet son una novedosa tendencia de la era moderna que poco a poco va ganando millones de seguidores alrededor del mundo entero. Puesto que son la alternativa ideal para aquellos que buscan aprender cómo mejorar su vida de una forma sencilla, rápida y eficaz, pero sin horarios.

De la misma manera, lucrar con la impartición de cursos vía online es una opción fantástica y accesible para los que estén deseosos de compartir sus conocimientos y al mismo tiempo, ganar dinero.

Si se está pensando en comenzar un proyecto de este tipo es recomendable seguir los 10 siguientes consejos para lograr un resultado de ventas satisfactorio.

1. Armarse de paciencia

Este consejo debe ser la máxima de todas las personas que deseen tomar el desafío de vender cursos por internet ya que para alcanzar el éxito no existen fórmulas mágicas. Para este tipo de proyectos hay cosas que realmente funcionan y la paciencia, es definitivamente una de ellas.

No se debe olvidar que para preparar un curso online de calidad es necesario planificar todo a conciencia. Eso incluye la creación del material de apoyo, grabar las lecciones, fijar el método de pago, establecer estrategias de publicidad, hacer un cronograma de actividades, etcétera.

2. Ser honestos con respecto al valor real del curso

El hecho de que el curso vaya ser impartido vía online no significa que deba tener un precio sustancialmente menor al de un curso de coaching presencial. En ambos casos se presentan una serie de gastos que se deben cubrir para que el producto pueda salir a la luz.

Ahora bien, el precio siempre tiene que estar basado en dos elementos: duración y prestigio de quien lo imparte. En ese orden, a mayor duración y reconocimiento comprobado, más caro será. Actualmente un curso de coaching vía online de aproximadamente tres meses de duración tiene un valor que oscila entre los 2.000 y 4.000 euros.

Por otro lado, es importante saber que el precio total de venta no es la cantidad neta que se ganará. Primero se deben cubrir gastos mínimos obligatorios como costes por venta, comisiones e impuestos.

3. Gestión financiera ante todo

Vender por Internet es exactamente igual a vender en una tienda física. Hay que gestionar cuidadosamente cada una de las acciones mercantiles que se lleven a cabo, es decir, emitir facturas, hacerle frente a las devoluciones (en el caso de que estén contempladas en las especificaciones del curso) y, por supuesto, analizar el retorno final teniendo en cuenta los ingresos de las ventas.

4. Renovar periódicamente el funnel de ventas

El funnel o embudo de ventas es el modo en que una empresa planifica y estipula cuáles son los procesos de venta que utilizarán para contactar con los distintos clientes, este proceso tiene la finalidad de conseguir la meta trazada, la cual puede ser cerrar ventas, crear un registro de visitantes o convertirlos en clientes.

Eso quiere decir que al establecer nuevas técnicas de acercamiento con el público consumidor, automáticamente se garantiza la permanencia del curso en el mercado. Lo mejor de todo es que no hace falta poseer un amplio presupuesto de publicidad para ganar muchas ventas, aquí lo que realmente tiene valor es la creatividad y la capacidad de inventiva.

5. No regalar el trabajo (bajo ninguna circunstancia)

La técnica de ofrecer mini cursos gratis para captar clientes está en desuso debido a que a lo largo de los años, se ha logrado comprobar que se hallan otras estrategias de publicidad por medio de las cuales se pueden obtener los mismos beneficios por un menor precio. Entre ellas están los famosos webinars y las clásicas campañas de publicidad.

6. No apoyarse completamente en los afiliados

Es común que los cursos online de coaching se valgan de afiliados para “asegurar” gran cantidad de inscripciones, pero no siempre tener afiliados garantiza un mayor afluente de ventas.

Para que dicho plan se cumpla es vital contar con el mejor contenido de todo el área del mercado de cursos por Internet, además de una sólida campaña de promoción. No vale nada recibir tráfico si la propuesta ofrecida es deficiente y la página web de ventas decadente.

7. Ofrecer pagos flexibles

El público en general gusta de contar con la opción de tener variedad tanto en métodos como en planes de pago. Es por ello que adaptarse a las necesidades de sus consumidores es lo mejor que se puede hacer si se busca incrementar los números de ventas.

Aceptar diferentes monedas, por ejemplo, extiende de forma increíble el alcance del curso. Por otro lado, ofrecer planes de pago razonables cuando el producto cuesta más de 200 euros es también una medida bastante inteligente.

8. El contenido programático del curso lo es todo

Dentro del coaching lo más relevante es proporcionar herramientas verdaderamente útiles que las personas puedan poner en práctica en su vida diaria para mejorar su realidad y su relación consigo mismas. Esa es la esencia de los cursos de coaching.

De igual manera es muy ventajoso ofrecer un soporte de atención que tenga la capacidad de convencer a alumnos indecisos. Este servicio debe responder cuanto antes las dudas planteadas por los clientes y a la vez, contestar con sinceridad aunque la respuesta haga que el potencial cliente se retire. Es mejor dejar pasar una venta a tener un cliente insatisfecho.

9. Coger gusto por la escritura es una ventaja invaluable

El gancho de ventas de los cursos online (y de cualquier producto que se venda en la red) son los textos publicitarios. Para tener alta cantidad de ventas del curso se debe teclear como si no hubiese mañana, bien sea en pro de la creación del contenido (guiones de vídeos, diapositivas y material descargable) o por publicidad (correos promocionales y venta del curso).

10. Caso omiso a la competencia

Cualquier instructor de coaching sabe perfectamente que la idea no es superar a los demás, es superarse a uno mismo. Así que no vale estar pendiente de cada paso que da la competencia. Simplemente hay que enfocarse en fabricar la mejor propuesta, tan buena que sea capaz de venderse solamente por la experiencia que promete.

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Síntomas de estreñimiento o intestino perezoso: ¿Cómo ayudar a nuestro bebé?

Hoy volvemos a contar con otro artículo enviado por www.Mibebeyyo.com  sobre algunos de los problemas digestivos a lo que nos enfrentamos como padres y madres cuando nuestro bebé nace, entre ellos el estreñimiento o intestino perezoso.

Son muchos los cambios a los que se enfrenta nuestro pequeño que aun le permitiéndole madurar en todos los planos no deja de resultar duro para unos padres , ver pasándolo mal a un hijo. Cuando el pequeño llega a casa, se dedica a dormir, comer y hacer pipí y caca y esos son, los temas que nos preocupan en sus primeros meses y años de vida. De hecho, que madre no sigue preguntando en la treintena lo que has comido.

Hoy hablaremos de las cacas y como nos dan información valiosa para poder ayudar a nuestro pequeñ@ a sobrellevar sus cambios, acompañándolo adaptativamente en la maduración de todos sus sistemas.

El estreñimiento es algo muy normal en los bebés. Aprender a identificarlo nos ayudará aliviar los síntomas y mejorar la atención hacia nuestros hijos. El estreñimiento o intestino perezoso es muy común en los niños de menos de un año de edad, por lo que gran parte de las consultas a los pediatras tienen su origen en este problema.

¿Qué he aprendido en la maternidad?

Síntomas del estreñimiento o intestino perezoso

Tipos de Alimentación

En bebés que todavía se encuentran en periodo de lactancia, el intestino perezoso suele aparecer con mucha más frecuencia cuando la alimentación es a partir de leche de fórmula. Generalmente, esta tipo de leche provoca que las evacuaciones sean más duras.

¿Criar o malcriar? O porque no es sólo cuestión de colecho si o no o lactancia materna o no

En cambio, cuando la alimentación se realiza por leche materna, lo más usual es que durante los primeros meses el bebé evacue de forma líquida o semilíquida entre cinco y ocho veces al día, prácticamente tras cada toma.

Cuando, por otro lado, el bebé tiene dificultad a la hora de evacuar y presenta unas heces duras o en forma de bolitas, los padres deben llevarlo ante su pediatra para que pueda establecer un tratamiento cuanto antes. Éste puede basarse en el cambio de alimentación, aporte de fibra y el uso de laxantes osmolares.

El postparto: lo que nadie te cuenta

En la gran mayoría de casos, el estreñimiento o intestino perezoso se debe a la falta de nutrientes como la fibra en la alimentación del niño.

  • Frecuencia en las deposiciones y otros aspectos a tener en cuenta

También hay que tener en cuenta que las deposiciones cambian en textura, color y frecuencia a medida que el bebé crece y cambiamos su alimentación. En niños de entre uno y tres años de edad, se diagnostica intestino perezoso cuando, en lugar de evacuar entre tres y cinco veces al día, tan solo evacúa cada dos o tres días, presenta heces gruesas, tarda mucho y tiene dificultades o dolor al evacuar. En estos casos, cambiando su alimentación a una dieta con más fibra y en ocasiones recetar un laxante, suelen ser tratamiento más que suficiente para acabar con el estreñimiento o intestino perezoso

MI hijo se hace caca: Qué es la encopresis y cómo se trata

En definitiva, debemos tener en cuenta que está estrechamente ligado a la alimentación en la mayoría de los casos.

Sabemos lo importante que son las rutinas para nuestros hij@s y hemos de entenderla como, la búsqueda de equilibrio. Alimentar al niño con demasiada frecuencia, sin horario fijo y darle comida sin aportes nutricionales adecuados puede ocasionar este trastorno.

En cualquier caso, los padres deberán llevar a su hijo al pediatra para que determine el tratamiento adecuado a seguir.

 

 

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jueves, 27 de septiembre de 2018

¿Cuándo llega la sonrisa social del bebé?

Aprovechando que el viernes 5 de octubre se celebra el Día Mundial de la Sonrisa publicamos un artículo cedido por www.Mibebeyyo.com sobre la aparición de la sonrisa social en el bebé.

Los bebés recién nacidos aumentan su interacción a medida que pasan los días y las semanas. Es normal que al principio tan solo lloren, duerman o estén tranquilos. Pero de repente, cierto día veréis que os sonríe y esa será la señal que marca el inicio de una relación más compleja con vuestro bebé. Pero, ¿cuándo llega la sonrisa social del bebé?

Muchos estudios indican que nuestros hijos ya sonríen cuando se encuentran en el vientre materno. Se trata de una mueca que hacen por motivos que pueden ir desde el mero reflejo nervioso a la sensación de bienestar. Debido a que el bebé recién nacido no tiene el raciocinio necesario o una experiencia que pueda hacerle reír, se considera que sonríen mientras duermen a veces por el simple hecho de encontrarse a gusto.

La sonrisa social del bebé y su comunicación

De todos modos lo que nos importa es la primera sonrisa social del bebé, la que hace cuando está despierto. Esa sonrisa suele hacerla cuando tiene más o menos un mes de vida y está contento, se está divirtiendo o cuando está intentando ser simpático. Se trata de un avance en su comunicación y de una ayuda más que tenemos los padres para detectar si nuestro hijo está contento y feliz, de la misma manera que podemos percibir lo contrario cuando llora.

Voy a ser padre: Miedos, ilusiones y expectativas que tengo

A partir de este momento, la relación entre padres e hijos irá estrechándose cada vez más a medida que interactúen.

La comunicación con los hijos es indispensable para la formación de su autoestima hasta su vida adulta. Tendremos que corresponder a sus actos sociales para que siga avanzando en su correcto desarrollo. Hay que tener en cuenta que la sonrisa es un mecanismo más de supervivencia, así como una de las pocas herramientas que tiene el bebé para comunicarse antes de saber hablar.

