Cada día eliges qué “sombrero para pensar” te pones y qué se dibuja en tu cara. Ya sea una sonrisa o una mueca de angustia.
Somos nosotros mismos los que elegimos de qué color va a ser nuestro día. Elegimos qué sombrero nos vamos a poner y cómo va a condicionar todo lo que nos ocurra. Algunos dicen que nos podemos levantar con “el pie izquierdo”, otros con el “sombrero negro”.
Edward de Bono es un reconocido psicólogo que planteó una herramienta de comunicación llamada “losseis sombreros para pensar”. Edward de Bono fue una persona tremendamente creativa que alcanzó gran fama en todo el mundo. Se graduó en Psicología y Fisiología por la Universidad de Oxford, además de ser Doctor en Medicina por Cambridge.
Sus libros han sido traducidos a 37 idiomas. Muchos gobiernos e instituciones han utilizado sus servicios durante más de 30 años. Adicionalmente ha desempeñado cargos importantes en distintas Universidades como Cambridge o Harvard. Sus métodos y estudios forman parte del plan curricular de muchísimas carreras.
De entre todas las herramientas que Edward de Bono ideó, probablemente los 6 sombreros para pensar sea la más conocida.
¿Qué sombreros para pensar definió Edward de Bono?
Edward de Bono distingue seis sombreros: blanco, rojo, negro, amarillo, verde y azul.
Cada vez que uno se posa en nuestra cabeza cambiamos nuestra perspectiva, nuestras sensaciones y nuestra actitud. Lo que nos pasa cuando nos ponemos estos sombreros es lo siguiente:
Sombrero Blanco: Vemos los hechos puros y reales. Somos neutrales y objetivos. No somos capaces de hacer interpretación propia ni subjetiva.
Sombrero Rojo: Nos permite más que ver, sentir. Somos emocionales e intuitivos. Con este sombrero podemos inspeccionar nuestros propios sentimientos y los de los demás. No es posible justificar con la lógica los sentimientos.
Sombrero Negro: Vemos todo lo que puede salir mal y por qué no puede funcionar. Somos negativos. Nos permite hacer un intento objetivo de poner de cara los elementos negativos y hacernos preguntas negativas. Podemos confrontar más fácilmente pasado y futuro. Si eres capaz de ponerte este sombrero, serás capaz de ponerte el amarillo también.
Sombrero Amarillo: Vemos los elementos constructivos de la realidad y las oportunidades. Somos positivos. Nos permite hacer un intento objetivo de poner de cara los elementos positivos. Podemos analizar la realidad desde un aspecto lógico y práctico hasta un aspecto esperanzador de visiones y sueños. Con este sombrero somos más constructivos y podemos hacer que las cosas sucedan.
Sombrero Verde: Vemos la realidad de forma creativa. Somos imaginativos, provocativos y estamos en continuo movimiento. Nos permite buscar todas las alternativas posibles e ir más allá de lo conocido y satisfactorio. Apostamos por descubrir. Con este sombrero reemplazamos el juicio por la idea de explorar y descubrir provocaciones y nuevas alternativas.
Sombrero Azul: Vemos de manera organizada nuestro pensamiento y la realidad. Somos capaces de controlar y gestionar el pensamiento. Este sombrero llama a los otros, define los temas a los que ha de dirigirse el pensamiento. Con este sombrero llegaremos a las conclusiones y determinaremos la acción a desarrollar. Este sombrero suele usarse al final de un recorrido para dar paso a la acción final.
Todos los sombreros para pensar son susceptibles de uso según laocasión. A veces hay que usar un poco todos los sombreros para al fin ponernos el azul y saber cómo actuar.
Otras veces deberemos mantener un mismo sombrero para definir la actitud con que nos tomamos la vida. Decide bien qué sombreros para pensar escoges, cuál quieres llevar más tiempo en la cabeza.
Hay sombreros más útiles y serviciales que otros. Hay sombreros que nos hacen más felices y hay sombreros que nos pueden angustiar.
¿Qué sombrero te vas a poner? ¿Cuál es el sombrero que más utilizas? ¿Has inventado tu propio sombrero para pensar? Elige el sombrero más apropiado y da una perspectiva favorable a tu vida.
El pensamiento lateral
La idea de los 6 sombreros para pensar está enfocada en la división del pensamiento por colores para desarrollar el pensamiento lateral.
Se trata de un tipo de pensamientomuy útil para la resolución de problemas y la toma de decisiones. El concepto de pensamiento lateral surge en 1967 a partir del libro de Edward de Bono “El uso del pensamiento lateral”
Este tipo de pensamiento busca encontrar soluciones a problemas siguiendo caminos poco lógicos o habituales. Esta manera de pensar trata de escapar de las ideas preconcebidas para encontrar una solución creativa a los problemas.
Frente al pensamiento lateral, también definió el pensamiento vertical, que es el que sigue el camino lógico y habitual para resolver un problema.
El pensamiento lateral y la imaginación
El funcionamiento del pensamiento lateral está íntimamente ligado a la imaginación y es la base fundamental del pensamiento creativo. Nos permite desarrollar la capacidad de seguir pasos alternativos para encontrar la solución a los problemas.
Además, nos permite explorar todas las posibles soluciones, las que escapan al camino más directo entre A y B. Sobre todo cuando este camino directo aparece bloqueado.
Para no desesperarnos y buscar con tranquilidad una solución alternativa, debemos utilizar el pensamiento lateral de forma cotidiana y fluída.
No es fácil aprender y acostumbrarse a pensar de esta forma. Requiere una capacidad que no se desarrolla de forma automática. Además y tristemente, la forma en que funciona la educación limita la evolución de esta forma de pensamiento.
Teorías distintas de la educación (como la de Montessori), proponen ideas más lúdicas y libres para aprender y desarrollar las capacidades creativas de los niños.
¿Pero podemos seguir desarrollando nuestra imaginación en la edad adulta? ¿Es posible que si he seguido una forma realmente estructurada y lineal de pensar por años, despierte mi imaginación y sea capaz de idear soluciones diferentes a mis problemas y desarrolle ideas creativas?
Evidentemente la respuesta es sí, pero el camino no es fácil. Hace falta un auto reconocimiento de que estamos faltos de imaginación y de que no somos creativos. Ser conscientes de esto es difícil como lo es aceptar cualquier punto débil en nuestra formación o nuestro comportamiento.
Después, es preciso embarcarnos en el aprendizaje de nuevas formas de responder ante los problemas. Cosas tan simples como resolver acertijos aritméticos o armar rompecabezas, pueden ser un buen principio.
Siguiendo esta línea, el pensamiento lateral que caracteriza a Bono apuesta por tomar una perspectiva imaginativa y creativa. Mediante provocaciones del pensamiento se puede desviar la perspectiva y adoptar nuevos patrones de comportamiento.
Si lo pones en práctica tu pensamiento será mas flexible. Aprenderás a “cambiar de sombrero” con facilidad para adaptarte a las nuevas situaciones.
El pensamiento lateral en el mundo de los negocios
En este sentido existe un trasfondo importante en la capacidad imaginativa de los distintos emprendedores. Esta capacidad afecta a su percepción de su posible éxito que incide en cada paso de un posible emprendimiento. La concepción y la puesta en práctica de la idea imaginada están relacionadas con la confianza en la capacidad creativa del emprendedor.
