miércoles, 18 de mayo de 2016

Mi experiencia con un trastorno de alimentación

principal

Hoy vamos a compartir la experiencia

Comencé con un trastorno de alimentación desde los catorce años hasta los dieciocho, edad en la que DECIDÍ, por mí misma, pedir ayuda.

En mi casa había problemas familiares, y yo pensé erróneamente, en ocultarme. ¿Por qué? Porque en el colegio todo era muy difícil, yo estaba gordita y claro, eso tampoco gustaba…Por lo que con catorce años te encuentras con problemas familiares, problemas sociales, y problemas con tu propia imagen, lo que NO pensé en ese momento es que lo que estaba empezando a hacer no iba a solucionar mi situación fuera, sino a empeorarla, y así lo hizo.
Cuando después de cuatro años me di cuenta de que a pesar de que mis problemas familiares se estaban solucionando, mis problemas personales, mi trastorno de alimentación, empeoraba cada vez más..


Acabé ingresada en la UTCA (unidad de trastornos de la conducta alimentaria) pedí que me dieran el alta, no aguanté allí. Yo quería recuperarme, estaba decidida, y allí hay personas que por desgracia todavía no son conscientes de que tienen un trastorno de alimentación, lo que me hacía mucho daño, pues tenía que luchar continuamente con mis propios fantasmas, y con los de los demás. ¡¡OJO!! No digo que no sea un recurso válido y NECESARIO, pero yo personalmente no pude soportarlo.

1

Mi madre y yo hablamos con el psiquiatra, y consideró que como era mayor de edad me daría una oportunidad con la condición de seguir dos años en tratamiento ambulatorio y que, a la mínima sospecha de que la situación no iba bien, me ingresarían de nuevo, con o sin mi consentimiento, pues había llegado a un peso límite donde no podía permitirme perder ni un kilo más. Es importante que sepáis que cuando empezáis a normalizar vuestra alimentación tu cuerpo tiene que adaptarse, es decir, estaréis bastante tiempo hinchad@s continuamente, porque ahora el estómago trabaja, antes no tenía nada que trabajar, pues lo machacábamos con vómitos y dejándolo sin su motor de vida, la comida.
Os encontraréis mal, no tendréis hambre por la noche porque tu estómago no ha digerido aún el desayuno de la mañana….sí, sí, hasta ese punto, horas y horas de digestión, pero sobre todo es MUY IMPORTANTE que no dejéis de hacer ninguna comida, que hagáis cinco comidas al día a pesar de sentiros hinchad@s, que incorporéis frutas y verduras, pues estas hacen que la ansiedad disminuya, y que comáis de todo!! Las grasas son muy importantes para funcionar!! (no sabéis lo que me costó aprender esto, pero lo hice =D )

¿Y después?

Cuando acabas el tratamiento ambulatorio, no está todo terminado, al contrario, todo empieza ahora.

Ahora te quedas sol@, tienes miedo, ya nadie te va a llevar el control del peso ni de la conducta, tendrás que luchar porque tu familia crea que estás bien, por demostrar que lo has conseguido, tendrás que poner mucho de tu parte, dejar de esconderte, de hacer cosas sospechosas, tendrás que dejar la puerta del baño abierta cuando hagas tus necesidades o te duches, tendrás que cenar con tu familia y quedarte un rato después con ellos, tendrás que comer dulces y tartas en los cumpleaños y es así, como poco a poco, les irás demostrando que pueden confiar en ti, un duro paseo, ya os lo digo, pues la confianza se pierde por el miedo a que vuelvas a caer enferma (sólo por que se preocupan de nosotr@s, ¡¡OJO!! No es control, es preocupación). El “tendrás” no es imperativo, pero me parece importante que pongamos todo de nuestra parte en nuestra rehabilitación, tanto por la tranquilidad de nuestra familia, como por protegernos a nosotr@s mism@s.

2El tratamiento de verdad para mí, las inseguridades, los miedos, absolutamente todo, comenzó cuando acabé, como he dicho antes, el tratamiento ambulatorio, fantasmas con los que hoy todavía sigo luchando (acabé mi tratamiento hace cuatro años) La comida es del día a día, peleas con ella continuamente, y rehabilitarte de algo que tienes que hacer todos los días, es duro, muy duro y complicado, pero SE PUEDE, y sobre todo, MERECE LA PENA.