Autoestima Infantil: 10 juegos para trabajarla

Cuando el bebé pase del mes de vida, empezaremos a ver sonrisas antes estímulos externos como la voz de la madre, los juegos con ruidos, etc. Y a medida que pasen nuevas semanas desarrollará la capacidad de sonreír también ante estímulos visuales, como las caras de personas, los brillos o las luces, entre otros.

Así que ya sabes, ¡prepárate para recibir muchas sonrisas y corresponderlas con mucho amor!

 

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miércoles, 26 de septiembre de 2018

Negatividad ¿Cómo enfrentarla?

Vivir la vida con negatividad, traducir todo cuanto uno vive o siente desde esa negatividad, sólo puede generar como resultado más negatividad si cabe. Así.

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Creencias irracionales: qué son y cómo identificarlas

¿Qué son las creencias irracionales y cómo afectan a nuestro comportamiento estas ideas? ¿Cómo podemos identificarlas? Os compartimos teoría y ejemplos que os pueden resultar tremendamente.

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La química del amor ¿cómo afecta amar al cerebro?

El proceso químico del amor nos muestra cómo el funcionamiento del cerebro varía cuando uno está enamorado. Una suma perfecta entre emociones y sustancias químicas.

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lunes, 24 de septiembre de 2018

¿Son más violentas las personas con enfermedades mentales?

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Las falsas creencias que rodean a los problemas de salud mental son responsables del sufrimiento que provoca la creación de tal estigma en las personas afectadas y de que la búsqueda de atención sanitaria y social sea tan limitada, por lo que es primordial luchar contra estas ideas erróneas.

Continuamente en las noticias de hechos violentos de los diferentes medios de comunicación nos encontramos con descripciones del tipo “enfermo mental ataca…”, ”persona con esquizofrenia mata…”, sin embargo nunca encontramos tal referencia cuando la enfermedad que ese hombre o mujer padece es de otra condición, sonando absurda la idea de un titular del tipo “enfermo autoinmune ataca…” o “persona con diabetes mata…”.

Sin embargo, las personas con enfermedad mental, no son más peligrosas en su conjunto que quienes no las padecen, de hecho la gran mayoría no comete actos violentos a lo largo de su vida, apenas un 3-5% del total, siendo estadísticamente inferiores respecto a la población general. Al mismo tiempo, es un hecho que las personas que sufren tales enfermedades, son hasta 12 veces más propensas a ser víctimas de los mismos que aquellas sin diagnóstico.

Antiguamente, cuando el conocimiento de la mente y su funcionamiento era prácticamente nulo, las personas con enfermedad mental eran considerados poseídos por demonios u otros seres malévolos, considerándolas peligrosas, imprevisibles, agresivas y violentas. Conforme ha ido avanzando la ciencia y las especialmente la psiquiatría y la psicología, se han desmentido y explicado esos conceptos, pero aún así el prejuicio ha permanecido en gran parte de la sociedad.

Esto provoca que el estigma asociado al diagnóstico de enfermedad mental se cargue aún más negativamente, generando miedo y preocupación en la gente que desconoce este tipo de enfermedades, y provocando gran dificultad de integración y la marginación de quienes las sufren.

Más allá de los problemas sociales derivados de este mito, desde el contexto jurídico, médico, psicológico y forense ha ido cambiando a lo largo del tiempo la manera de abordar el concepto de violencia y valoración del riesgo de la misma.

Es importante saber la historia y el paradigma que envuelve la conceptualización y gestión de la “peligrosidad” para, como veremos más adelante, relativizar la importancia del diagnóstico y eliminar el estigma asociado a la enfermedad mental respecto a este concepto.

En principio, el término “Peligrosidad” se definía como “perversidad constante y activa del delincuente y la cantidad de mal previsto que hay que temer por parte del mismo. Asociado a un atributo potencialmente persistente e incorregible”.

Nos encontramos así frente a una especie de sinónimo de maldad, con una definición poco concreta y cambiante, y siendo, por lo tanto, un concepto inoperante para contexto jurídico y médico-forense. Lo único que se podría hacer respecto a esto, sería actuar mediante medidas de exclusión social e internamiento, ya que al ser una característica estática propia de la persona, no sería posible su modificación.

Los médicos forenses intentaron evaluarla a modo de capacidad criminal, ya que sería una estructura básica de los rasgos de personalidad, pero sin embargo no pudieron validar una personalidad criminal en sentido científico.

A consecuencia de la poca utilidad funcional de esta definición, se va modificando el referente de peligrosidad, siendo los comportamientos que engloba muy variados y heterogéneos.

En estas circunstancias, se va cambiando el término de “peligrosidad” por el de “valoración riesgo de violencia”, mediante el cual no se trata de pronosticar la reincidencia de la persona que ha cometido el hecho delictivo, si no evaluar el riesgo futuro en que se den las condiciones para volver a reincidir en delitos o comportamientos violentos, mediante una evaluación sistemática y continuada del riesgo de cada persona en cada momento y contexto.

Así deja de ser algo inherente a la persona, y se amplía el espectro de visión y consideración de la influencia en un determinado hecho, teniendo en cuenta que es un estado en el que se añaden y combinan factores personales y situacionales de forma dinámica. Este nuevo término alude a un concepto gestionable y modificable, más idóneo para tratar desde nuestra disciplina.

En cuanto a la valoración y ponderación de los diversos factores, se operativiza el concepto siendo evaluable mediante procedimientos estandarizados o protocolos y guías basadas en evidencias científicas y datos y estadísticas objetivas de las conductas delictivas, analizadas de manera operante, mediante factores dinámicos y/o estáticos de riesgo y/o protección.

Factores de riesgo estáticos: condiciones biológicas, psicológicas y/o sociales cuya modificabilidad es muy limitada, ya sea por su carácter hereditario como son las variables temperamentales (impulsividad, hostilidad, búsqueda de sensaciones, etc.), por pertenecer a la historia evolutiva del individuo (como el estilo educativo parental inadecuado, el fracaso escolar, acontecimientos vitales anteriores, etc.) o por ser condiciones psicopatológicas irreversibles o de evolución negativa (como la demencia, secuelas por traumatismo craneoencefálico, etc.)

Factores de riesgo dinámicos: condiciones biológicas, sociales y/o psicológicas susceptibles de cambio como puede ser que la psicopatología subyacente sea reversible o de buen pronóstico con el tratamiento, distorsiones cognitivas, creencias y valores pro-violencia, eventos vitales estresantes como puede ser encontrarse en una situación de desempleo, etc.

La predicción o valoración del riesgo en el contexto forense desde esta nueva perspectiva, tiene interés para la adopción de estrategias de gestión del riesgo para disminuirlo en la medida de lo posible y así mismo, permite desde el punto de vista psicológico, abordar y poder trabajar en los contextos penitenciarios en términos de relativización de la conducta delictiva y de rehabilitación del infractor, ya que según varias investigaciones, los factores dinámicos muestran una ligera superioridad en cuanto a la predicción de la violencia.

Como hemos visto mediante este breve recorrido por el obsoleto concepto de peligrosidad y los factores asociados, el diagnóstico de enfermedad mental en cualquier caso sería una circunstancia o factor existente entre muchos otros, pero en ningún caso definitorio o determinante en la comisión de conductas agresivas o violentas.

Para finalizar, aquí van unos tips o recomendaciones de la Confederación de Salud Mental de España en consonancia con lo expuesto a lo largo del artículo:

  • No asociar enfermedad mental grave a comportamiento peligroso y delictivo.
  • Ante noticias de sucesos violentos, no establecer juicios -a priori- que vinculen el hecho a una enfermedad mental, si no más bien describir los hechos sin prejuzgar que todo se explica desde la existencia de una enfermedad mental.
  • No utilizar términos inexactos u ofensivos. No calificar a las personas con esquizofrenia simplemente como un esquizofrénico/a, ni a la persona con enfermedad mental como un loco/a, un desequilibrado/a, un demente, un psicópata, o un perturbado/a.
  • Evitar titulares que destaquen injustificadamente aspectos negativos y sensacionalistas. Incluir el problema de salud mental solamente cuando sea imprescindible para entender la información, y nunca con intención morbosa o como elemento de alarma social.
  • No confundir las enfermedades mentales con otras enfermedades, discapacidades o delitos. Enfermedad mental grave no equivale a “deficiencia mental” o “psicopatia”.
  • Ante sucesos violentos e impactantes para la opinión pública, no atribuir automáticamente dichos comportamientos “inexplicables” a una enfermedad mental. A veces, quienes cometen estos actos son responsables de los mismos. Enfermedad mental no es equiparable a “maldad”.
  • Las informaciones deben ilustrarse con imágenes acordes con el contenido. No utilizar imágenes de otras discapacidades, truculentas, lacrimógenas o que reproduzcan las ideas falsas.
  • Fuera del contexto de la salud, no utilizar términos médicos como “esquizofrénico” “depresiva”, “paranoico” o “psicótica” para describir cosas o situaciones, especialmente como descalificación o insulto.

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jueves, 20 de septiembre de 2018

Cómo superar un trauma: Tratamiento y fases

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La vida es un enclave rodeado de peligro, incertidumbre y caos. También hay momentos de plenitud y disfrute, sino viviríamos en un infierno. Pero la necesidad de protegernos de la presión del riesgo nos lleva a generar creencias distorsionadas de la realidad, que podemos resumir en fantasías de omnipotencia e inmortalidad.

Estas ideas falseadas del mundo en el que vivimos nos permiten salir a la calle y vivir una vida “normal”, sintiéndonos protegidos por una especie de manto invisible que nos mantiene a salvo del peligro. Ignoramos así que tenemos una existencia finita que puede acabar en cualquier instante.

Sin embargo, como dice el psicólogo Francisco Duque Colino, el cual tuvo un papel relevante en el tratamiento de víctimas del 11M que se hizo en el hospital Gregorio Marañón: “todos estamos a tiro de una cáscara de plátano para morir en cualquier momento de una forma poco glamurosa”.

La vida occidental, en la que la tecnología y el progreso nos han brindado un presente de comodidad, también nos ha alejado de estar conectados a la desdicha y a la muerte. En un mundo de facilidades relegamos a una esquina sombría de nuestra conciencia la probabilidad de ser víctimas de un acontecimiento funesto: accidentes de tráfico, atracos, agresiones, pérdidas repentinas de un ser querido, enfermedades crónicas, catástrofes naturales e incluso atentados terroristas.

Ser plenamente consciente de esto podría abocarnos a estados de estrés elevados, por eso tratamos de sustituir estos pensamientos por otros que nos confieren un status imaginariamente privilegiado: “eso les pasa a otros”.

En este artículo me propongo desengranar en qué consiste un trauma y cómo hacerle frente, para que en lugar de generar creencias que maquillan nuestra vulnerabilidad, desarrollemos una fortaleza emocional que nos haga estar preparados para superar los acontecimientos más desequilibrantes en nuestra vida.

Qué es un trauma

Un trauma es la respuesta emocional que generamos a un acontecimiento que desborda nuestros recursos psicológicos. Esto quiere decir que el factor clave para desarrollar un trauma no es necesariamente el suceso que vivimos, sino nuestra capacidad para hacerle frente.