Mayor imaginación, mayor creatividad, mayor confianza, todo ello se traduce en mejores posibilidades de éxito. En ese sentido, no parece una inversión de tiempo absurda el despertar nuestra mente creativa y darle vía libre a nuestra imaginación.
Más allá de esta influencia en la vida profesional, existe también una incidencia positiva en usar la creatividad para la resolución de conflictos personales. En este sentido podemos aplicar la idea de los sombreros para pensar a todos los ámbitos de nuestra vida.
Cuando pasemos por circunstancias poco agradables, hemos de colocarnos el sombrero que más nos ayude. Aquel sombrero que nos transmita los pasos que dar y nos marque una sonrisa.
Puede que el sombrero para pensar que elijamos coincida con los señalados por Edward de Bono. O quizá pintemos un nuevo matiz, rosa, naranja, marrón, púrpura, granate o añil. Cada uno con un significado que determinará cómo estaremos.
Elige un sombrero que vaya acompañado de una sonrisa que te permita ver lo positivo. Que te permita ver el mundo desde la perspectiva más clara al tiempo que agradable. Un sombrero con el que puedas sentir a flor de piel, pero también con el puedas observar y ser práctico.
Elige ponerte el mejor sombrero, cámbialo cuando la situación lo requiera. No olvides que el que más tiempo tengas en la cabeza será el que te defina y condicione tu vida.
El pensamiento lateral y el pensamiento creativo
Hay distintas aproximaciones dentro de la Psicología que estudian la noción del pensamiento creativo y la capacidad de imaginación. Todas coinciden en incluir como sus tres elementos básicos la concepción, la puesta en marcha y la transformación.
Reducir el pensamiento creativo a estos tres pasos no tiene la intención de simplificar algo que es per se complejo. Sino establecer una forma esquemática de comprender cómo la imaginación y la creatividad pueden desencadenar acciones tan sencillas como la solución a un problema cotidiano (dejé las llaves dentro del auto y lo cerré…) o tan complejas como el inicio de un emprendimiento empresarial.
El consumo de drogas entre los adolescentes se ha disparado en los últimos años. Entre las drogas más consumidas, está el alcohol, tabaco, marihuana y cocaína.
El tabaco es la sustancia más utilizada en la mayoría de la población adolescente, seguido del alcohol.
La forma y el lugar de consumo son las que determinan los riesgos que conlleva. El consumo de las drogas en la adolescencia empieza por un acercamiento a un consumo lúdico. Después vendrá la adicción o un consumo habitual y finalmente la dependencia.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) estima que unos 205 millones de personas consumen algún tipo de droga. La más común es el cannabis, la cocaína y los opioides.
La media del consumo de tóxicos de jóvenes europeos se sitúa en un 2,7%. En España esta tasa se encuentra en un 3,7% y una de cada 5 personas entre 15 y 34 años dicen haber tomado cannabis en el último año.
La utilización de drogas es más común entre los hombres que entre las mujeres. Mucho más aún que el hábito de fumar cigarrillos y el consumo de alcohol.
La edad en la que los jóvenes comienzan a consumir alcohol se da entre los 12-13 años aproximadamente. Es en esta edad cuando se generan salidas nocturnas y donde sus grupos de iguales consumen alcohol. Para ser aceptado por sus iguales, el adolescente también se hace consumidor.
Primero se comienza por sustancias como el tabaco y el alcohol. Más tarde se pasará a otras sustancias más potentes y adictivas.
Factores que influyen en el consumo de drogas por los adolescentes
Son muchos los factores que llevan a los adolescentes a consumir este tipo de sustancias. Puede tratarse de factores de tipo social-demográfico, psicológico, personal o familiar.
Factores personales
Son los rasgos de personalidad y su temperamento individual los que predisponen a un adolescente a consumir drogas.
Factores familiares
Que los padres rechacen a sus hijos. Exceso o poco control por parte de los padres. Divorcios conflictivos. Ambiente de familias desestructuradas con antecedentes de consumo de drogas. Todos estos factores actúan como detonante para que el adolescente tenga una baja autoestima y un bajo rendimiento escolar.
Hay que añadir también a la poca o nula motivación por las tareas escolares, produciéndose un abandono escolar. Todo esto conduce a que los adolescentes se acerquen más al consumo de drogas como una salida a sus problemas emocionales, afectivos y comportamentales.
Factores de tipo social-demográfico
Como bien sabemos, es muy importante el entorno demográfico, es decir, dónde resida el adolescente. Todo ello genera unas circunstancias que pueden influir en el consumo de drogas.
Muchos adolescentes provienen de barrios marginales donde tienen continuamente drogas a su alcance. También están acostumbrados a ver cómo otra gente consume, tanto en su grupo de amigos como en su entorno familiar. Todo esto hace que vean el consumo de drogas como algo normal y habitual.
Los niños son como esponjas, todo lo absorben, tanto lo bueno como lo malo. También tienden a la imitación. La figura del adulto se convierte en la guía de su conducta y forma de interactuar con el medio.
Un niño criado en un barrio marginal tiende a tener unas tasas más elevadas de consumo.
Los colectivos de clase social alta también están en riesgo de consumo de drogas. Se trata de adolescentes que por su estatus económico quieren tener nuevas experiencias. Para ellos el ¨no”, no esta permitido y la droga fluye en estos entornos donde el dinero lo puede todo.
En este caso los padres también tienen mucho que ver en la educación de sus hijos. Hablamos de un tipo de padre que es permisivo, consintiendo todo desde bien pequeños. Esto no ha hecho otra cosa que malcriarlos. En muchos casos el niño recibe una paga semanal para sus propios gastos. Se convierten en los administradores de su propio dinero. Los padres propician en este sentido el consumo de las drogas.
Respecto a la percepción de riesgo existe una diferencia entre ambos sexos. Las mujeres son más conscientes de los riesgos de un consumo abusivo de las drogas pero tienen menor tendencia a consumir. Los chicos, por el contrario, asumen ese riesgos y tienden a ser más lanzados e impulsivos.
El tipo de educación influye en el consumo de drogas en los adolescentes
En lo que respecta al punto de vista educativo y psicológico, encontramos distintos tipos de familias y estilos educativos:
Carácter Autoritario
Los padres ejercen un control férreo sobre sus hijos mediante la afirmación y poder (“esto se hace así porque yo lo digo”). La comunicación es escasa y ejercen una alta presión sobre sus hijos para que asuman responsabilidades. Además no suelen expresar abiertamente afecto hacia sus hijos. Su estilo educativo es inflexible y esto genera carencias afectivo-emocionales y educacionales.
Estos padres suelen criar a niños obedientes, pero también dependientes, culpables, deprimidos y poco alegres o espontáneos.
Los niños suelen tener una baja autoestima y son vulnerables a la tensión. A nivel psicológico tienen deficiencias de afecto y autoestima. Como consecuencia de ello tienen una mayor vulnerabilidad a caer en el consumo de drogas
Estilo permisivo
Los padres ejercen un control sobre sus hijos escaso. La comunicación a veces es buena y otras excesiva. Tratan a los hijos como iguales haciéndoles cómplices de confesiones que no se adecuan para su edad.
Suelen ser demasiado afectuosos y no plantean a sus hijos tareas acordes a su edad. No plantean límites
Atendiendo al perfil psicológico de estos niños, suelen tener problemas para las interacciones sociales. No cumplen normas de comportamiento y son poco persistentes y descontrolados. Tienen muchas dificultades de autocontrol para asumir responsabilidades, así como una moral baja.