Hace un tiempo decidí aceptar lo siguiente: esto es y será, una lucha constante, donde quizá perderé batallas, pero ganaré la guerra.
En mi caso, aún en ocasiones, tengo que estar luchando con ese pepito grillo de mi cabeza que sigue pensando en comida sana, que cada vez le cuesta menos comer tartas y dulces, pero que aún le sigue costando.
Cuidado con la sensación de control (nos creemos que por una vez no pasa nada, pero somos ADICT@S a comer y vomitar, es así, MUCHO CUIDADO, después de un día, vienen muchos más), no tengáis prisa, pues desde que yo tuve mi alta médica hasta ahora han pasado cuatro años, y considero, que aún me queda mucho por aprender, cada día más orgullosa de lo que soy, y de lo que hago, porque sé que aunque me cueste en ocasiones, lo sigo haciendo bien, y lo sé, porque este comportamiento saludable cada vez está más automatizado, pero repito, sin prisa, NO CORRAS PUDIENDO CAMINAR.
Mi vida ahora va viento en popa, tengo mi pareja, mi casa,¡¡¡ mi comportamiento ha cambiado!!! (ya no hay altos y bajos), controlo mis frustraciones de otra manera, no me escudo en la comida, sonrío cada día, (cosa que antes no hacía) tengo unas ganas de vivir increíbles, y a pesar de que aparezca ese pepito grillo, cada día estoy más fuerte para darle una patada a todo eso, ¿por qué? Porque me merece la pena seguir así.
Trabajo y estudio, voy agobiada (no os voy a engañar) y cada día estoy más orgullosa de mí misma, porque controlo ese agobio de otra manera…es decir, es para mí, un estrés saludable, porque lo controlo de manera que no dejo que me sobrepase y me ayuda a seguir, y ¿Sabéis que? Cada día me felicito porque sé que si siguiera con ese problema, no hubiera podido hacer frente a todo esto, no estaría para ejercer en mi profesión, ni para formarme, ni para estudiar, ni para vivir, no tendría fuerzas para nada.
Al principio cuando eres adolescente la enfermedad no se nota tanto dentro de ti, pero cuando pasan los años y empiezas a tener obligaciones es ahí, cuando te das cuenta de que no puedes llevarlo, de que estás agotada y que el trastorno de alimentación, de verdad, te está consumiendo.
¿Consecuencias? Creemos que no, pero las hay, y es importante que sepáis que aparecen a largo plazo, incluso cuando ya no realizas conductas purgativas.
En mi caso son las siguientes: malas digestiones, poca tolerancia a la comida grasa, desórdenes intestinales, dolores de estómago realmente brutales, por ejemplo, cuando te vas de comida a un cumpleaños y comes un poco más de lo habitual, el pelo no ha vuelto a ser igual….y bueno, qué os voy a contar…no digo que me lo merezca, pero son consecuencias de lo que hice hace un tiempo, y oye…tengo que ser justa, y eso, lo tengo que aceptar.
Y ahora os cuento, físicamente, como me siento: cada vez me veo más guapa, con un color de cara que ya no es el de una pared de hospital (completamente blanco) mi cuerpo ha cambiado, y aunque tiene más kilos que cuando estaba enferma, estoy más contenta con mi físico que antes, ¿por qué? Mi estómago no está hinchado, lo que hace que tenga un cuerpo “estilizado” y no me vea descompensada (yo creía que estaba gorda y no, señor@s, lo que pasaba es que mi aparato digestivo estaba inflamado continuamente), me acepto, me arreglo, me pinto las uñas, me arreglo el pelo, me echo cremas…¿parece una tontería verdad? Pues esto antes era incapaz de hacerlo, porque simplemente no tenía fuerzas ni para mirarme a la cara, estaba agotada, solamente me importaba mi atracón y la purgación de después, lo que hacía que todo lo demás dejara de tener importancia.

El verano…una mala época para las personas con un trastorno de alimentación, llega el momento de ponerse el bikini!!…Os cuento:
Los primeros años me costaba muchísimo, lo pasaba mal, hasta lloraba, era una ansiedad y un malestar continuo, no disfrutaba de la playa, no me iba con amigos, me daba vergüenza, estaba continuamente evaluándome a mí y a mi alrededor, me creía que todas las miradas iban hacia la barriga que yo creía tener…realmente, era para mí como el propio infierno.
Tenía muy claro desde el principio que era parte de mi trastorno de alimentación y que tenía que solucionarlo, pero la verdad, es una de las cosas que más me ha costado.

3Estamos en Mayo, ya queda poco para el verano, este año creo que es el que más preparada me veo, ya van pasando los años y he hecho mucha terapia de choque..(todos los años me iba a la playa, me ponía el bikini, y me iba al agua, independientemente de que tuviera un mejor o peor día) se pasa mal, es cierto, pero todo tiene su recompensa, y es que ahora disfruto del mar, cosa que antes no podía hacer..Os aconsejo que simplemente os pongáis el bikini, dejar el espejo para cuando tengáis un buen día..obviamente, si me veo gorda y con defectos por todas partes, me pongo un bikini, y me miro durante media hora al espejo, voy a bajar a la playa con mucha más ansiedad que si no hubiera dejado alimentar ese fantasma, mírate al espejo cuando estés preparada (tu cabeza te dirá cuando) .
Tengo muchas cosas que contar, pero no quiero terminar aburriendo con mi historia, para finalizar agradecer a todo el mundo que dedique un poco de su tiempo a leer esto, solamente espero poder ayudar a personas con el mismo problema que yo, que tomen consejos, que se animen y motiven, y sobre todo PIDAN AYUDA, es importante que sepamos aceptar que de esto NO se sale solo, debemos tener un equipo de profesionales a nuestro lado para acompañarnos en todo lo que nosotr@s andamos perdid@s.
Finalmente, agradecer a Webpsicólogos que hayan publicado esta historia, me apetecía escribir sobre mi experiencia con un trastorno de alimentación, y estoy muy agradecida de que un gran grupo de profesionales como éste me haya dejado este huequecito.

Y recuerda, lo más importante de tu vida, eres tú!! Un abrazo!!

La entrada Mi experiencia con un trastorno de alimentación aparece primero en WebPsicólogos.



from WebPsicólogos http://ift.tt/1quGJHY
via IFTTT

No hay comentarios:

Publicar un comentario