Este matiz tiene una connotación esperanzadora. De hecho, no todas las personas que sufren un acontecimiento potencialmente traumático acaban generando un trauma, sino sólo aquellas que no cuentan con herramientas adaptativas para abordarlo.

Puede que no tengamos capacidad para controlar lo que puede sucedernos, pero sí cómo vamos a responder a ello. Si al menos no podemos hacerlo en los primeros instantes del suceso, sí que podemos elegir nuestra respuesta de afrontamiento en los momentos posteriores, pasado lo que se denomina “la fase de impacto”.

El trauma supone una quiebra de nuestro modelo mental acerca de cómo funciona el mundo:

  • Se rompe el sentimiento de seguridad y confianza que elaboramos desde pequeños y que nos permite salir a la calle tranquilos. De pronto el mundo se vuelve injusto e inseguro.
  • Se resquebraja la sensación de control sobre nuestra vida, lo que anula la capacidad de retomar nuestro proyecto vital y llevar un estilo de vida normalizado.
  • Nos obliga a asumir pérdidas repentinas de elementos que considerábamos muy importantes en nuestra vida.
  • Instala un malestar intenso a través de recuerdos intrusivos y perturbadores, pesadillas, flashbacks, imágenes desagradables que invaden nuestra atención, dificultades de concentración, elevada activación fisiológica e interferencia con las rutinas básicas de la vida (alimentación, sueño, autonomía personal, etc.)

Todo ello instala en nuestra mente un sentimiento de extrañeza, de irrealidad, incluso de desidentificación con nosotros mismos, ya que se ha hace casi imposible entender lo que está sucediendo fuera y dentro de nosotros.

La sensación es de estar viviendo en una burbuja surrealista, donde no tiene sentido el mundo que nos rodea ni cómo nosotros le hacemos frente. Esto desencadena sentimientos de humillación, culpa, vergüenza, indefensión, rabia o desesperanza.

Cómo saber si es necesario tratamiento psicológico ante un trauma

Hay personas que sufren trauma pero que sus mecanismos psicológicos de afrontamiento les hacen creer que han superado el suceso, afectando su bienestar inconscientemente. Es lo que llamamos mecanismos de defensa.

Algunos de los mecanismos de defensa habituales, que son una muestra clara de la necesidad de tratamiento psicológico, son:

  • Anclarse del pasado. La persona pasa la mayor parte de su actividad psicológica pensando en lo sucedido y es incapaz de organizar su vida en torno a planes y objetivos nuevos.
  • Hacerse preguntas que no tienen respuesta: “¿por qué me pasó a mi?”, “¿por qué tuve que pasar por ahí?”, “¿por qué no me quedé en casa?”
  • Evasión del presente y ausencia de proyectos de futuro.
  • Instalación en el victimismo: hacer del hecho de ser víctima un rasgo identitario.
  • Implicarse en reclamaciones judiciales sin fin, buscando una compensación o resarcimiento indeterminado.
  • Negación a adaptarse y pasar página.
  • Instalarse en el odio o el rencor, fantaseando recurrentemente sobre ideas de venganza.

Uno de los riesgos más graves de sufrir un trauma es hacer del rol de víctima una identidad. El trauma irrumpe disruptivamente en el estilo de vida de la persona, desorganizando sus rutinas y hábitos, anulando los roles que hasta ese momento ejercía en la sociedad y creando un paréntesis indeterminado en su vida.

Hay personas que ante la pérdida de roles y proyecto en su vida acuden al victimismo como una nueva fuente de identidad, de organizar su día a día y de visualizar su horizonte motivacional. Es decir, personas que deciden pasar de ser víctimas circunstanciales a ser víctimas crónicas.

Uno de los factores determinantes para superar un trauma consiste en abandonar el “rol de víctima” para adoptar el “rol de afectado”. El rol de afectado te habilita para sentir un malestar asumible, protegiendo tu identidad de cualquier definición que se halle en el evento traumático, dotándote de permiso para rehacer tu vida y pasar página de lo sucedido.

En definitiva, se trata no de borrar lo que ha pasado, sino de que ese suceso deje de ser un foco de tensión y sufrimiento que te resta potencialidad y alternativas.

Por dónde empezar tras sufrir un trauma

Puesto que los mecanismos habituales de afrontamiento están desbordados cuanto tenemos un trauma, el primer paso consiste en aportar un poco de significado y orden al aluvión de caos que se ha instaurado en nuestra vida.

La memoria sobre el suceso se encuentra fragmentada, con fotogramas, sensaciones y emociones inconexas, formando un recuerdo en forma de masa indigesta para nuestro cerebro.

De esta forma, cuando el recuerdo traumático irrumpe en nuestra conciencia mediante imágenes, pesadillas o flashbacks, ocasiona una intensa respuesta fisiológica y emocional, muy parecida a la que se vivió en el momento del suceso, produciendo una revictimización de lo sucedido.

Es necesario acudir a un servicio terapéutico adecuado para que haga un acompañamiento profesional. Una vez que hay presencia de sintomatología traumática, hemos perdido la capacidad de hacerle frente de forma autónoma. Así que necesitamos de un guía que nos acompañe en todo el proceso de desensibilización y recuperación.

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Habitualmente, los servicios de atención primaria de salud pueden derivar a recursos terapéuticos especializados. También se puede obtener información en los servicios sociales de atención primaria de tu localidad.

Si el suceso traumático comporta un delito puedes recurrir a las oficinas de atención a la víctima que hay en cada provincia, a las que se puede derivar desde cualquier comisaría de policía.

Es muy importante, diría que crucial, que los profesionales que trabajan con víctimas de trauma se muestren “humanos”. Con esto me refiero a:

  • Que sintonicen con el malestar de la persona y demuestren empatía incondicionalmente.
  • Que no juzguen ni generen reacciones que puedan culpabilizar o hacer sentir a las víctimas deslegitimadas en su malestar.
  • Ofrecer calidez y un trato no sólo amable, sino afectuoso. Las personas necesitamos sentirnos queridas en los momentos de mayor vulnerabilidad.
  • Que reconozcan sus limitaciones y no realicen prácticas que puedan resultar negligentes o inadecuadas, derivando a profesionales especializados con la mayor urgencia en caso de necesitar una intervención que supera sus posibilidades.

Cómo afrontar el trauma

La idea fundamental a tener en cuenta a la hora de afrontar un trauma está recogida en unas palabras muy elocuentes de Francisco Duque: “persona normal en situación anormal”.

El aluvión de reacciones irracionales y desconcertantes que se vive puede llevar a la persona a verse a sí misma como un bicho raro, como alguien anormal o defectuoso. Hay que concienciar en la idea nuclear de que cuando sufrimos un trauma se tienen reacciones normales, entendiendo normales como reacciones que se desencadenan de forma natural por un suceso desproporcionado para la capacidad cotidiana de superar las dificultades.

La intervención en trauma se puede clasificar en tres tipos de etapas:

Fase de impacto

Se trata de los momentos iniciales en los que sucede el suceso traumático. En esta fase las prioridades son reducir el nivel de activación fisiológica; ofrecer información relevante a la persona afectada para orientarla, asesorarla y guiarla en lo que ha sucedido; y conectarla con las personas de su entorno y los servicios asistenciales especializados.

Fase de afrontamiento

En un segundo momento, una vez superados los primeros días o semanas del suceso, cuando la persona se ha estabilizado, se puede empezar a intervenir con aquellas personas que necesitan atención psicológica porque no han podido digerir de forma autónoma lo sucedido.

En este caso, los servicios terapéuticos especializados de la red asistencial pública realizan varias sesiones utilizando técnicas de intervención en trauma destinadas a desensibilizar las reacciones fisiológicas y emocionales y potenciar recursos psicológicos de superación.

Fase de cronificación

Esta etapa se produce en aquellas personas que no han podido superar lo sucedido en las fases anteriores. Las víctimas en esta etapa siguen desbordadas por lo sucedido y no han conseguido retomar su cotidianeidad con normalidad. Se requiere, por tanto, un tratamiento psicológico más complejo y de mayor duración.

El objetivo del tratamiento psicológico en trauma es ayudar a reconciliar los recursos cognitivos y emocionales de la persona, rebajando la intensidad fisiológica con la que se vive el recuerdo y aportando significados que ayuden a integrar y digerir la experiencia.

En este sentido, la ruta de trabajo es lo que denomino “de abajo hacia arriba.” El sentido común nos lleva a emitir mensajes tranquilizadores y alentadores a la persona que ha sufrido un trauma. Sin embargo, por más bienintencionadas que sean estas acciones resultan del todo ineficaces.

Una persona que sufre trauma no necesita unas palabras tranquilizadoras, necesita dejar de experimentar el intenso malestar que siente. En un momento posterior sí necesitará esas palabras de aliento.

El tratamiento de abajo hacia arriba consiste en dejar de lado, temporalmente, el trabajo de las creencias y pensamientos perturbadores para centrarnos en la regulación del estado fisiológico.

Aquí entran en juego las técnicas de relajación, como el entrenamiento en relajación abdominal, el entrenamiento autógeno o el mindfulness. De forma adicional se requiere emplear técnicas que restan poder perturbador al recuerdo traumático.

Esto se consigue con métodos como el E.M.D.R. (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), tapping o E.F.T (Técnica de Liberación Emocional), o TIC (Técnicas de Integración Cerebral). Estas técnicas están diseñadas para trabajar los circuitos inferiores del cerebro, en los que intervienen estructuras cerebrales como el sistema límbico y el Eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (Eje HHA).

Una vez que hemos podido estabilizar los circuitos de activación fisiológica y emocional (de abajo) podemos trabajar los recursos psicológicos de afrontamiento (de arriba). La persona que sufre un trauma necesita, en última instancia, desarrollar un sistema de creencias que le permita adaptarse a su nueva situación y a una nueva concepción del mundo: más realista y con ideas que resalten su fortaleza mental y su capacidad de superación.

Como dice Francisco Duque: “las víctimas necesitan dejar de serlo”. En este momento de la terapia pueden emplearse técnicas como la reestructuración cognitiva de Aaron Beck, la terapia racional emotiva de Albert Ellis, la terapia de desensibilización sistemática o la técnica de inoculación al estrés de Meichenbaum.

Aunque la PNL (Programación Neurolingüística) ha sido criticada por la comunidad científica por falta de evidencia científica, constituye en mi opinión un poderoso recurso para los momentos finales del tratamiento, aportando recursos prácticos a la persona que potencian su protagonismo y autogestión emocional, objetivos primordiales de todo tratamiento en trauma.

Crecimiento postraumático

Se denomina crecimiento postraumático al fenómeno que se da cuando una persona que ha sufrido un trauma convierte ese trauma en un foco de superación y en una causa de reafirmación personal.

Hay personas que llegan a realizar un gran autodescubrimiento de capacidades y talentos que desconocían de sí mismas. El trauma, en lugar de absorberlas en un lodo de sufrimiento, se convierte en una catapulta para su proyecto vital.

Encuentran significados, valores y creencias que antes no tenían y de esta forma desatan un poder personal que antes les parecía oculto.