Si bien es cierto, suelen ser mas alegres que los criados en un ambiente autoritario. Sin embargo, la falta de control genera una baja autoestima a la larga.
Cuando crecen se convierten en adolescentes conflictivos que transgreden las normas sociales y buscan nuevas experiencias. Esto hace que sean propensos a experimentar con drogas potentes. Les gusta probar o experimentar límites apartados de las normas sociales preestablecidas.
Estilo negligente
Los padres tienen una baja exigencia. Suelen abdicar de las responsabilidades familiares y educativas, donde tienden a desatender a los hijos. Además también muestran una falta de sensibilidad y se implican muy poco en la educación de los hijos.
Respecto al perfil psicológico del adolescente, éstos muestran un escaso sentido del esfuerzo personal. Como resultado obtienen pocos logros en la escuela. Desarrollan un auto-concepto negativo así como pocas muestras de auto-confianza hacia los demás.
Este tipo de perfil tiende a tener una mayor predisposición a padecer trastornos psicológicos y desviaciones de conducta. Suelen ser jóvenes más propensos a adentrarse en el consumo de drogas para sus problemas emocionales y conductuales.
Estilo democrático
Suelen ser padres con un elevado control, pero flexibles, dando explicaciones a sus hijos acordes con su edad. Además son padres afectuosos que permiten a sus hijos asumir responsabilidades.
La comunicación familiar es buena. Se trata de padres preocupados que ayudan a sus hijos en la toma de responsabilidades.
Desde un punto de vista psicológico, se trata de niños con buenos niveles de autocontrol y autoestima. Son competentes socialmente y capaces de persistir en tareas. Además son niños independientes pero cariñosos y con una moralidad propia de la edad.
Suelen ser muy pocos o escasos los que suelen caer en el consumo de drogas. Suelen escoger a amigos o grupos de iguales similares a ellos, donde no se dejan influenciar por los demás.
Tienen un perfil bastante bien definido con unos objetivos enriquecedores. Suelen apartarse de personas perjudiciales para el estilo al que están acostumbrados.
Síntomas de alarma y problematización por el consumo de drogas
Consumir drogas en la adolescencia incrementa los niveles de dependencia hasta llegar a convertirse en problemas de drogadicción.
¿Cómo se genera el problema de adicción y qué síntomas de alarma nos hacen sospechar?
Todo consumo consiste en un grupo de síntomas fisiológicos, psicológicos y comportamentales que comportan la dependencia a dicha sustancia.
Puede ser partícipe de agresiones o conflictos violentos por la pérdida de asertividad llegar a delinquir o cometer actos violentos como robos e incluso asesinatos.
Deterioro en las relaciones personales. La persona no es capaz de mantener su estabilidad ni vínculos saludables con sus seres queridos. En ocasiones roba y hace lo posible por conseguir droga e incluso a través del engaño. Como consecuencia, las personas de su círculo cercano desconfíen de él y sus relaciones de tipo social-afectivo se debilitan.
Bajo rendimiento en la escuela. Es capaz de abandonar metas y objetivos recurriendo a la droga cómo su salvación.
Economía resentida: Suele vender sus pertenencias con el objetivo de consumir droga.
Cuando algunos de estos factores intervienen es cuando debemos pedir ayuda psicológica. No debemos olvidar que el proceso de abandono requiere de diferentes pasos.
Cómo hablar del consumo de drogas con tus hijos
Algunos padres no se preocupan de informarse sobre el consumo de drogas. Sencillamente imponen un no, sin fundamento alguno, que los jóvenes detectan y rechazan.
Los padres deben conseguir información adecuada y adaptar sus explicaciones a la edad de sus hijos. Pueden introducir el tema de una manera que no quede forzada a partir de una noticia vista en televisión o una noticia del periodico.
Muchas veces, los padres esperan encontrar un momento ideal y un ambiente propicio para hablar con sus hijos del tema de las drogas. Pero muchas veces, este momento ideal no llega nunca. Hay que decidirse a dar el paso. No perdamos oportunidades de hacerlo. Se trata de una inversión para el futuro. Hablar siempre que se pueda, aunque las condiciones no sean óptimas.
Las primeras informaciones que nuestros hijos reciben sobre las drogas acostumbran a ser incompletas y confusas.
Hay que proporcionarles información seria, contrastada, que no reproduzca los tópicos, sin exageraciones ni falsas moralinas. Dialogar no es sólo hablar, sino mostrar interés y crear un espacio de comunicación que permita expresar ideas, dudas y preocupaciones. Hay que aprender a escuchar y provocar la conversación para establecer una relación de confianza y complicidad.
¿Qué es lo que no debemos hacer? y ¿Qué podemos promover?
Veamos algunos principios que deberían existir es toda educación pedagógica:
Favorecer el conocimiento y el pensamiento crítico
Invitemos a nuestros hijos a reflexionar, con argumentos sólidos y creíbles. De nada servirá el miedo, decir no porque no, y muy poco servirán las experiencias de los demás.
Estar dispuestos a discutir, negociar y pactar
Sin perder de vista que sin respeto por las normas no puede existir responsabilidad ni libertad.
Es fácil perderse en este punto entre la permisibilidad y la severidad. Nos cuesta decirles no a las cosas que nos piden nuestros hijos y además ellos son especialistas en conseguir lo que quieren. Últimamente hay cada vez más casos de violencia de padres sobre los hijos y de hijos sobre padres.
Fomentar las actitudes reflexivas y prudentes
Desde una lógica adolescente, las sensaciones y los placeres buscados son inmediatos. Sin embargo los daños se perciben siempre lejanos e improbables. Los adolescentes no tienen la percepción del riesgo ni la madurez suficiente como para ver el peligro.
Respetar a los amigos de nuestros hijos
Pero al mismo tiempo combatir las actitudes que les impiden ser ellos mismos. Hay que aprender a evitar las malas influencias y compañías, desde antes del el noviazgo, ya que esto puede tener graves consecuencias en el seno más íntimo.
¿Qué harías si el novio o novia de vuestra hija o hijo pensarais que podría ser una mala influencia para ella?
Hay que ser objetivos, una cosa es que no nos guste y otra que sea tóxica esa relación.
Debemos esforzarnos por entender qué es lo que les pasa a nuestros hijos y ponernos en su lugar. Tenemos que descubrir qué es lo que piensan y qué sienten para stablecer unas normas que les ayuden a conseguir un orden interno.
Al mismo tiempo debemos saber ser flexibles y sacar partido de la negociación como herramienta de aprendizaje y de construcción de valores. Establezcamos con nuestros hijos un vínculo afectivo, demostrándoles que les queremos y que pueden contar con nosotros.
En la adolescencia la relación se transforma: perdemos la seguridad, nos parece que nuestros métodos educativos ya no sirven. Conviene seguir con nuestro propio proceso de aprendizaje y adaptar nuestras ideas a la nueva situación.
En el inicio de la adolescencia, el consumo de drogas puede aparecer de manera habitual en las conversaciones de los jóvenes a pesar de que el consumo sea todavía minoritario.
