Vamos con un relato corto, poco conocido, pero que es de gran utilidad para aprender, de manera amena y sencilla, a pensar en positivo, tomar conciencia de todo lo que se tiene, ser agradecido,..
Es válido para todo el mundo, tanto niños como adultos. Además, transmite una serie de valores, de los que se pueden sacar grandes enseñanzas para la vida cotidiana.
Alguno se preguntará:
¿Los cuentos son para niños?
Sí, por supuesto.
¿Y para adultos?
Pues también. Simplemente hemos de tener la mente abierta, disfrutar del relato y, con humildad, captar la enseñanza “oculta”. Recordemos que siempre aprenderemos algo de estos relatos.
El cuento que vamos a ver es…
El zapatero y los duendes
Un zapatero vivía en una aldea con su familia. Tenía su taller en su misma casa, en un humilde edificio.
El zapatero hacía zapatos de cuero y los hacía muy bien. Compraba el cuero. Con sus herramientas de costura hacía zapatos y los vendía. Era conocido por su honestidad. Los aldeanos sabían que este buen hombre nunca los engañaba y que los zapatos que hacía eran los mejores en la aldea.
Sin embargo, no había tenido ningún cliente durante semanas. El pobre hombre no tenía más dinero. Todo lo que tenía era el cuero suficiente para hacer un par de zapatos. Aún así, el zapatero no estaba triste.
Reunió a su familia y les explicó:
“Cortaré al cuero y lo prepararé esta noche. Mañana coseré las piezas y terminaré los zapatos. Entonces los venderé y tendremos suficiente dinero para comprar nuestra cena de mañana”.
Su mujer añadió:
“Demos gracias por lo que tenemos, aunque no parezca mucho. Todo irá muy bien. Encontraremos una solución. ¡Somos afortunados!”
Y la familia se fue a dormir esa noche con alegría e ilusión…
A la mañana siguiente, el zapatero fue a coger las piezas de cuero y… ¡Había un par de zapatos totalmente terminados! ¡Ni el zapatero ni su familia podían imaginar quién había hecho estos zapatos en plena noche!
Todos gritaron:
“¡Somos tan afortunados! ¡Alguien nos está ayudando, pero no sabemos quién es! ¡Qué maravilla!”
Ese día vino un cliente y compró los zapatos. Pagó al zapatero lo suficiente, de modo que pudo comprar cuero para hacer dos pares de zapatos más.
Esa noche, el zapatero cortó el cuero y se preparó para hacer los zapatos al día siguiente.
La familia fue a acostarse, muy feliz de su buena fortuna y satisfechos con la gran cena que habían tomado…
A la mañana siguiente, el zapatero fue a coger las piezas de cuero y… ¡Se encontró dos pares de zapatos totalmente terminados! Toda la familia estaba tan agradecida…
Se preguntaron:
“¿Quién nos está ayudando de manera tan misteriosa?”
La buena fortuna de la familia continuaba. Cada mañana, el zapatero encontraba nuevos zapatos, hechos del cuero que él cortaba la noche anterior. Su negocio funcionaba bien otra vez y empezó a tener mucho dinero.
Una tarde, la esposa le dijo al zapatero:
“Permanezcamos despiertos esta noche y veamos quién es tan bueno con nosotros…”
El marido estuvo de acuerdo, por lo que se ocultaron en una esquina del taller y esperaron. A medianoche aparecieron dos hombrecitos vestidos con trapos. Rápidamente empezaron a coser, cortar y pegar hasta que los zapatos estuvieron listos. Después desaparecieron sigilosamente… El marido y la esposa estaban tan sorprendidos…
La esposa dijo:
“¡Así que son ellos! ¡Unos pequeños duendes! Y los pobrecitos tienen unas ropas tan rotas y sucias… ¡Les haré ropa nueva!”
El zapatero añadió:
“¡Qué hombrecitos más maravillosos! ¡Les haré unos zapatos! ¡Toda la familia a trabajar!”
La noche siguiente, la familia colocó la ropa que había hecho para los duendes en el lugar donde solían confeccionar los zapatos. Pusieron, además, una pequeña nota que decía:
“Muchas gracias por vuestra ayuda”.
Cuando los duendes aparecieron a medianoche, no encontraron ninguna pieza de cuero con la cual hacer los zapatos.
Un duende dijo:
“¡Mira aquí! ¡Nueva ropa y zapatos para nosotros!”
Los duendes estaban tan emocionados… Se vistieron y bailaron felices. Finalmente, bailaron hacia fuera de la puerta y después no volvieron nunca más a visitar al zapatero…
Aunque los duendes no volvieron más, el zapatero y su familia siempre tuvieron suficiente trabajo y dinero para comer…
Moraleja
- Sé agradecido por lo que tienes: tienes más de lo que crees
- No te quejes por lo que no tienes
- A veces, cuando las cosas te van mal, es bueno pensar en las cosas por las cuales has de estar agradecido
- La próxima vez que las cosas te salgan mal…
- Piensa en todas las cosas buenas que tienes
- Agradece todo lo que tienes, aunque no sea mucho (¡como la familia del zapatero!)
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¡Que seas muy feliz!
Photo Credit: Zapatero via Shutterstock
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