Algunas pautas que pueden ayudar a iniciar ese crecimiento postraumático son:

  • Buscar espacios de desahogo y exteriorizar los sentimientos.
  • Desarrollar un estilo de vida sano y equilibrado (alimentación y sueño).
  • Mimarse un poco con cosas que nos hacen ilusión.
  • Mantener una vida social activa, estar en contacto con seres queridos y la red de amigos.
  • Mirar al futuro, visualizando un nuevo horizonte, marcando retos motivadores en el calendario.
  • Gestionar las emociones negativas, dirigiéndolas hacia actividades canalizadoras (deporte, arte, música, creatividad).
  • Prestar atención a las fortalezas que se han mostrado, redefiniendo un autoconcepto positivo.
  • Preservar una actitud entusiasta ante la vida.
  • Aceptación de las limitaciones personales, de la vulnerabilidad y de la incertidumbre que rodea al mundo.
  • Fortalecer los valores propios y forjar unos criterios morales sólidos.
  • Potenciar una fuerte determinación por vivir y explorar nuevos caminos.

El ejemplo del doctor Víctor Frankl ha sido ampliamente difundido como muestra de superación y resiliencia. Psicólogo superviviente a los campos de exterminio nazis, su vida fue uno de los recursos terapéuticos de mayor calado con los que contamos.

Por ello, por más veces que recurramos a su testimonio y palabras, nunca dejará de ser necesario su testimonio. Como él expuso en su libro “El hombre en busca de sentido”:

““Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas – la elección de la actitud personal que debe afrontar frente al destino – para decidir su propio camino” (…) “En conclusión, cada hombre, aún bajo unas condiciones tan trágicas, guarda la libertad interior de decidir quién quiere ser – espiritual y mentalmente – , porque incluso en estas circunstancias es capaz de conservar la dignidad de seguir sintiendo como un ser humano.” (…) “Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido”.

Fuentes bibliográficas:

  • Duque Colino.F., Mallo Caño, M. y Álvarez Segura, Mar. (2004). “Superando el trauma. La vida tras el 11-M”. Editorial “La Liebre de Marzo”.
  • Echeburúa, E. (2004). “Superar un trauma. El tratamiento de las víctimas de sucesos violentos”. Editorial Pirámide.
  • Frankl, V. (2015). “El hombre en busca de sentido”. Editorial Herder.

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jueves, 13 de septiembre de 2018

Cómo afrontar los primeros días de colegio de nuestros hijos

primeros días de colegio

Los primeros días de colegio son un momento muy importante para los hijos, el miedo a algo nuevo y desconocido como separarse de los padres, puede hacer que la adaptación a la escuela sea complicada.

Por otra parte para los padres, el mes de septiembre puede está cargado de actividades, tales como incorporarse al trabajo, cambio de horarios, todo ello puede generar cierto nerviosismo.

Salir de su casa, llegar a un sitio desconocido y soltarse de la mano del Papá o la Mamá puede llegar a ser una experiencia muy estresante. Por esta razón es importante ayudar a los hijos en este periodo de adaptación.

Días previos

  • Una de las mejores formas de preparar a los hijos para ese día es contarles qué es lo que va a suceder cuando lleguen allí, de tal manera que podamos entusiasmar al niño con anterioridad.
  • Conversar sobre su nueva etapa, explicándoles que han crecido y tienen que ir a la escuela a aprender cosas nuevas y así hacer nuevos amigos.
  • Una buena opción podría ser explicar algún ejemplo del primer día en el colegio de sus hermanos mayores, primos o de los propios padres.
  • Comprar el uniforme juntos, las pinturas, cartera, material escolar, para que así se sientan involucrados.

Establecer rutinas

La vuelta de las vacaciones trae consigo horarios poco regulados, cambios de costumbres alimentarias e higiénicas e incluso en algunas ocasiones, problemas de sueño, irritabilidad y rabietas. Por todo ello especialistas en Psicología Infantil recomiendan establecer rutinas aproximadamente 15 días antes de la vuelta al colegio.

“Los primeros días de Septiembre pueden ser un buen momento para cambiar la dinámica familiar, iniciando cambio de horarios y estableciendo rutinas”

Momento de la separación

Cada niño lo puede afrontar de distinta manera, pero les suele resultar más fácil a los niños que han asistido previamente a la guardería.

Sin lugar a dudas el momento de la separación es uno de los instantes más angustiosos, en muchas ocasiones tanto para los padres como para los hijos. Se pueden producir sentimientos de culpa, por esta razón trasmitir tranquilidad y serenidad es fundamental, los niños van a captar rápidamente cualquier signo de nerviosismo o intranquilidad que harán pensar que algo no va bien es ese momento.

“Pensemos que somos un espejo donde se ven reflejados”

Lo más normal es que quieran volver a nuestro lado y no quedarse en el colegio, son momentos en los que es positivo explicarles cariñosamente que solo se van separar de forma temporal, trasmitiéndoles seguridad sin extenderse mucho en la despedida.

La teoría parece sencilla, pero la realidad es que hay pocos padres que no se reblandezcan escuchando el llanto de su hijo y se les pase por la cabeza sacar al niño de la clase y llevárselo a casa.

Es un buen momento para pensar que podemos modular nuestras emociones nosotros mismos y poner en marcha los consejos que nos han dado.

Comunicación con los profesionales de la educación

Puede ser muy efectivo conocer previamente al profesor, que además de darnos información, es la persona que mejor nos puede asesorar. La información que nos pueda dar en esos primeros días sobre la conducta de los hijos puede ser fundamental, para así comprobar que la adaptación está siendo correcta.

¿Qué hacer si el niño no se adapta?

Por lo general los primeros días son los que el niño puede pasarlo peor, pero si vemos que la adaptación está siendo más difícil de lo esperado, recomendaría realizar una reunión con el profesor y exponer el problema. La comunicación con el profesor es primordial. Por lo general la mayoría de los niños termina adaptándose sin problemas, dependiendo del niño.

Si el miedo y la ansiedad por separación persisten durante más tiempo podríamos estar ante un trastorno de ansiedad por separación, que podría requerir la ayuda de un profesional.

Durante el año escolar

Si el niño se ha adaptado bien es recomendable tener una correcta comunicación con él, establecer un buen lazo prestándole atención a todos los detalles que nos exponga de su experiencia en día a día en el colegio.

Es muy recomendable que los niños verbalicen y expresen todo lo que sienten, esto ayudara a que se acostumbren a contarnos sus experiencias diarias y así nosotros también podamos detectar cualquier problema o felicitarle por todo lo que está aprendiendo, mejorando así su autoestima.

Conclusiones

Cada niño tiene su propio ritmo, si habéis llegado a esta nueva etapa ya lo habréis comprobado. La actitud que no nos puede faltar aunque sea muy complicado llevarla a cabo es tener mucha paciencia y comprensión pues cada niño requiere su tiempo.

Definitivamente se trata de implicarnos en los pasos más importantes de la vida de nuestros hijos y apoyarles en cada nueva etapa.

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miércoles, 12 de septiembre de 2018

Bullying en el colegio: ¿Cómo podemos actuar los padres?

Bullying en el colegio

Con el final de las vacaciones, los padres preparan la vuelta para el curso escolar: compra de libros y material, ropa deportiva, escoger las actividades extraescolares y todo un sinfín de cosas para la vuelta al colegio o al instituto.

Como profesional, aconsejo a los padres y madres que preparen a sus hijos e hijas para prevenir, detectar y saber actuar ante un problema que cada vez es más común en nuestras aulas.

Estamos hablando del bullying que se está convirtiendo en un problema preocupante que crece de manera alarmante pues según el estudio elaborado por el Observatorio para España de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras: “la suma de todos los casos desde noviembre de 2016 a noviembre de 2017 finalizaron con 1.475 casos graves de bullying, lo que habla de un aumento en torno al 20 por ciento anual”.

Asimismo el bullying tiene importantes consecuencias para la salud de la víctima pues puede provocarle problemas tanto en su desarrollo personal como relacional, timidez, retraimiento social, aislamiento, tristeza,  ansiedad, depresión, somatizaciones y en casos muy graves llevarle al suicidio.

¿Qué entendemos por Bullying?

Definimos bullying como el maltrato tanto físico como psicológico que un niño o adolescente ejerce sobre otro de manera continuada y deliberada para asustarlo y someterlo, para así sentir que tiene el poder y el control de la situación.

Tenemos que tener en cuenta que el agresor sólo puede continuar ejerciendo el bullying si cuenta con la complicidad y el silencio del grupo.

Por tanto, para poder hablar de bullying tienen que darse las siguientes condiciones:

  • Un agresor que ejerce su poder de manera continuada y consciente a través de burlas, insultos, amenazas, agresiones físicas, etc. que van minando la autoestima de la víctima
  • Una víctima que se siente indefensa y sola que tiene miedo, se aísla de manera y pierde la confianza en sí mismo y en los demás. Aparecen sentimientos de impotencia, de desamparo, de desesperanza y pueden aparecer pensamientos suicidas.
  • Un grupo que presencia el acoso, pero que no lo denuncia ni apoya a la víctima bien sea por miedo también a convertirse en víctima, por ignorancia pues no saben qué pueden hacer para evitarlo y pedir ayuda o por falta de empatía y de habilidades emocionales.

Actualmente, el bullying todavía puede ser más dañino porque con el auge de las redes sociales, ha sobrepasado el espacio de las aulas, con lo que se puede llegar a destruir la dignidad y la reputación de una persona.

El ciberbullying es un fenómeno muy peligroso: difamación de la víctima, colgando fotos comprometidas, creando rumores falsos, grabando palizas o humillaciones que después hacen públicas en las redes sociales, con lo que llegan mucho más allá del colegio o el instituto.

En estos casos, la víctima puede llegar a desarrollar una agorafobia y no querer salir de casa por miedo a ser reconocida, con auténticos ataques de pánico y crisis de ansiedad.

¿Qué hace que un adolescente se convierta en agresor?

Contrariamente a lo que se piensa, un agresor es un adolescente con baja autoestima y poca seguridad en sí mismo, que necesita someter a otros para sentirse importante. Piensa que así va a tener el reconocimiento del grupo porque va a controlar la situación y el resto de compañeros lo van a respetar y a seguir, se convierte en lo que se conoce como un líder negativo.

En muchas ocasiones, el agresor maltrata como una manera de prevenir que le hagan daño porque en el pasado, él o ella ha sido víctima de bullying.

Normalmente se trata de adolescentes que son inseguros, que sufren, que tienen pocas o nulas habilidades sociales y emocionales, que no se atreven a mostrar sus verdaderos sentimientos y que tienen escasa empatía.

Por ello, es muy importante, realizar un trabajo terapéutico y reeducativo con el agresor para poder reconducir su rabia y darle herramientas que le permitan gestionar de manera adecuada sus sentimientos y vivencias.

Existen indicios que nos pueden hacer sospechar que nuestro hijo o hija pueda ser un agresor; entre ellos podemos destacar: falta de empatía, necesidad de ser siempre el protagonista, baja tolerancia a la frustración, querer salirse siempre con la suya, tendencia a la agresividad, tendencia a molestar a sus hermanos pequeños, se ríe de los demás, no acepta bien la autoridad,…

¿Existe un perfil de víctima?

Cualquier niño o adolescente puede ser víctima, basta con que el agresor encuentre el punto débil donde atacar, puede ser el aspecto físico, que saque buenas notas, que sea de otro país, etc.

Pero también tenemos que tener presente que el agresor buscará personas que se muestren más tímidos, que no destaquen por su popularidad, que les cueste defenderse solos, que tengan un aspecto más débil.