A menudo se trata de una manera de demostrar que se ha dejado atrás la infancia. Hay que hablar de drogas en casa, de manera franca, evitando crear situaciones dramáticas innecesarias. Es necesario huir del tono catastrofista que acostumbra a reforzar las convicciones de los jóvenes (“mis padres exageran, no hay para tanto”).
Al mismo tiempo, sin embargo, es importante intentar no frivolizar con el tema. Lo más importante es encontrar un tono sencillo y directo que sea efectivo para alertar de los riesgos de las drogas.
La mejor manera es tener un conocimiento real de las drogas, estar convencido de sus consecuencias negativas y demostrarlo con el ejemplo personal.
Evitemos
Interrogarles insistentemente sobre si piensan consumir drogas o si las han tomado ya. Es mucho mejor pedirles su opinión (qué piensan del consumo de drogas por parte de algunos jóvenes, qué peligros ven en ello).
Evitemos discutir y pelearnos, de modo que la defensa de las drogas se convierta en una afirmación de su identidad. No debemos desautorizarles o culpabilizarles de forma permanente con un juicio que fácilmente puede girársenos en contra.
La labor de los padres pasa por la comunicación y la disposición para acompañarles a conseguir autonomía y responsabilidad.
No olvidemos que no siempre los padres podemos evitar que los adolescentes prueben las drogas. Nuestro apoyo les puede proporcionar recursos para resistir mejor la presión del entorno.
Procuremos
Evitar las actitudes autoritarias y condenatorias. Hemos de aprender a observar los pequeños detalles. Escuchar y preguntar de otra manera, dejando caer información, ideas y opiniones.
Ser exigentes con nuestros hijos. Confiar en ellos, pero, al mismo tiempo, pedirles que sean responsables.Valorar sus aciertos y sus errores, sin presionarles ni criticarles de forma tajante.
Transmitir valores, normas y límites. Hemos de ofrecerles lo que necesitan (que no siempre sea lo mismo que piden). Salidas, horarios, tareas pendientes, implican compromiso y responsabilidad, a veces pueden pactarse y en algunos casos deben ser innegociables.
Reconocer su capacidad para tomar decisiones. El objetivo de la enseñanza es que chicos y chicas sean autónomos y responsables.
No podemos estar siempre encima de ellos y sobreprotegerlos pensando que no son capaces de entender y actuar en situaciones complejas. Tampoco podemos inhibirnos de su vida por completo. Y todo sin dejar de respetar su intimidad: tienen derecho a ello, y además necesidad.
La comunicación ha de estar siempre abierta. Sin embargo hemos de entender que no siempre nuestro hijo nos explicará lo que le ocurre. Tampoco nosotros lo hacemos. Seamos coherentes. Nuestras palabras pierden mucho valor para nuestros hijos si no van acompañadas de una conducta coherente.
A menudo la coherencia en nuestras acciones es más importante que los consejos y recomendaciones. Si a pesar de todo, sospechamos que nuestro hijo consume drogas, lo primero que debemos hacer es hablar con él. Debemos encontrar el momento adecuado para conocer las razones que le han llevado hasta allí. Conocer si ha sido sólo un hecho puntual y cómo valora los riesgos que comporta su actuación.
Es necesario comprobar que conoce las precauciones que de tomar siempre, y aquello que deberá evitar si experimenta de nuevo situaciones de riesgo. Una mala experiencia puede ser positiva si saben sacarse conclusiones de la misma. Tenemos que hablar del tema del consumo de drogas tranquilamente y sin dejarnos llevar por la urgencia, la rabia o la angustia.
Es mejor dejar pasar el primer momento de mayor alteración y crear un clima de verdadero diálogo, sin “víctimas” ni “culpables”.
Ofrecerse, de manera colaboradora y reflexiva, con preocupación, pero sin violencia. Haciendo el detective o persiguiendo a nuestro hijo sólo vamos a conseguir que se distancie de nosotros.
Hay que valorar cuál es la conducta general de nuestro hijo, qué cosas le interesan y cómo se relaciona con sus amigos. Busquemos caminos prácticos para acceder al mundo en el que viven. Sin olvidar que todo esto es aplicable al mundo de adicciones sin sustancia.
10 preguntas para comenzar una conversación sobre drogas con tus hijos
¿Cuando sales, te ofrecen drogas? ¿Quién te las ofrece?
(A raíz de una noticia o de un programa de TV) Con tus amigos del instituto, ¿habláis de drogas? ¿Os han dado alguna charla últimamente?
Por televisión han dicho que cada vez hay más chicos y chicas que fuman al salir de clase.
¿En tu escuela también? ¿Qué te parece?
¿Tienes amigos que ya fuman? Empiezas a probar porque queda bien ¿y después qué?
Otra vez noticias de accidentes de coche a causa del alcohol. A mí me preocupa cuando sales de noche… ¿Lo tenéis en cuenta?
Realmente la ley del tabaco está bien. Al menos las personas que no fuman no tienen que tragarse el humo de los demás. ¿Tú qué opinas?
Muchas veces las noticias que tratan de los jóvenes se relacionan con las drogas, el botellón… ¡Pero la juventud son muchas más cosas! ¿Tú qué dices?
El otro día salimos por la noche con tu padre y vimos a mucha gente” pasada de vueltas”. ¿Cuándo vosotros salís también hay ese ambiente?
¿Crees que hay personas a las que no les afectan las drogas? Cuando todos tus amigos están de acuerdo en hacer algo y a ti no te apetece, ¿qué haces?
Educar es ayudar a comprender los cambios, descubrir emociones y sentimientos sin dejar que nos desborden. Las explicaciones de las normas, la negociación y el pacto nos ayudarán a establecer un clima de confianza. Ánimo en el arte de educar.
¿Sabes cuáles son las diferencias entre un castigo positivo y un castigo negativo?, ¿Es posible que un castigo pueda considerarse positivo? Para poder comprender cuáles son las diferencias entre ambas,.
Mucho de lo que se ha escrito en torno a la experiencia de laruptura de pareja, tiene que ver con la forma de superar la ausencia de esa persona en nuestra vida.
Probablemente esta sea la parte más terrible de todas las que se enfrentan cuando una relación llega a su fin.
También es posible que el sufrimiento se alargue por un hecho sencillo: la incapacidad de olvidar a tu ex.
Todos hemos conocido a personas sumergidas en conductas que les llevan a intentar volver con su antigua pareja. Y todo ello a pesar de que la opción de volver no es lo mejor para ellas.
La pregunta que surge entonces es ¿por qué se da esta necedad por aferrarse a una persona que ya no está con uno? ¿Acaso el amor es tan grande que impide tomar una decisión personal sana? o ¿Hay algo más en juego?
Particularmente si eres un romántico a ultranza, quizás este artículo te deje un mal sabor de boca. Puede ser que no compartas mi opinión sobre las causas por las que alguien no deja ir a su ex. Sin embargo, te aseguro que si reflexionas un poco más en profundidad encontrarás algo de lógica en estas líneas.
Tres razones para no dejar ir a tu ex
Estoy convencido que una persona que no deja ir a su ex está muy lejos de hacerlo por amor.
Creo que hay causas mucho más escondidas que se ponen en juego en esta conducta. Sin embargo hay tres razones principales que impiden a las personas superar su relación terminada:
1. Ego
Seamos honestos y aceptemos que a nadie le gusta perder. Particularmente en cuestiones de amor romántico esta idea –la de que esta vez hemos perdido-, es un dardo disparado al corazón de la persona.
