Los problemas de pareja son una parte normal del desarrollo de las relaciones afectivas. La pareja es un contexto social de interacción con reglas, normas y características propias, dentro de las que se encuentran los problemas de pareja y las dificultades.
La pareja suele pasar por una serie de etapas, dentro de las cuales se encuentran el cortejo, enamoramiento, el compromiso y la consolidación. Todas estas etapas tienen necesidades y exigencias diferentes, y por ello se requiere un ajuste constante por parte de cada uno de los miembros.
En aquellos momentos en los que la pareja no sabe cómo ajustarse a los cambios que surgen en la relación suelen experimentarse problemas y dificultades.
Hay etapas en las que la pareja experimenta grandes cambios que por tanto exigen un gran ajuste. Y es aquí cuando los conflictos suelen alcanzar su punto más alto (crisis de pareja).
Por ejemplo, el inicio de la convivencia, los cambios de residencia, la llegada de los hijos, o la pérdida de un ser querido, suelen poner a prueba la solidez de la pareja. En dichas situaciones es cuando se hace más evidente la incompatibilidad y flexibilidad de los miembros. Si éstos saben cómo superar adecuadamente los conflictos, construirán una base de pareja sólida.
En el caso de que los conflictos no sean superados de manera correcta, se debilita la base de la pareja facilitando así la aparición de nuevos problemas.
Cuando el nivel de conflicto es alto, ya sea por temas cruciales (comprar un piso, tener hijos) o por temas más triviales relacionados con la convivencia (orden, limpieza, compras), la pareja suele experimentar un gran cansancio emocional.
Este cansancio hace más difícil el proceso de resolución de problemas, y por tanto tienen lugar una serie de pensamientos del tipo “no sé si vale la pena seguir juntos”, “quizás es que no estamos hechos el uno para el otro”, “creo que somos muy diferentes”.
En este punto, la pareja puede estar en crisis, se encuentra sensibilizada hacia los problemas y cada vez le afectan más las pequeñas cosas. Por ello, las personas sienten que tienen que hacer algo para cambiar la situación. Se sienten como en un callejón sin salida en el que es necesario decidir si vale la pena luchar por la relación o si es mejor emprender caminos separados.
Como se trata de una decisión difícil, puede ser útil tener en cuenta estos 6 consejos:
1. Valora las soluciones intentadas para resolver los problemas de pareja y recuerda que cantidad no es igual a calidad
Tal y como indicó en su momento un grupo de psicólogos del Mental Research Institute de Palo Alto: la solución es el problema.
Si los miembros de la pareja no saben llevar a cabo una comunicación efectiva basada en la escucha activa y la reciprocidad, la herramienta para solucionar su problema (conversación) termina siendo el problema en sí (porque la conversación se convierte en discusión).
Hemos de aceptar que intentar muchas soluciones no es igual a intentarlo de manera adecuada. Lo principal es explorar qué se ha hecho para solucionar los problemas y analizar si estos intentos han sido adecuados. Si siempre intentamos lo mismo, llegaremos siempre al mismo resultado. Si éste es tu caso, sería conveniente que os deis una oportunidad probando soluciones radicalmente diferentes.
2. Explora el nivel de motivación real para el cambio que tienes tanto tú, como tu pareja
Es básico que las dos partes de la pareja asuman su responsabilidad en el mantenimiento del problema. Las causas ya forman parte del pasado y no se pueden modificar.
Si uno de los miembros de la pareja no asume su responsabilidad, es muy probable que no esté motivado para el cambio. Y, obviamente, sin motivación para el cambio no hay cambio o ajuste posible. En este contexto será muy difícil superar las dificultades y quizás sea mejor realizar lo que en Terapia Breve Estratégica se denomina “separación curativa”. Se trata de separarse unos días y no compartir vivienda, para que la persona con baja motivación para el cambio experimente cómo sería su vida sin la otra parte.
3. Identifica los puntos fuertes que tenéis como pareja
Todas las parejas tienen sus puntos fuertes, y éstos son los que harán que se superen los problemas de pareja. Es importante que se cambie la perspectiva: ver lo que nos une en lugar de lo que nos separa o nos hace diferentes.
Si la pareja encuentra que tiene muchos puntos fuertes y varios aspectos personales que les unen, es más probable que puedan superar su crisis y mejorar la satisfacción con la relación.
4. Imagínate en detalle (a corto y, sobre todo, a largo plazo) cómo sería tu vida sin tu pareja
Dejar una relación, casi siempre es negativo a corto plazo; la clave está en cómo nos vemos y nos sentiríamos a largo plazo.
Es decir, una vez haya pasado la tormenta de la ruptura, ¿cómo nos vemos?, ¿más libres?, ¿más felices? En los casos en que la sensación de alivio impregna esta proyección al futuro, es recomendable plantearnos romper con nuestra pareja.
5. Identifica qué tipo de incompatibilidades tenéis como pareja
Se trata de valorar o “medir” el margen de cambio que tiene la pareja. Las personas más flexibles en sus actitudes e ideas, suelen trabajar activamente por un cambio personal y ello facilita la superación de los conflictos.
Mientras que, aquellos con rasgos más rígidos, muestran más dificultad para el cambio personal. Así mismo, hay incompatibilidades que son importantes y centrales, y por ende, más difíciles de cambiar. Por ejemplo, ideas sobre el amor, la fidelidad, los celos, los hijos, etc.
Si la pareja tiene discrepancias en temas de convivencia pero tienen posturas similares en aspectos de la vida que para ellos son claves, es bueno plantearse trabajar para la superación de los problemas de pareja. En el caso de que las incompatibilidades sean en torno a valores personales, será difícil que pueda superarse la crisis sin ayuda profesional.
6. Analiza el efecto que tiene tu pareja en tu autoestima
Has de plantearte si se trata de una relación que te hace crecer como persona o es más bien una relación en la que tu individualidad, deseos y metas se ven frustradas.
La pareja tiene que ser un contexto en el que las personas saquen lo mejor de sí mismas mutuamente. Está claro que los problemas son normales y no todo es “color de rosa”, pero cuando una relación nos “cambia para mal” o nos hace renunciar a nuestras metas, es probable que estemos en una relación tóxica. Si crees que tu pareja perjudica tu autoestima, es bueno que te plantees una ruptura.
Estos consejos pueden guiarte si te estás planteando si es mejor seguir juntos o dejar la relación. En cualquier caso, tienes que centrarte en lo que sientes y piensas desde tus necesidades y afectividad personal.
Recurre al sabio que llevas dentro y piensa qué le dirías a alguien en tu misma situación. Este planteamiento puede ayudarte a salir de dudas.
Photo Credit: Fabio Astone
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