Por tanto, como padres es muy importante que trabajemos la autoestima y la autoconfianza de nuestros hijos, que les demos herramientas sociales y comunicativas y recursos emocionales para que se sientan fuertes y capaces y que le transmitamos la idea de que no pueden permitir que les falten al respecto o que ataquen su dignidad.

Podemos hablar con nuestros hijos para ver cómo se sienten, ayudarles a valorar las cosas positivas que tienen como personas, hablar abiertamente del bullying para que entiendan que él o ella no tiene nada malo, sino que el acosador tiene un problema de autoestima y de inseguridad.

Así mismo, es importante hacerle sentir que no está solo, animarle a realizar actividades fuera del instituto, a hacer nuevos amigos y a pedir ayuda tanto dentro como fuera del centro escolar.

Riesgos del Bullying

Podemos concluir que el bullying es un serio problema que tiene graves consecuencias para las tres partes implicadas a las que se tiene que tratar y dar estrategias para superar dicho problema y prevenir consecuencias más graves en un futuro:

Respecto a la víctima: si no se realiza un trabajo de recuperación de autoestima y empoderamiento, a parte de acarrear serios problemas de salud tanto física como emocional con ansiedad, estrés post-traumático, depresión y baja autoestima, se convertirá en un adulto con más riesgo de sufrir acoso en el entorno laboral, con dificultades para establecer relaciones personales satisfactorias,…

Respecto al agresor: si no se trabaja su agresividad y su patrón relacional, pueden convertirse en futuros acosadores tanto en el mundo laboral como en el personal, con su pareja, llegando a ser delincuentes y pudiendo acabar en la cárcel.

Respecto al grupo: como hemos dicho, callan por miedo a posibles represalias del agresor. Esta actitud es importante revertirla porque el aprendizaje que están haciendo estos jóvenes es el de no actuar por miedo, lo que repercute negativamente en su propia autoestima y en su empoderamiento pues muchos de ellos callan y sufren en silencio las injusticias que están viendo pero optan por la pasividad. Empoderarles tanto a nivel individual como grupal no sólo les beneficia a ellos sino que también es una manera muy eficaz de acabar con el bullying pues si el grupo no sigue al agresor, éste pierde su poder.

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Bullying o acoso escolar: estadísticas, detección y prevención

Cuando hablamos de acoso escolar o bullying estamos haciendo referencia al maltrato psicológico y, a veces, físico que sufren estudiantes de distintas edades por parte.

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martes, 11 de septiembre de 2018

Técnicas objetivas en Evaluación Psicofisiológica

tecnicas-objetivas

INTRODUCCIÓN

Las técnicas objetivas son aquellos procedimientos de recogida de información de eventos psicológicos observables o amplificables, que en gran parte de los casos no son controlables por el sujeto, que utilizan sofisticados aparatos que permiten una administración, registro, puntuación y análisis objetivo sin la intervención del evaluador. Dentro de estas técnicas se encuentran las cognitivas, motora y psicofisiológicas. Las cognitivas incluyen toda aquella instrumentación dirigida a la evaluación de la percepción, de los tiempos de reacción o de la memoria. Las motoras hacen referencia a la instrumentación utilizada en la evaluación de la coordinación motriz. Tanto las cognitivas como las motoras son utilizadas en la Psicología Básica y la Neuropsicología.

La Psicofisiología es una disciplina eminentemente psicológica que estudia los correlatos fisiológicos del comportamiento, y constituye un punto de encuentro entre la Psicología y varias ciencias biológicas, como la Fisiología y la Genética. La Evaluación Psicofisiológica aplica las técnicas, conceptos y teorías psicofisiológicas a la evaluación de los factores que influyen en la salud y en la enfermedad.

Los elementos esenciales en esta disciplina son el registro fisiológico y el contexto psicológico. Lastécnicas de registro requieren tanto un instrumental específico como un proceso secuencial de pasos. El contexto psicológico permite su conexión con procesos psicológicos, y por tanto la valoración psicológica de los cambios fisiológicos.

Algunos de los desarrollos técnicos que han empujado la evaluación psicofisiológica son el descubrimiento del carácter eléctrico de la actividad motora, los cambios en la resistencia de la piel al pasar una pequeña corriente o el descubrimiento de la actividad eléctrica del corazón. James y Cannon fueron los primeros en contribuir teóricamente al desarrollo de la evaluación psicofisiológica, el primero por su teoría de las emociones atribuidas a cambios corporales específico y el segundo por sus aportaciones a la teoría de la activación.

Una de las primeras aplicaciones prácticas fue realizada por Jung, que utilizó la actividad electrodérmica junto con su método de asociación de palabras y tiempo de reacción para detectar palabras emocionalmente significativas para el sujeto o indicadoras de conflicto. Dentro del ámbito clínico algunos de los trastornos más investigados son la ansiedad, el estrés y los trastornos psicosomáticos. En los últimos años se trabaja en la identificación de marcadores biológicos o psicofisiológicos de diversos trastornos como la esquizofrenia y la depresión.

FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS

Clasificación y proceso de obtención de las señales psicofisiológicas

La evaluación psicofisiológica se basa en las técnicas de registro fisiológico, que prácticamente abarcan la totalidad de respuestas del organismo bajo control directo o indirecto del SN y se suelen clasificar en función del tipo de actividad fisiológica registrada y del tipo de mecanismos de control neurofisiológico subyacente. Las técnicas de registro se clasifican según el sistema que rige la respuesta que se mide en tres categorías y sus respectivas actividades psicofisiológicas: El SN Vegetativo o Autónomo se encarga de la actividad electrodérmica, la actividad cardiovascular, la actividad pupilar, la temperatura corporal, la actividad gastrointestinal y la respuesta sexual. El SN Somático se encarga de la actividad muscular, los movimientos oculares y la actividad respiratoria. Y el SNC se encarga de la actividad electroencefalográfica, técnicas derivadas como los potenciales evocados y las técnicas de neuroimagen funcional como la tomografía por emisión de positrones y la resonancia magnética.

La obtención de las respuestas psicofisiológicas sigue una secuencia más o menos estándar aunque con aspectos específicos propios de cada una de ellas: captación, transformación, amplificación, registro, análisis e interpretación de la señal. Las 4 primeras fases se han realizado tradicionalmente por medio de los polígrafos. Actualmente las fases de registro y análisis están informatizadas y son más potentes.

La captación de la señal depende de sus características de origen. Las señales psicofisiológicas son de  dos tipos: señales bioeléctricas y fenómenos físicos. Las señales bioeléctricas tienen su origen en los fenómenos eléctricos existentes en las membranas celulares, y su captación se realiza mediante electrodos. En las señales físicas la captación se realiza mediante transductores, o sensores que las convierten en eléctricas.

En la secuencia temporal de la evaluación hay que observar cuatro fases (ver fig 9.11):

Una primera fase o período de adaptación del sujeto a la situación de evaluación, cuya duración debe ser al menos de cinco minutos, en la que no se evalúa ningún tipo de variable.

Una segunda fase o período, también sin estimulación, que se suele llamar de línea base, en este momento ya se realiza la toma de datos fisiológicos.

En la siguiente fase, se presenta la estimulación o se realiza una tarea y se lleva a cabo la evaluación fisiológica de las variables que se estén estudiando. Su duración es variable, dependiendo de las tareas que el sujeto tenga que realizar. En esta fase interesa evaluar la actividad o las respuestas específicas asociadas a estímulos concretos o a procesos psicológicos que se activan o ponen en marcha en esta fase.

Es frecuente, aunque no necesario, que haya una última fase después de la presentación de la estimulación, denominada período de recuperación, en la que también se evalúan las variables fisiológicas, pero sin la presentación de estímulos o la realización de determinadas tareas. Se espera que se dé una vuelta a los niveles de la línea base de la segunda fase.

Principales tipos de actividad psicofisiológica

Sistema nervioso vegetativo o autónomo

La actividad eléctrica de la piel ha sido la señal vegetativa más estudiada. La actividad electrodérmica

(AED) de un organismo es la facilitación u oposición diferencial al paso de la corriente eléctrica o incluso su generación. La AED puede ser medida a través de dos tipos de registro: monopolar y bipolar.

El registro monopolar se caracteriza por la captación de la actividad eléctrica natural de la piel mediante la diferencia de potencial entre dos puntos de su superficie. Debido a las pequeñas cantidades registrables en los organismos vivos, generalmente viene expresada en (mV) (ver fig 9.2.). En el registro bipolar se aplica una fuente eléctrica de corriente externa que, transmitida a través de uno de los dos electrodos, atraviesa la piel y es captada por el otro electrodo. Si se utiliza un registro bipolar se puede medir la resistencia, en Kohms, o la conductancia en microsiemens.

Cuando estudiamos la AED podemos obtener dos tipos de medidas, tónicas y fásicas. Dentro de lastónicas distinguimos los niveles basales y las respuestas inespecíficas. Se llama nivel basal de conductancia (SCL – Skin Conductance Level) a la conductancia absoluta evaluada en un cierto momento. Generalmente el valor se obtiene promediando varias medidas obtenidas en distintos momentos de un registro. Se considera como un índice de activación simpática y es bastante estable en sujetos normales. Las respuestas inespecíficas (NSR – Non-Specific Responses) son los cambios producidos en los niveles basales que no están relacionados directamente con estímulos concretos. Se consideran también un índice de activación simpática.

Los cambios fásicos, o respuestas de conductancia (SCR – Skin Conductance response) son las respuestas provocadas por estímulos presentados por el evaluador. Las respuestas consisten en un aumento en la conductancia y una recuperación posterior, más rápidos ambos que los cambios que se producen en los niveles tónicos.

Los parámetros más frecuentemente estudiados en las respuestas de conductancia (ver fig 9.4.) son, por una parte, la amplitud de la respuesta, que se define como la deflexión máxima de la SCR en comparación con el nivel de conductancia inmediatamente anterior; y por otra, el tiempo de latencia, que es el período transcurrido desde el inicio de la presentación del estímulo hasta el comienzo de la respuesta.

La actividad electrodérmica es un índice de activación general, que posee un carácter más bien inespecífico, indicando el grado de movilización del organismo ante un estímulo o ante una situación determinada. Es el resultado de la actividad de la división simpática del sistema nervioso vegetativo.

La actividad del sistema cardiovascular tiene como función específica el bombeo y la distribución de la sangre por todo el organismo. En su evaluación las medidas más utilizadas son la frecuencia cardiaca, la actividad vasomotora periférica y la presión sanguínea. La frecuencia cardiaca o ritmo cardíaco es la medida cardiovascular más frecuente y la principal medida de la actividad del corazón. Su registro se puede obtener fundamentalmente a través de dos métodos: el electrocardiograma y los registros pletismográficos.

En el ECG se registra la actividad eléctrica del músculo cardíaco desde la superficie externa del cuerpo. La frecuencia de los latidos cardíacos puede determinarse fácilmente, ya que el intervalo entre dos latidos sucesivos, llamado período cardíaco, es el valor inverso de la frecuencia cardiaca (ver fig 9.5.). Esta señal está compuesta por 5 componentes denominados P, Q, R, S y T. El ciclo cardíaco se inicia con una despolarización del nódulo sinusal, lo que provoca la contracción de las aurículas y el paso de la sangre a los ventrículos. Esta despolarización y contracción auricular se manifiesta por la onda P. Después la señal eléctrica se transmite al nódulo aurículo-ventricular y se produce otra despolarización y contracción ventricular, lo que provoca el paso de la sangre a las arterias y se manifiesta por la aparición del completo Q R S. Finalmente se produce una relajación de los ventrículos y su repolarización, que se manifiesta por la onda T.