La búsqueda del ex por ego herido tiene que ver con el sentido de pertenencia que otorgamos a la pareja.
Desde que somos pequeños solemos mantener una visión con respecto a algunas personas que gira en torno a la creencia de posesión: “mi mamá”, “mi maestra”, “mi novia/o”.
Esta idea de posesión es natural y adecuada para crear un sentido de aceptación social para el niño. Sin embargo cuando transcurre el tiempo, el pequeño aprender que existe una separación entre su propio yo y el ajeno.
Debe entener que las demás personas no son suyas, sino que son entes individuales. Y por lo tanto son independientes con respecto a él en sus tomas de decisiones, conductas y sentimientos.
Es importante aclarar que nos estamos refiriendo al ego desde un punto de vista coloquial y no psicológico. Por lo tanto hacemos referencia al ego como un exceso en la autoestima.
Estamos convencidos de ser tan perfectos que no es posible que alguien no quiera estar con nosotros. Esto tiene que ver con la definición de ególatra, que es aquél que siente un excesivo amor por sí mismo.
2. Miedo a la soledad
La segunda causa es la de sentir un miedo incontrolable ante la perspectiva de la soledad. Cuando esto ocurre, la persona que siente ese miedo busca la manera de regresar a lo conocido. Trata de mantenerse la zona de confort en la que se encontraba con su ex.
Sin embargo, esa “zona de confort” casi nunca es algo positivo para la persona, aunque esta asegure que así es. Nos referimos aquí a esa persona que sigue aferrada a su ex porque depende de él/ella económicamente, a pesar de que esa persona pueda ser tóxica (violenta, infiel, celosa).
El miedo a la soledad tras una separación proviene de nuestro ser neurótico. La mayoría de las personas confunden neurosis con enojo (“¡Ay, no seas neurótico!”, nos dicen). Sin embargo esto es erroneo.
Neurosis –de acuerdo a Karen Horney-, es básicamente la sensación de estar solos e indefensos ante un mundo hostil. En ese sentido todos hemos sentido alguna vez ese miedo. En el caso de la persona que no deja ir a su ex este temor es aún mayor.
3. Apego confundido con amor
El asunto con el apego es muy interesante. En su libro No se obsesione con el amor, los psicoterapeutas Susan Forward y Craig Buck, mencionan una frase de uno de sus pacientes que todos los profesionales de la salud mental hemos escuchado alguna vez: “¡Qué quiere decir con que no es el amor lo que me mueve! Si no es amor, ¿qué demonios es?”.
El apego nos sirve para sobrevivir cuando somos niños. Cuando somos adultos es fuente de muchos sufrimientos. La diferencia estriba en que en la infancia necesitamos apegarnos a alguien que nos brinde protección porque somos absolutamente vulnerables.
Sin embargo, las personas crecen creyendo que aún necesitan apegarse a alguien para vivir mejor su vida. Se siguen viendo a sí mismos como niños pequeños e indefensos. Olvidan que ahora son adultos que pueden hacerse cargo de ellos mismos en cualquier situación.
Esto genera una desconfianza en sus capacidades. La manera de solucionar el dilema es apegándose a su pareja quien consideran su base de apego seguro.
Aquí entra el mecanismo en donde dicen que aún aman a esa persona. Cuando en realidad quieren decir que aún la necesitan. Eso es lo que llamo confundir apego con amor. Porque, para empezar, si una pareja realmente se ama, ¿cabe la posibilidad de separación?
Para darte auténticamente cuenta de que amas todavía a un ex, debes de tomar un tiempo lejos de él. Así podrás tener una perspectiva clara de tus sentimientos. Cosa que no puede ocurrir si estás pendiente de él o ella todo el tiempo.
Si después de un tiempo sin saber ni ver a tu ex, aún sientes que es amor, probablemente lo sea.
A todos nos duelen las rupturas. Sin embargo es necesario admitir que éstas forman parte natural de la vida en pareja.
Desde que empezamos una relación con alguien debemos ser conscientes de que eventualmente puede terminar. No quiero decir con esto, desde luego, que entremos a las relaciones con la idea de que terminarán. Sino que las disfrutemos al máximo en su brutal y bella experiencia.
Debemos aceptar que nada es para siempre y que si nos llega a ocurrir, seguiremos adelante dignamente con nuestra vida.
En este artículo veremos qué nos dicen las emociones y cómo entenderlas.
Las emociones están con nosotros todo el día y a lo largo de toda nuestra vida. No son algo que podamos “no tener” aunque a veces hagamos todo lo posible por evitarlas.
Las emociones, al igual que los pensamientos, vienen y van. Son estados que cambian si los dejamos que sigan su flujo natural. Imaginemos a nuestras emociones como un huésped. Viene, se queda el tiempo necesario y se va.
El problema es que si no permitimos que sigan su curso y nos aferramos a ellas, se quedan más tiempo del necesario, a veces, haciéndonos sufrir más de la cuenta.
Desde el mindfulness, comprendemos que el dolor es inherente al ser humano. El dolor está siempre presente en nuestras vidas. No es la emoción la que nos causa el sufrimiento, si no, lo que hacemos con ella. Muchas veces, por evitar este dolor, nos “anestesiamos” o nos enganchamos a ella sin saber cómo soltarla. Es algo normal, todos lo hacemos en ocasiones porque no nos han enseñado qué hacer con ellas.
Un paso fundamental para ver qué hacer con ellas es entender qué estamos sintiendo. Entender qué nos quiere decir esa emoción.
Entonces, veamos qué nos quieren decir las siguientes emociones básicas:
Tristeza
La tristeza es una emoción básica “desagradable”. Nos llega cuando hemos perdido algo que nos importa o a alguien que valoramos y queremos. Puede ser algo como la rotura de un jarrón de gran valor sentimental, un trabajo, la ruptura de una relación o la pérdida de un ser querido.
Cuando sentimos tristeza, quiere decir que esa persona o ese algo era muy importante para nosotros. Por lo tanto debemos honrarlo como tal.
Podemos reconocerla porque tendremos ganas de llorar. Sentiremos un vacío en el corazón. Tendremos pocas ganas de hacer cosas, etc.
La tristeza, sociológicamente, invita a ser arropados por los demás. A que nos cuiden y que, en grupo, podamos salir de la tristeza más fácilmente.
Miedo
El miedo es una emoción que podemos clasificar como “desagradable”. Es una emoción que nos previene de posibles peligros. Además, activa nuestro cuerpo para huir, quedarnos quietos o atacar según la circunstancia.
La función de esta emoción es mantenernos a salvo y lo ha hecho muy bien durante miles de años.
El problema es que nuestro cerebro no distingue entre peligros de vida o muerte o peligros que no lo son. Simplemente, si se siente amenazado, activa nuestra respuesta de huida-ataque. Sentimos cosas como calor en el cuerpo, ganas de correr, temblores, sudores, rubor, taquicardia, etc. Las personas con miedo escénico, por ejemplo, sufren una hiperactivación del sistema nervioso.
El enfado es una emoción que también podríamos clasificar como “desagradable” ya que cuando estamos enfados no nos sentimos bien.
El enfado tiene una misión fundamental y tiene que ver con los límites. Cuando nos sentimos limitados de alguna manera y percibimos un obstáculo que nos está bloqueando, nos enfadamos (a veces frustramos).
