martes, 6 de febrero de 2018

La sensación agridulce de cerrar tratamiento psicológico

Aprovechando que empieza este año 2018, del que no espero nada y todo a la vez, me planteo como objetivo cada día agradecer seguir viva. Pues de esto va este post, de un agradecimiento a la vida y a aquellos que me hacen sentir viva en mi trabajo.

Sabéis, quienes habéis trabajado conmigo, que soy defensora de los tratamientos breves pero intensos; dejando cada uno de ellos una huella imborrable. Que privilegiada me siento al poder dedicar mi faceta profesional a algo que me gusta, que es útil para otros, que me llena, me hace feliz y que sé, hago bien (aunque a veces dude de mí misma). Tengo que reconocer que no tuve claro estudiar Psicología (con 17 años es difícil tener claro algo), por aquel momento rondaba mi cabeza Filosofía y aunque no fui una estudiante modelo de nada (me cambié de facultad el tercer año y tardé 7 años en acabarla) logré encontrar mi vocación profesional.

El trabajo del psicólogo no es fácil: conectar con alguien que no te conoce de nada y poder establecer un vínculo terapéutico de confianza, ponerse en los zapatos del otro para entender por lo que está pasando, dejando de lado opiniones personales y ser objetivo; motivar para la adherencia al tratamiento psicológico, intentar que tus emociones suscitadas por el caso queden en su lugar y no interfieran en el tratamiento… y es que realmente no somos rocas en la montaña (sentimos y padecemos como tú).

Ya son más de 10 años los que ejerzo como psicóloga, ya sois muchas las personas que en un momento de vuestras vidas decidisteis contar conmigo, profesionalmente, para acompañaros en vuestro proceso.

Ir la psicólogo: expectativas

Es difícil que pueda olvidar a quienes han confiado plenamente en mí, a quienes me han escuchado incluso cuando decía cosas que no querían oír. Es muy difícil olvidar a quienes se han roto delante de mí sin apenas conocerme…

No todos los tratamientos tienen un comienzo o un final. Hay personas que vienen a una sesión puntual de valoración y asesoramiento pero que no comienzan nada. Otros empiezan el tratamiento y por diversos motivos queda interrumpido…No siempre es necesario un tratamiento psicológico largo en el tiempo, hay veces que los contactos profesionales pueden adoptar la forma de asesoramiento o acompañamiento…pero todo lo que empieza tiene que acabar. Es gratificante para el paciente irse con un alta terapéutica, con un cierre del tratamiento, acompañamiento o asesoramiento.

Ir al psicólogo: duración de la terapia y cualidades del psicólogo

 

También he de decir que son muchos los que acaban el tratamiento psicológico (algo que he vuelto a comprobar estas primeras semanas del año  al dar altas a varios paciente con los que he trabajado en los dos últimos años…) y aunque para los pacientes resulta gratificante el cierre la terapia, también les invade el miedo, la duda de si serán capaces sin esas sesiones cada ciertos meses con su psicólogo…

¡SOIS CAPACES DE ESO Y MUCHO MÁS!

 

Para el psicólogo, cerrar deja también una sensación agridulce. Dulce por haber acabado un trabajo que ha sido útil para alguien, por haber aprendido tanto a lo largo de las sesiones, por despertar inquietudes que me han hecho mejorar. Y agrio por tener que decir adiós…y decir adiós cuando todo va bien es triste también.

Para aquellos que me habéis hecho sentir viva profesionalmente, estaréis presentes en cada nueva sesión. Me dejáis un vacío dulce, que llenaré con las centenares de anécdotas que me aportan un bagaje de un valor incalculable y del que os estaré eternamente agradecida…

¡¡¡Que os vaya, “casi” siempre bonito!!!

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