Los registros pletismográficos, que detectan los movimientos pulsátiles de la sangre a su paso por determinadas partes de la periferia del cuerpo, también nos sirven para calcular la frecuencia cardiaca. El transductor se suele colocar en las falanges distales de los dedos. El ritmo cardiaco presenta cierta irregularidad que se denomina variabilidad de la frecuencia cardiaca. En condiciones normales los componentes de alta frecuencia de esta variabilidad dependen de la división parasimpática del SN vegetativo. Así, la variabilidad de la frecuencia cardíaca es un índice de la actividad parasimpática asociado a distintos procesos o estados, como el nivel de activación, la respuesta de defensa o la mayor o menor relajación del sujeto.

La presión sanguínea es la fuerza o presión que soportan los vasos sanguíneos. Se registra tradicionalmente a través de medidas discontinuas con el esfigmomanómetro. La presión sistólica refleja la elevación en el nivel de presión como consecuencia de la contracción cardiaca y la consiguiente expulsión de sangre al torrente circulatorio. La diastólica indica la fuerza con la que la sangre retorna al corazón.

Las áreas psicológicas fundamentales de investigación y aplicación de la actividad cardiovascular son: el estudio de la motivación, la activación, el estrés, el reflejo de defensa, las emociones, el procesamiento de la información, los procesos básicos de aprendizaje (condicionamiento clásico e instrumental) y los aspectos psicosomáticos que inciden en algunos trastornos cardiovasculares.

El método empleado en la medida de la respuesta pupilar es la pupilometría fotográfica, y el análisis de imagen que permiten valorar las características de dichos cambios. La dilatación pupilar guarda relación con el esfuerzo mental, la actividad física y en general con el nivel de activación del organismo.

La temperatura corporal está determinada fundamentalmente por el sistema vascular periférico y es constante salvo caso de enfermedad, aunque también puede variar con el ejercicio y con la temperatura del medio. Puede ser medida directamente mediante el clásico termómetro, o indirectamente a través de un termopar o termistor que convierte la temperatura en señal eléctrica con indicación numérica o gráfica de la misma. Como áreas de estudio en las que se ha utilizado la evaluación de la temperatura podemos destacar la migraña y la enfermedad de Raynaud.

En cuanto al sistema gastrointestinal, la variable evaluada con más frecuencia es la motilidad gástrica, que puede obtenerse a través del registro de los potenciales musculares con electrodos externos de electromiografía denominándose electrogastrografía. En general, la activación vegetativa simpática disminuye la motilidad gástrica. La actividad del sistema gastrointestinal ha sido evaluada como índice emocional. Se ha estudiado en problemas psicosomáticos como las úlceras duodenales y el colon irritable. Asimismo ha sido empleada en investigaciones sobre el estrés.

Los métodos de registro más utilizados en el estudio de las respuestas sexuales se denominan técnicas pletismográficas. Dentro de éstas, y en la evaluación de las respuestas masculinas, lo más frecuente es la medición de la circunferencia del pene realizada con indicadores de tensión o galgas. En la evaluación de las respuestas sexuales femeninas las medidas más utilizadas son las de vasocongestión vaginal, a través de fotopletismógrafos vaginales. La evaluación de la respuesta sexual se utiliza para hacer diagnósticos diferenciales y funcionales, para diseñar el tratamiento en las disfunciones sexuales y como punto de referencia de la eficacia del tratamiento, pudiendo interesar diferentes parámetros de las mismas, como latencia, duración, gradiente de aparición, de desaparición, o amplitud.

Sistema nervioso somático

Con respecto a estas medidas destaca la actividad muscular. Jacobson, a principios del s. XX estudió la

relajación muscular y su medida, y sus trabajos proporcionaron las bases tecnológicas dela modernaelectromiografía(EMG). Ésta consiste en el registro de las corrientes eléctricas producidas por la contracción muscular o por la reacción de un músculo a un estímulo eléctrico (ver imagen 9.3.). Una variable para la que la actividad muscular resulta especialmente interesante es la expresión emocional, a través de la electromiografía facial. Otras áreas de estudio son la relajación, las cefaleas tensionales o jaquecas, la fatiga y la rehabilitación neuromuscular.

Los movimientos oculares tienen como principal función orientar los ojos de forma que la imagen del objeto se proyecte sobre la fóvea. Para su evaluación suele utilizarse la electro-oculografía (EOG), que consiste en la detección de los cambios de potencial córneo-retiniano que tienen lugar con los cambios del ojo. Los electrodos se sitúan alrededor de las órbitas oculares (ver fig 9.6.). Otros procedimientos basados en el registro del movimiento de un haz de luz proyectado sobre la pupila y reflejado por ésta, indican con precisión en qué objetos o elementos del entorno visual el sujeto fija su mirada.

Las aplicaciones de este campo son múltiples: puede servirnos para conocer la conducta ocular de los buenos conductores de automóvil, e incluso de ferrocarril y aeroplano. Los movimientos oculares son útiles para conocer las preferencias estimulares en sujetos que no pueden informar verbalmente, como los lactantes. Permiten medir diferentes componentes de los procesos lectores.

La profundidad de la respiración y la frecuencia respiratoria se miden por medio de una banda de goma flexible rellena de mercurio o que dispone de un sensor de tensión, que transmite los cambios de volumen torácico producidos por la espiración y la inspiración. A esta forma de evaluación se le denomina pneumografía pletismográfica. También se pueden medir la amplitud y frecuencia respiratoria a través de un termistor colocado cerca del orificio nasal.

Otra técnica de registro para medir directamente la cantidad o volumen de aire que el sujeto inspira o espira es la espirometría. Bajo excitación o activación emocional, la respiración se agita, aumentando la frecuencia respiratoria. En el otro polo de la dimensión, el correspondiente a la relajación, la respiración se hace más lenta y profunda. Esta respuesta se considera frecuentemente como un indicador de ansiedad y relajación, y es útil en la evaluación de trastornos psicosomáticos, como el asma. También se ha observado que a medida que aumenta el esfuerzo mental se produce una respiración menos profunda, incrementándose su frecuencia.

Sistema nervioso central

La electroencefalografía (EEG) es la técnica de exploración de la actividad bioelétrica cerebral detectada a través del cuero cabelludo por electrodos sujetos mediante unas gomas o un casco, en una disposición simétrica que cubre ambos hemisferios. En el sueño la actividad alfa característica del reposo vigil va desapareciendo progresivamente, siendo sustituida por ondas lentas theta y delta, y por los husos del sueño que van dominando la mayor parte del trazado EEG a medida que se van recorriendo las distintas etapas del sueño no paradójico o no REM. Otras áreas de estudio son la actividad cortical durante la realización de tareas, el procesamiento de la información cognitiva y emocional, y la especialización hemisférica.

En el análisis de los potenciales evocados se aplica la técnica de promediar la actividad eléctrica cerebral suscitada por la presentación repetida de un estímulo o suceso. La presentación de estímulos provoca respuestas corticales en la zona de proyección de la corteza correspondiente a la modalidad sensorial del estímulo y en otras localizaciones. Los potenciales evocados están compuestos por diversas ondas que varían en su polaridad, frecuencia y amplitud. Estas ondas se denominan componentes y se identifican de acuerdo con su polaridad, los componentes positivos con la letra P y los negativos con la N, y su latencia en milisegundos correspondiente al vértice o pico del componente en cuestión (ver fig 9.7.). La variación negativa contingente es otra respuesta EEG evocada que aparece como una amplia onda negativa desencadenada por un estímulo que actúa como señal de otro posterior. Este segundo estímulo indica al sujeto que debe realizar una tarea sencilla.

El componente P300 es una onda de polaridad positiva que alcanza su punto máximo aproximadamente a los 300 ms de la presentación de un estímulo nuevo, infrecuentemente sorprendente, o que requiere una toma de decisiones por parte del sujeto. Las variaciones en su forma, latencia y amplitud pueden proporcionar información sobre los procesos atencionales y sus anomalías.

Las técnicas de neuroimagen funcional indican la actividad del cerebro, cortical y a veces subcortical, en el sujeto despierto mientras éste realiza tareas o descansa, con una incomodidad mínima. En concreto, la tomografía por emisión de positrones (TEP) permite determinar el nivel de actividad metabólica en cada región del cerebro, proporcionando información fisiológica sobre qué áreas están activas y en qué grado.

Con la resonancia magnética se obtienen secciones transversales de cortes muy finos del cerebro, permitiendo distinguir de modo muy preciso entre tejido sano y enfermo y aportando datos funcionales.

Conceptos básicos en la evaluación psicofisiológica

Existen una serie de conceptos que forman parte del cuerpo teórico y metodológico de la evaluación psicofisiológica, como son los de activación y reactividad. Por otro lado, la actividad fisiológica y especialmente las respuestas reflejas se relacionan, en determinadas circunstancias, con procesos psicológicos como la atención, la memoria, el aprendizaje y la emoción. A su vez estas respuestas están sometidas a una serie de principios o procesos de plasticidad, como son habituación, condicionamiento, inhibición, y potenciación o sensibilización, que también se pueden ver afectados en algunos de sus parámetros por procesos o variables psicológicas o psicopatológicas.

La activación es un constructo hipotético que refleja el aumento o disminución de la excitabilidad, actividad o reactividad del SNC y del SNP (vegetativo y somático). La activación puede medirse a través de distintos índices: el EEG, los niveles de actividad electrodérmica o la frecuencia de sus respuestas inespecíficas. Duffyentiende que la activación se caracteriza por presentarse en un continuo que va desde estados de máxima alerta hasta el sueño y coma. Pero esta concepción unitaria de activación ha recibido críticas basadas en la baja correlación que existe a veces entre los distintos parámetros psicofisiológicos, y la disociación entre estos parámetros y la conducta. Los críticos de la teoría clásica defienden que existen diferentes patrones de activación para diferentes situaciones y para diferentes personas.

La reactividad se refiere a la intensidad y características de las respuestas fisiológicas de los sujetos a los cambios en su medio. Las tres más importantes son la respuesta de orientación, la de defensa y la de sobresalto. La respuesta o reflejo de orientación es la reacción del organismo ante un estímulo nuevo o significativo. Afecta a muchos sistemas del organismo, siendo el mejor indicador la conductancia de la piel. Es un ejemplo de una reacción atencional, fásica o pasajera, ante un acontecimiento externo.

El reflejo de defensa es la reacción del organismo ante un estímulo de alta intensidad. Afecta a numerosos sistemas de respuesta y suele estudiarse a través de la respuesta cardiovascular, cambios en la frecuencia cardiaca, elevaciones en la presión arterial o cambios vasomotores que afectan al volumen del pulso periférico o cefálico. Es la reacción habitual ente estímulos que pueden dañar el organismo. El reflejo de defensa forma parte de las respuestas emocionales negativas y de la llamada respuesta de huida o ataque.