Esto nos indica que tenemos que “autosuperarnos“. Por otro lado, si sentimos que alguien esta traspasando nuestros límites sin tenernos en cuenta también nos enfadamos. Esto indica que debemos establecer límites a la otra persona. El enfado nos impulsa a actuar.
Cuando estamos enfadados, se nos suelen tensar los músculos de la mandíbula, sentimos taquicardia, calor, etc.
Alegría
La alegría es una de las emociones básicas “placenteras”. Cuando sentimos alegría, nos sentimos llenos, felices.
La alegría es una emoción que nos indica que algo nos gusta. Nos indica que nos sentimos seguros y que nuestras necesidades básicas están satisfechas de algún modo. La alegría es una señal de que vamos por el buen camino. Nos indica que queremos más de “eso” que nos la produce.
Cuando sentimos alegría notamos apertura en el cuerpo, sensación de plenitud, sonreímos y tenemos los músculos relajados.
Como habrás notado, no he utilizado la palabra “buena” o “mala” para describir las emociones anteriores.
He utilizado, a propósito, las palabras “placentera” y “desagradable”. Esto es porque, a pesar de lo que podamos pensar, no hay emociones ni buenas ni malas.
Hay algunas que nos hacen sentir mejor (placenteras) que otras (desagradables), pero todas son igual de importantes. Todas ellas tienen algo importante que decirnos. Por ello, es fundamental aprender a escucharlas. Debemos dejar de evitarlas y darnos la oportunidad de sentirlas, en la medida de lo posible.
“Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar ente las nubes.” -Khalil Gibran
Todos conocemos a alguien que en un momento de gran sufrimiento haya pensado en suicidarse. Muchos de nosotros conocemos a personas que lo han intentado. Incluso algunos tienen una experiencia directa relacionada con el suicidio.
El suicidio es la primera causa de muerte no natural. Es incluso más frecuente que los accidentes de tráfico. A pesar de su gran impacto en las personas y de sus terribles consecuencias, hablar del suicidio sigue siendo un tema tabú en la sociedad actual.
El suicidio es un grave problema socio-sanitario que nos afecta a todos. La prevención del suicidio se inicia dando apoyo a personas que están sufriendo. Respetando sus sentimientos y creando un clima cálido de desahogo emocional.
Comprender el dolor y dejar que una persona se exprese con libertad, sin juzgar, es ofrecerle el apoyo necesario. Es hacerle sentir que no está solo.
El suicidio es una solución radical al sufrimiento psicológicamente intolerable. La persona decide acabar con su vida tras verse superada en recursos y en su capacidad de afrontamiento, tras no ver ninguna salida a su sufrimiento.
Esta persona considera que su sufrimiento no va cesar (desesperanza) y que los familiares van a superar su pérdida. Incluso llegan a creer que es un favor que les hace a los seres queridos.
Mitos sobre la persona con ideación suicida
“Preguntar a una persona si está pensando en suicidarse puede incitarle a hacerlo”
Está demostrado que preguntar y hablar con la persona sobre sus pensamientos suicidas disminuye el riesgo de cometer el acto. Además contribuye a aliviar la tensión.
Se recomienda preguntar y escuchar sin juzgar, de forma cálida y calmada. Puede que esta sea la única oportunidad para ayudarle. Discutir o minimizar estas ideas es una actitud equivocada y hace pensar que no nos preocupa.
“La persona que se quiere suicidar no lo dice”
Falso. Muchas personas expresan claramente sus intenciones y otros dejan entrever sus propósitos.
Es muy importante detectar estas señales de riesgo y tomarse en serio cualquier amenaza de autolesión.
Es mejor intervenir aunque la amenaza no sea real, que no intervenir y la amenaza resulte real. Por ello estas verbalizaciones no deben considerarse manipulaciones o chantaje y nunca se debe retar a la persona a hacerlo.
“Solo las personas con problemas graves se suicidan. Los niños/adolescentes no se suicidan”
El suicidio es multicausal. Muchos problemas que para los adultos pueden parecer triviales, para los pequeños pueden parecer catastróficos. Pueden vivirlo como algo altamente dañino. Unido a rasgos de impulsividad puede llevar al suicidio.
Por ello se recomienda que no infravaloremos el dolor que pueden sufrir.
“El que se suicida está atravesando una depresión”
Aunque es un factor de riesgo, no todas las personas que se suicidan sufren depresión ni viceversa.
“El suicidio no se puede prevenir. Ocurre por impulso”
La mayoría de las personas antes de cometer un intento de suicidio evidencia una serie de síntomas. Si los detectamos a tiempo se puede evitar y ayudar a la persona.
“El que intenta suicidarse es un cobarde o un valiente”
Las personas que intentan suicidarse no son ni cobardes ni valientes. Son personas que sufren.
“La tendencia al suicidio es hereditaria”
No lo es. Se aprende a ver el suicidio como una solución definitiva cuando los problemas nos desbordan igual que hizo el familiar.
Factores de riesgo de suicidio
Cuántos más factores de riesgo ocurren en una misma persona, mayor será la probabilidad de que se llegue al suicidio.
1. Intentos previos. Cuanto más número y de mayor gravedad, mayor riesgo hay de suicidio. El mayor grado de ocultación igualmente está relacionado con mayor riego.
2. Pensamientos suicidas. Se piensa en el suicidio como la única salida al sufrimiento.
3. Problemas de comunicación y pobres habilidades sociales.
4. Presencia de alguna psicopatología: Depresión. Trastorno bipolar. Trastorno límite de la personalidad. Esquizofrenia
5. Presencia de conductas disfuncionales: Abuso de substancias. Conducta antisocial. Autolesiones físicas. Autoexigencia personal. Sentimientos de fracaso personal o de inferioridad. Sentirse una carga. Sentimientos de indefensión y desesperanza. Impulsividad. Inconformismo de género. Abuso sexual. Maltrato.
6. Factores de riesgo familiares: Antecedentes de suicidio. Abusos de alcohol o drogas. Peleas frecuentes. Psicopatología de los padres. Carencia de cuidados y atención. Rigidez familiar. Problemas emocionales subestimados o sin atender. Demandas excesivas por parte de los padres.
7. Riesgos sociales: Ausencia de red social de apoyo. Aislamiento. Rechazo o marginación. Acontecimientos vitales negativos. Perdidas. Rupturas de pareja. Bullying. Estigmatización. Silenciar los intentos de suicidio.
Ante el riesgo es importante adoptar medidas rápidas como:
Informar a los familiares y darles apoyo. Es necesario llevar a la persona a un Servicio de Urgencias Médicas Hospitalarias o llamar a 112.
Limitar el acceso a medios lesivos.
No dejarles solos, intensificar la vigilancia.
Preguntarle sin temor y escucharle con sensibilidad y comprensión.
Lograr la confianza con frases como: “Me gustaría que me dieras una oportunidad para ayudarte”. Transmitir que nos importa y hacerle ver su valía.
Buscar apoyo especializado.
Señales de alerta ante el suicidio
Estas señales nos pueden llevar a pensar que una persona está pensando en el suicidio.
Comentarios o verbalizaciones negativos sobre sí mismo o sobre la vida:No valgo para nada. Esta vida es un asco. Mi vida no tiene sentido. Estaríais mejor sin mí.
Despedidas verbales o escritas inesperadas:Quiero que sepas que te quise mucho.