La respuesta o reflejo de sobresalto aparece ante estímulos de mayor intensidad que los que suscitan la respuesta de orientación, pero que no llegan a provocar la respuesta de defensa. En el ser humano se suele estudiar a través del reflejo de parpadeo ante un estímulo intenso.

Los estímulos que resultan interesantes a los sujetos, provocando una respuesta de orientación, producen una momentánea disminución de la frecuencia cardiaca. Mientras que los estímulos que resultan desagradables por su elevada intensidad, provocan un reflejo de defensa, que se manifiesta a través de taquicardia durante unos segundos.
Otro grupo de conceptos básicos son los que se agrupan bajo el término plasticidad. La plasticidad hace referencia al grado de modificación de las respuestas fisiológicas, y los conceptos que comprende son el de habituación, sensibilización, modulación refleja y biofeedback.

La habituación es una de las características de la respuesta de orientación y consiste en la disminución de una respuesta ante la estimulación repetida, o la tendencia de la activación a volver a su nivel preestimular. Se considera como un fenómeno de aprendizaje preasociativo. Se observa tanto en respuestas dependientes del SNC como del SN vegetativo. En los esquizofrénicos la habituación de los reflejos de orientación es mucho más lenta que en sujetos normales. La sensibilización es el aumento de la intensidad de la respuesta como consecuencia de la estimulación repetida, fundamentalmente, ante estímulos aversivos.

Todas las respuestas pueden ser alteradas en sus parámetros por la presentación de estímulos externos o por procesos psicológicos, fenómeno que se conoce como modulación o modificación refleja. Así, la respuesta de orientación ante un estímulo nuevo puede verse debilitada por la presentación en los instantes inmediatamente anteriores, de un estímulo más débil. El fenómeno de modificación refleja que más se ha estudiado es el que afecta a la respuesta de parpadeo de sobresalto, que se ve potenciada en los estados emocionales negativos y debilitada en los positivos.

El biofeedback es el conjunto de procedimientos destinados a proporcionar a una persona información inmediata y precisa de algún aspecto de su actividad biológica con el fin de que aprenda a regular o controlar voluntariamente dicha actividad. La instrumentación y el proceso que se sigue para la obtención de las señales fisiológicas es similar a las técnicas de registro psicofisiológico.

Dos importantes propiedades de los sistemas psicofisiológicos son la homeostasis y la ley de los valores iniciales. La homeostasis hace referencia a la tendencia del organismo a mantener condiciones constantes o un estado de equilibrio entre los diferentes elementos del organismo. Es un proceso de autorregulación que tiene lugar en todo el organismo y su función es proteger su integridad y asegurar su buen funcionamiento. La ley de los valores iniciales afirma que la magnitud de una determinada respuesta fisiológica ante un estímulo o situación depende del nivel previo de activación del sistema medido. Habrá una relación negativa entre la línea de base previa a la estimulación y la amplitud de la respuesta. Este efecto se ha encontrado en la mayor parte de las respuestas cardiovasculares pero no en la actividad electrodérmica.

EVALUACIÓN PSICOFISIOLÓGICA EN ÁMBITOS CLÍNICOS

La evaluación psicológica es multimodal, así se deben tener en cuenta tanto los cambios fisiológicos, como los conductuales y los subjetivos, derivados de cuestionarios y de autoinformes, en la evaluación del paciente.

Marcadores biológicos e indicadores psicofisiológicos

La evaluación psicofisiológica busca indicadores objetivos de los trastornos o estados psicopatológicos, en comparación con los datos, más subjetivos, obtenidos a través de entrevistas y cuestionarios. Persigue encontrar o identificar criterios diagnósticos o marcadores biológicos que distingan a individuos con trastornos diferentes.

Un tipo especial de indicadores psicofisiológicos son los que se emplean como marcadores biológicos. Éstos se definen como cualquier variación estructural o funcional asociada a un trastorno y que define una población psicopatológica. Hay tres tipos fundamentales de marcadores: episódicos, que sólo aparecen durante la crisis en las que se manifiesta el trastorno, señalando el principio y el final del mismo.Losmarcadores de vulnerabilidadidentifican a personas de la población en las que es más probable que se desarrolle el trastorno, pudiendo ser o no genéticos. Los marcadores genéticos son heredables e indican un conjunto patogénico de genes o un gen aislado del que depende la expresión del trastorno. Serían marcadores de vulnerabilidad que indican un genotipo, que pueden expresarse total, parcialmente o de ninguna manera. Los endofenotipos serían una clase de marcadores genéticos que indican predisposición a padecer un trastorno que, aunque no sean directamente observables, pueden detectarse a través de técnicas psicofisiológicas. Los marcadores genéticos deben reunir las características siguientes: presentan una tasa baja en la población general, son temporalmente estables, identifican a los individuos de riesgo para manifestaciones de síndromes y subsíndromes del trastorno en cuestión, son específicos respecto a la categoría diagnóstica, están presentes durante la remisión de síntomas, se dan en los parientes en primer grado, en mayor proporción que en la población general.

La investigación sobre los marcadores psicofisiológicos se ha realizado desde dos aproximaciones. Una consiste en comparar grupos de pacientes pertenecientes a categorías diagnósticas distintas y normales. En este caso, el objetivo de la comparación es la búsqueda de marcadores que nos permitan hacer un diagnóstico diferencial correcto, además de orientarnos sobre los procesos psicológicos o fisiológicos alterados en cada tipo de patología. La segunda aproximación consiste en comparar un grupo de pacientes consigo mismo. Así se estudian las posibles subclasificaciones o diferenciaciones dentro de la misma categoría diagnóstica, y/o la evolución diferencial del trastorno a lo largo del tiempo con el fin de predecir el curso de la enfermedad, la respuesta al tratamiento o la probabilidad de recaídas.

Las medidas psicofisiológicas poseen un gran potencial para ser utilizadas en evaluaciones clínicas. Pero por el momento, no se dirigen tanto a establecer métodos y técnicas de evaluación y diagnóstico comparables a las que se emplean en medicina o en psicometría, sino a: mejorar el diagnóstico con técnicas de exploración fisiológica, de carácter objetivo, conocer mejor un trastorno, de forma que se pueda profundizar más en sus componentes biológicos y en las relaciones entre estado psicológicos y variables y procesos fisiológicos, a distinguir entre subgrupos de pacientes.
Las respuestas psicofisiológicas varían en distintos grupos de pacientes, pudiendo indicar la presencia de un trastorno.

Un ejemplo son el grupo de trastornos que se denominan genéricamente psicosomáticos: algunos tipos de hipertensión arterial,
cefaleas musculares (jaquecas) y vasculares (migrañas), insomnio, enfermedad de Raynaud, asma, trastornos gastrointestinales, disfunciones sexuales.

En estos trastornos, las características primarias son fisiológicas y las medidas psicofisiológicas forman parte esencial del diagnóstico del trastorno y posiblemente de su tratamiento. En otros trastornos, como las adicciones y fobias, aunque no sean estrictamente fisiológicos, se dan componentes fisiológicos que forman parte o están asociados al trastorno.

El indicador puede estar asociado a uno o más de los procesos psicológicos asociados al trastorno o a las alteraciones psicológicas que definen o son base del trastorno. Ej de utilización de las técnicas psicofisiológicas en evaluación de trastornos psicofisiológicos:

  1. Evaluación de síntomas específicos en trastornos en los que los síntomas fisiológicos son una parte definitoria del trastorno. Ej: ansiedad, pánico, estrés post-traumático.
  2. Caracterización o identificación de personas en riesgo de trastornos psicológicos, como las adicciones.
  3. Respuesta a cuestiones clínicas específicas. Pueden servir para evaluar la eficacia del tratamiento, la consecución de los objetivos, el pronóstico, el engaño en el informe verbal del paciente o la probabilidad de recaída. Ej: hiporreactividad electrodérmica en depresivos y mayor tendencia al suicidio o la hiperreactividad cardiovascular y la mayor tendencia a la recaída en los fóbicos.
  4. Mejora del conocimiento de los trastornos psicopatológicos y de sus causas. Son útiles para la identificación de la etiología de trastornos como la determinación de marcadores fenotípicos para conocer el patrón de riesgo genético. También para identificar factores causales o desencadenantes: qué estímulos provocan la respuesta de ansiedad o la fobia.
  5. Obtención de una mayor precisión en los criterios diagnósticos de un trastorno mental o contribuir a mejorar un diagnóstico diferencial. Puede servir para dirigir el tratamiento o seleccionar la respuesta a cambiar.
  6. Mejor identificación de subgrupos de pacientes. P. ej, en los trastornos sexuales la disfunción eréctil puede ser orgánica o psicógena, los esquizofrénicos que no responden en la actividad electrodérmica muestran también síntomas negativos (confusión, aislamiento, catatonia, depresión), los que muestran hiperreactividad tienen síntomas positivos como alucinaciones o delirios, la depresión retardada, en comparación con la agitada o ansiosa, se caracteriza por una actividad electrodérmica menor.
  7. Un caso especial lo constituyen las técnicas de biofeedback, que persiguen el control voluntario de una o más respuestas fisiológicas y en el que la evaluación psicofisiológica es determinante en todo el proceso terapéutico. Éstas se aplican cuando un problema clínico presenta un sistema o una respuesta fisiológica alterada.

La evolución psicofisiológica encaja bien en los principios de las terapias conductuales, permite una mejor selección de los objetivos terapéuticos, qué respuestas fisiológicas hay que modificar.

Problemas y dificultades en la evaluación

La fiabilidad indica la precisión de un instrumento de medida, y en el caso de las técnicas que estamos estudiando podemos encontrar diversos factores que las afecten. Factores a controlar para que no disminuya la fiabilidad del registro son: el ruido, la luz, la temperatura y la humedad. Así se recomienda hacer habitaciones insonorizadas y con el resto de las condiciones estables. También la fiabilidad puede verse afectada por movimientos voluntarios o involuntarios del sujeto en evaluación produciendo lo que se denominan artefactos. También se deben tener en cuenta el momento del día en el que se realiza la prueba, si toma medicamentos, el momento del ciclo menstrual, etc.

La validez indica la relación de la medida que hacemos con lo que realmente pretendemos medir. En el caso de la evaluación psicofisiológica el problema surge cuando hacemos las interpretaciones de los registros fisiológicos como indicadores de algún aspecto psicológico o psicopatológico. El contexto y las tareas experimentales son determinantes en la interpretación que hagamos de los indicadores, por ello es fundamental conocer la literatura sobre cada uno de ellos. La validez ecológica es la que presenta mayor dificultad, debido a que no es posible trasladar sin más lo obtenido en un registro de laboratorio a la vida real.

Existe una amplia variabilidad en las respuestas o reactividad diferencial de los sujetos que pone en cuestión la comparabilidad y generalización de los datos obtenidos en una muestra normal o psicopatológica. Además, las correlaciones entre varias medidas fisiológicas son modestas y tienden a no ser significativas. Los trastornos psicológicos son multimodales, existen numerosas diferencias individuales en su etiología y expresión. Estos factores interactúan entre sí y cambian con el tiempo de forma “desincrónica”: un componente subjetivo del trastorno puede mejorar, pero otro, fisiológico p. ej, puede mejorar menos o incluso empeorar. La medida que se utiliza en un momento determinado puede no ser el mejor indicador del estado del trastorno o de los efectos de la terapia. Existen para combatir este problema formas de control experimental, como son la combinación de indicadores o medidas.