Comentarios negativos sobre el futuro:Lo mío no tiene solución, las cosas no van a mejorar nunca.
Comentarios relacionados con el suicidio o la muerte:Me gustaría desaparecer, no deseo seguir viviendo.
Cambios repentinos de conducta: Aumento de irascibilidad. Agresividad. Insomnios, o, al contrario, calma y tranquilidad repentina.
Falta de interés. Actitud pasiva. Aislamiento. Consumo de substancias. Disminución de esfuerzo. Comportamientos inadecuados. Regalar objetos personales preciados y queridos. Despedida inusual. Cerrar cuentas de Facebook o whatsapp. Resolver asuntos.
Factores de protección frente al suicidio
Cuántos más factores de protección menor será la probabilidad de que se llegue al suicidio.
Factores de protección personales: Habilidades de comunicación. Ser resolutivo. Habilidades sociales. Ser extrovertido. Receptividad hacia experiencias similares. Alta autoestima. Actitudes y valores positivos (respeto, solidaridad, cooperación, justicia, amistad). Sentirse querido.
Factores de protección familiar: Apoyo
Factores de protección social: Calidad y consistencia en el apoyo social. Buenas relaciones. Buena comunicación con iguales y personas de autoridad. Confianza. Sentirse escuchado. Tener amigos.
En el entorno escolar: Incluir estrategias de prevención, actuación y postvención para los casos de intento e ideación suicida. Sensibilización y orientación de los centros escolares. Tolerancia cero al acoso. Mejorar la comunicación entre docentes y adolescentes. Promocionar conductas de apoyo.
En España hay aproximadamente 11 suicidios al día, un cuarto de ellos son adolescentes.
Esta grave realidad requiere un intervención multidisciplinar: sanitario, familiar, escolar, policial, etc. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2011) considera que “el ámbito educativo es un lugar excelente para desarrollar actividades preventivas adecuadas”.
El Ayuntamiento de Madrid en colaboración con el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y la Asociación AIPIS han elaborado una guía para la prevención de la conducta suicida dirigida a docentes.
Este artículo es un resumen de la guía y tiene como objetivo divulgación de conocimiento profesional sobre el suicidio.
Difundir información veraz y objetiva sobre la conducta suicida ayuda a identificar las señales de alerta y saber cómo debemos actuar antes dichas señales, dónde nos podemos dirigir, así como, enfrentar el duelo ante el suicidio consumado.
La Sensibilidad en el Procesamiento Sensorial (SPS) es un conjunto de rasgos neuropsicológicos descubierto en la década de los 90. Elaine y Arthur Aron fueron los psicólogos que comenzaron a estudiarlo y a establecer sus límites.
Las personas que poseen este conjunto de rasgos tienen una sensibilidad más alta que les facilita la detección de pequeñas diferencias entre los estímulos. También pueden procesar la información sensorial a un nivel más profundo que el resto de la población.
Estos autores relacionaron la SPS con un tipo de personalidad que denominaron “Persona Altamente Sensible”. Se piensa que en la actualidad entre el 15 y el 20% de la población posee este rasgo.
Características de las Personas Altamente Sensibles
Cada día nos relacionamos con decenas, cientos e, incluso, miles de personas. Cogemos el metro, vamos en autobús, paseamos por la calle, compramos, etc.
Cada situación parece hecha para ser compartida con desconocidos. Compartimos asiento con personas que pueden ser totalmente diferentes a nosotros. Personas con distintas ideas, distinta educación y distinta forma de comprender el mundo.
No es de extrañar que, de vez en cuando, nos encontremos hastiados de esta obligación de la convivencia en sociedad. Pero esto se complica cuando eres una persona con una hipersensibilidad especial. Es lo que ahora se ha empezado a denominar PAS – Personas Altamente Sensibles.
Tras alguien así se encuentra una necesidad urgente de estima y una visión altamente subjetiva de la realidad. No es que quieran llamar la atención, es que el cariño normal no parece suficiente.
No es que sean cabezones, simplemente su forma de ver el mundo es así. Tienen la reactividad en guardia y la sensibilidad a flor de piel.
Ahora, seguramente, te estés reconociendo. Y con esto podrían explicarse muchas cosas que te ocurren normalmente. Tienes la autoestima minada, estás agotado de estar en guardia, a menudo te aíslas socialmente. Has perdido amistades con facilidad y te cuesta adaptarte a tu entorno laboral.
Crees que estás en guerra con el mundo pero, lo siento, sólo estás luchando contra ti mismo. Por eso te defiendes constantemente, aunque tu peor enemigo no es otro que tú mismo.
No estás sólo, no es el mundo contra ti. Es la subjetividad la que no te está dejando ver que cada uno sufre su propia tragedia. Como diría Platón, sé comprensivo, porque cada persona que encuentres en tu camino está librando una dura batalla.
Todo sería un poco diferente si aprendieras a relajarte, si bajaras la guardia, si aprendieras a convivir contigo mismo. Hacerlo te abriría al mundo. Tienes tu propia coraza montada. Seguramente ni te aguantes. Pero eres tan poco objetivo que no ves todo lo que tienes. No eres consciente de cómo eres, todo lo que vales y puedes ofrecer. Conocerte, mimarte y quererte cambiaría mucho tu vida. Deberías darte una oportunidad.
Vivir en guardia, como decíamos, es agotador. Estar alerta, con la coraza puesta y las uñas preparadas está trayendo repercusiones muy serias. Especialmente porque no estamos solos en el mundo. Si bien es cierto que esta forma de sentir y ver la vida, bien llevada, no tiene porqué ser negativa. El problema es cuando se nos ha ido de las manos y dejamos de ser sensibles para convertirnos en susceptibles. Un drama, vamos.
Cómo canalizar toda esa sensibilidad
Expresarnos de manera artística nos hará romper y abrirnos, descargar nuestra sensibilidad más fina. Así podremos regresar al mundo con la piel más dura. Pinta, escribe, haz fotos al desayuno para Instagram, pero crea. Haz algo con todo lo que te atormenta, canalízalo y sácale partido. Suena demasiado fácil. Me siento, pinto y coloreo y me como el mundo. Tampoco es eso, pero con sencillas claves podemos empezar a trabajar.
En primer lugar, tus opiniones. Sabes de sobra que en frío no eres objetivo, que, además, te pierde la boca. En caliente tiendes a dramatizar, haces un mundo de todo. Luego vienen los arrepentimientos cuando a las 24 horas sabes que realmente no tenía tanta importancia como le habías dado. ¿Solución? Espera, aguanta un día. No envíes ahora el e-mail lleno de rabia ni abras el WhatsApp para cantarle las cuarenta. Sólo espera.
Aparte te encanta emitir un veredicto sobre los demás. Le juzgas y hasta buscas un castigo psicológico. Deberías suspender ese juicio, dejar de fiscalizar a los demás. Entender que no hay buenos ni malos, y no todo es blanco o negro. Todo es relativo y seguramente, al no conocer el 100% de la otra persona, te estés equivocando.
Pero, además, te encanta hacer de adivino. Decides pronosticar conductas ajenas. Con tu imaginación te inventas mil y un conflictos, distintas discusiones en las que tú siempre tienes la razón. Esperas que el otro venga y decida rogarte tu perdón. Pero nunca es como te imaginas y luchas de manera incansable para montar el lío. Todo sería más fácil si dejaras de proyectar lo que tiene que suceder, serías más inmune a la decepción.