Muchos de los indicadores tienen falta de especificidad. P. ej, una amplitud de la P300 disminuida, a pesar de ser la anomalía psicofisiológica más constante en la esquizofrenia, puede caracterizar alcoholismo, depresión, antisociabilidad, alzheimer, TOC y trastornos atencionales y del aprendizaje.

Ansiedad y trastornos de ansiedad

Desde el punto de vista psicofisiológico, ansiedad y relajación pueden situarse en el continuo de activación, con diferencias fisiológicas importantes que acompañan a uno y otro estado. En poblaciones no clínicas la mayor o menor ansiedad va acompañada de cambios importantes en la actividad del SN vegetativo simpático. El índice más característico de un aumento en el estado de ansiedad es la frecuencia de respuestas electrodérmicas inespecíficas, así como una habituación más lenta de las respuestas específicas. En cuanto a las respuestas cardiovasculares, aparece una aceleración del ritmo cardiaco, una disminución del volumen de pulso periférico asociada eventualmente a la palidez facial, y un aumento de la presión arterial, fundamentalmente sistólica.

Aumenta la frecuencia respiratoria y disminuye la profundidad de la respiración. También se produce un aumento del tono muscular, especialmente en los músculos de la frente, antebrazo y en el músculo trapecio. Se dan otros cambios motores como el temblor y un aumento en la frecuencia de parpadeo.

Evaluación psicofisiológica de los trastornos de ansiedad

La utilidad clínica de los índices fisiológicos es mucha. Un punto de partida suele ser que los sujetos

ansiosos poseen un nivel de activación mayor que los no ansiosos, pero esto requiere matizaciones. Las personas con trastornos de ansiedad muestran una habituación más lenta de sus respuestas electrodérmicas y mayor frecuencia de sus respuestas inespecíficas. Sin embargo, las respuestas electrodérmicas de los sujetos ansiosos no son siempre mayores que las de los no ansiosos. En general, la AED refleja más el nivel general de activación del organismo que el miedo.

Por su parte, la modulación del reflejo de parpadeo muestra una potenciación cuando lo que se presenta a los fóbicos es el objeto de su fobia. Igualmente se activa el músculo facial corrugator cuando se presentan expresiones emocionales negativas más que cuando lo que se presentan son estímulos no relacionados con la fobia. Los sujetos fóbicos reaccionan con aceleración del ritmo cardíaco, propio de una respuesta de defensa ante estímulos visuales que muestran el objeto de su miedo. El EEG de los fóbicos tiende a mostrar un ritmo alfa más rápido o predominio del beta. Los estímulos fóbicos provocan en los pacientes respuestas EEG de mayor amplitud que en sujetos no fóbicos.

La evolución psicofisiológica de pacientes con trastornos de ansiedad muestra también importantes diferencias entre categorías diagnósticas. Los pacientes con ansiedad generalizada muestran la mayor reactividad psicofisiológica y la menor habituación, seguidos de los pacientes agorafóbicos y con fobias sociales. Mientras que los sujetos normales presentaban la menor reactividad y mayor habituación, seguidos de los pacientes con fobias específicas.

Existen diferentes estudios basados en datos EEG o de neuroimagen que indican una actividad hemisférica cerebral diferente según el tipo de trastorno. La mayor activación del hemisferio derecho aparecería en pacientes con crisis de pánico, ansiedad flotante o generalizada con abundantes síntomas físicos, mientras que la mayor activación del hemisferio izquierdo corresponde a pacientes con ansiedad cuya característica fundamental es la preocupación, acompañada de intensa actividad cognitiva anticipatoria, pensamientos forzados o de evaluación del estímulo de tipo agorafóbico.

La respuesta de relajación

El efecto general de la práctica de las técnicas de relajación es una disminución en el nivel general de

activación, con descenso del tono muscular general. Provoca también descensos en la presión arterial, tanto sistólica como diastólica, y aumentos de vasodilatación periférica. Uno de sus principales efectos es disminuir la hiperventilación y la frecuencia respiratoria. Hay una dominancia de la respiración abdominal, con mayor amplitud que la respiración torácica, con un aumento de la variabilidad de la frecuenta cardíaca, indicadora de un predominio de la actividad vegetativa parasimpática.

El control de la respiración puede modificar la calidad y la profundidad de la relajación. La respiración pausada disminuye el nivel de activación en situaciones estresantes, con descensos en la conductancia cutánea.

Depresión

En general, existe un patrón de respuestas autonómicas en los pacientes depresivos caracterizado por un aumento en la actividad cardiovascular (frecuencia cardiaca), una disminución de la actividad electrodérmica (menor reactividad y menores niveles basales de conductancia) y una disminución de la secreción salival. En los depresivos retardados, con inhibición psicomotora, hay menores niveles de conductancia que en los depresivos agitados o ansiosos, aunque no aparece siempre este resultado.

En relación con la presencia de un número muy reducido de respuestas electrodérmicas se ha observado que éste es un indicador de una mayor propensión a la conducta suicida en depresivos. En cuanto a la actividad somática, los patrones de actividad EMG de los músculos faciales son los más interesantes. Los deprimidos muestran un mismo patrón de respuesta en las situaciones emocionales de alegría y de tristeza.

Por lo que respecta a la actividad electroencefalográfica evaluada en reposo, la amplitud del ritmo alfa es mayor en sujetos con depresión que en normales. Los trastornos del sueño acompañan a la depresión. Los deprimidos tienen una menor latencia de sueño REM, mayor densidad de movimientos oculares rápidos en esta fase y anomalías en la distribución del REM a lo largo de la noche. La privación del sueño REM mejora la depresión y los fármacos que suprimen este sueño posen un efecto antidepresivo en pacientes con depresión endógena.

Esquizofrenia

Los marcadores psicofisiológicos más importantes en la esquizofrenia son: los movimientos oculares, la modulación inhibitoria del reflejo de sobresalto, los potenciales evocados y la actividad electrodérmica.

Los esquizofrénicos muestran irregularidades en los movimientos oculares lentos de seguimiento, caracterizados en su caso por una anómala alta frecuencia de movimientos rápidos, lo que revela un problema en el control inhibitorio. Este problema aparece en el 50-80% de los pacientes esquizofrénicos, y en el 45% de sus familiares biológicos de primer grado. Las anomalías que aparecen en los movimientos oculares en la esquizofrenia no parecen ser causadas por falta de cooperación o por la medicación neuroléptica. Que también se den en los familiares de primer grado que no presentan la sintomatología esquizofrénica, apunta a que la ejecución en el seguimiento ocular puede ser un marcador genético de propensión a la esquizofrenia asociado más bien a los síntomas negativos de los pacientes (embotamiento afectivo, apatía y anhedonia, catatonia, trastornos atencionales).

El reflejo de parpadeo de sobresalto, o guiño reflejo, provocado por un estímulo auditivo intenso se inhibe si poco antes se presenta otro estímulo de menor intensidad, llamado estímulo prepulso. Esta inhibición prepulso es un proceso protector que permite que el sistema nervioso central lleve a cabo un análisis o procesamiento del primer estímulo, mientras que atenía la reacción de sobresalto del segundo. La inhibición prepulso se da en menor intensidad en sujetos esquizofrénicos e indicaría un problema atencional básico que afecta a la selección de estímulos.

En la evaluación de los potenciales evocados, el componente más estudiado es la onda P300, que está significativamente reducida en pacientes esquizofrénicos. Otra alteración en los potenciales evocados aparece en componentes de menor latencia, de forma que si dos sonidos neutros se presentan con una demora de 500 milisegundos, la respuesta al segundo es menor que si este mismo sonido se presenta aislado. Esta disminución o inhibición no se da en los esquizofrénicos, indicando problemas de inhibición en su SNC.

Los pacientes esquizofrénicos muestran fallos pasajeros en la atención con más frecuencia que los controles. Estas dificultades atencionales pueden contribuir al déficit en la P300, pero no la explican completamente. La magnitud de la reducción se relaciona con la persistencia de síntomas negativos, especialmente en la pérdida de atención, y a signos biológicos como las disminuciones en el volumen de sustancia gris cerebral.

En relación a la actividad electrodérmica se puede destacar que una gran proporción de esquizofrénicos no muestran respuestas de conductancia ante estímulos auditivos inocuos, sujetos a los que se llamano respondientes o no responsivos. Los esquizofrénicos no respondientes tienen un nivel de conductancia y una frecuencia de respuestas inespecíficas menor que los esquizofrénicos respondientes y que los sujetos normales. Y los esquizofrénicos respondientes tienen mayor amplitud de la primera respuesta de conductancia, llamada respuesta de orientación, que los sujetos normales, así como una mayor amplitud de la respuesta de defensa ante un estímulo de mayor intensidad.

La responsividad electrodérmica está relacionada con el cuadro clínico, de forma que los síntomas positivos (delirios y alucinaciones) y negativos de la esquizofrenia se corresponden con la mayor o menor responsividad de los pacientes, siendo la asociación entre síntomas negativos y no responsividad la más importante. Tanto la no responsividad electrodérmica unida a los bajos niveles tónicos, como su opuesto, esto es, la presencia de responsividad junto a altos niveles tónicos, se pueden considerar marcadores de vulnerabilidad de la esquizofrenia.

 Adicción y personalidad antisocial

Los trastornos de personalidad y la impulsividad suelen aparecer asociados a adicciones múltiples y especialmente al alcoholismo. Se han identificado tres indicadores psicofisiológicos que, en una muestra de adolescentes, sirven para identificar cuáles de ellos son más propensos a desarrollar adicciones que van acompañadas de trastornos antisociales. Estos indicadores son una amplitud reducida del componente P300 de los potenciales evocados, un control disminuido de la respuesta electrodérmica ante estímulos aversivos precedidos por una señal y control disminuido de los movimientos antisacádicos. Los tres son reveladores de problemas de control inhibitorio que se relacionarían con la impulsividad y a la tendencia a la adicción.

La amplitud reducida de la P300 en alcohólicos es un fenómeno muy conocido, que se interpreta como un indicador de excitabilidad o desinhibición del SNC, que refleja un trastorno en el balance o equilibrio excitación- inhibición del mismo. Esta amplitud disminuida se mantiene durante el periodo de abstinencia y se encuentra en hijos de alcohólicos, incluso antes de iniciar la adicción. Muchos investigadores coinciden en que se trataría de un marcador biológico de vulnerabilidad familiar a la adicción alcohólica, asociada a trastornos de personalidad y al subtipo de alcoholismo propio de la personalidad antisocial, conocido como tipo 2 de Cloninger.

El control inhibitorio de la respuesta electrodérmica aparece alterado en tareas en las que la introducción de una señal permite al sujeto prepararse y anticipar un estímulo aversivo. En sujetos con tendencia alcohólica, no aparece una disminución característica de sujetos normales.

Los movimientos antisacádicos aparecen en tareas de fijación ocular en las que se instruye al sujeto para que dirija la mirada en sentido contrario al objeto que aparece en el campo visual, inhibiendo la tendencia natural a seguir con la mirada el objeto. Los adolescentes que puntúan más bajo en su control inhibitorio en estos tres indicadores muestran una mayor probabilidad de sufrir una dependencia alcohólica o de otro tipo.

La entrada Técnicas objetivas en Evaluación Psicofisiológica aparece primero en Psicocode.



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