Tienes sensibilidad, sí, pero no tanta empatía como crees. Es más fácil calzarte unas zapatillas que alfombrar el mundo entero. Debes ser tú el que gane flexibilidad, el que empiece a acomodarse al mundo. Practica la empatía.
Y por último, evita los conflictos. Evita todas esas posibles situaciones que saben que en algún momento te van a meter en un lío. ¿Eres un paranoico si leen tus whatsapps y no te responden de inmediato? Fácil, desactiva la hora de conexión y el doble tick azul.
Como siempre, en la vida te va a afectar sólo lo que tú decidas que te afecte. Cada uno tenemos una serie de características, habilidades y, por supuesto, sensibilidades. Nunca debemos pensar que lo que tenemos o nos pasa es un castigo. Al contrario, de esas debilidades podemos obtener nuestras fortalezas.
Utiliza todo lo que tengas en tu mano para crecer y ser mejor. Merece la pena.
Test para descubrir si eres una Persona Altamente Sensible
En este enlace encontrarás un sencillo test para descubrir si eres una persona altamente sensible
Ya hemos compartido con anterioridad artículos que tienen que ver con la toxicidad en la pareja. Como investigador de estos procesos resultaba imprescindible llegar a la pregunta que abre el tema de hoy.
Cuando una persona acude a terapia por estar viviendo una relación (de pareja, familiar o laboral) con tintes de toxicidad, lo hace por estar convencidad de que el otro es el miembro tóxico de la relación.
En muchos de los casos esto resulta cierto. Sin embargo, cabe aclarar que en una relación tóxica ambos participantes tienen su grado de virulencia. La toxicidad del individuo se mide de acuerdo al grado en que lleva a cabo sus actitudes nocivas hacia los demás.
Hay personas que resultan tóxicas para ellas mismas. En este artículo hablaremos de las conductas que hacen que les parezcas poco agradable a los demás y tiendan a evitarte.
¿Qué ocurre cuando somos nosotros la persona tóxica?
Todos, en algún momento de la vida, hemos resultado tóxicos para otros. La razón de ello es que somos entes individuales y por tanto poseemos diferentes personalidades. Algunas veces nuestra personalidad diferirá bastante de la de otra persona. Si nos aferramos a ciertas actitudes podemos terminar convirtiéndonos en fuente de displacer constante para ella.
La buena noticia es que este tipo de comportamiento puede controlarse. En este sentido, soy un convencido de que las personas no cambiamos, sino que nos controlamos.
Este control puede verse como cambio. Algunos individuos son capaces de ejercer control sobre actitudes no convenientes para ellos y los demás (violencia, infidelidad, celos, etc.). Pero si en algún momento, las circunstancias confluyen, esa actitud aparecerá de nuevo (teoría del queso gruyere).
La actitud de la persona tóxica puede ser controlada y eso es positivo
Para acceder a este control es absolutamente necesario dar el primer paso: reconocer y aceptar que soy una persona tóxica para los demás. Y esta es la parte más difícil porque aquí entra el compañero inseparable de la personalidad nociva: el ego
Mediante el ego, la persona se reconoce a sí misma (Yo) y toma conciencia de su identidad. El ego nos ayuda a separarnos del resto de las personas, al menos en nuestro interior.
También es importante hacer alusión a la utilización coloquial de ego, que se refiere a jactancioso, egoísta y por tanto desagradable.
Entre ambas definiciones, se oculta el corazón del ego inmerso en la personalidad tóxica: la inseguridad.
Por medio del ego, las personas toman conciencia de sí mismas y eso es sumamente importante y beneficioso. Sin embargo también puede ocurrir que se convierta en un refugio en el cual el individuo proteja sus inseguridades. Y créeme que las va a defender a capa y espada. Aquí, cuando ocurre esto, es que se gesta la personalidad tóxica.
La idea subyacente en lo anterior es: “Me ha costado mucho trabajo ocultar los monstruos que me asusta. Bajo ninguna circunstancia permitiré que alguien me los haga traer a la superficie. Antes haré lo que sea para que eso no ocurra”.
Y lo hará en contra de quien sea. Si esta persona se da cuenta que alguien quiere acceder a esa instancia, reaccionará violentamente. Por eso es tan difícil comenzar a dar el primer paso: aceptar que tengo una personalidad tóxica.
Pero supongamos que ya lo has hecho. Has decicido transitar el camino que te llevará a la superación de tu actitud tóxica. ¿De qué forma puedes establecer que eres una persona con estas características?
¿Cómo identifico si soy una persona tóxica?
Siempre se presentan señales que nos avisan de la posibilidad de ser una personalidad tendiente a la toxicidad. Estos signos los podemos leer con suma facilidad en los demás pero hacerlo en nosotros mismos es otro boleto.
A continuación te daré solamente cinco de estas señales (aunque hay muchas más). Por favor recuerda que estos puntos son referenciales y no determinantes. Esto quiere decir que mientras más señales se presenten en ti, más posibilidades hay de que te digan algo. Si solamente tienes uno, tal vez sólo seas caprichoso o vanidosa.
1. Siento constantemente que la vida es “mala” o “injusta” conmigo
Detraás de una persona tóxica se oculta el ego antes mencionado. Tienes la creencia de que te mereces sólo lo mejor. Sin embargo, olvidas que la vida se trata de subidas o bajadas. La aceptación a unas u otras es lo que nos permite vivirla adecuadamente.
2. Cuando alguien me da una opinión, en automático la impido, la rechazo o me la tomo como agresión
Esta actitud enmascara la seguridad mermada en la persona. Tiene que encontrar rápidamente una defensa en contra de lo que siente como un peligro. Esto significa que percibe las opiniones del otro como negativas. Y esto se traduce en desvalorización, resentimiento o abierta belicosidad.
3. Cuando alguien tiene éxito soy incapaz de reconocer su mérito
Cuando ocurre que alguien ha logrado obtener algo por lo que luchó, minimizas ese éxito achacándolo a la suerte. O para ponerlo en dos palabras: sientes envidia. (Esta será una de las más difíciles de aceptar y asumir por la persona tóxica).
4. Establecerte en el papel de víctima
Este punto se resume en algo como: “Yo no tengo la culpa de mis problemas”. Siempre es el otro el que por alguna razón afecta tu propia vida. La persona tóxica es incapaz de pararse en la responsabilidad de sus propias acciones. Siempre es más fácil encontrar excusas o culpables externos.
5. Llegar a las agresiones verbales y/o físicas
Esta es la señal número uno de que estás desplegando una toxicidad y virulencia letal. El primer derecho inalienable de cualquier ser humano, es el derecho a mantener su propia integridad a buen resguardo. Cuando alguien, en este caso tú, rompe ese principio, es que algo está terriblemente pervertido.
Usa tu sentido común al decidir si estos puntos realmente se adecuan a tu situación. Es muy importante que si ha sido así, tomes cartas en el asunto. Si te has percatado gracias a este ejercicio, los demás a tu alrededor también lo perciben
¿Te has preguntado por qué tus relaciones fracasan? ¿Por qué la gente no se lo pasa bien contigo? ¿Tiendes a terminar en conflicto con los demás? ¿Por qué no estás siendo feliz? Bueno, tal vez esto te acerque un poco a las respuestas.
Mi recomendación es que si crees que eres una persona tóxica busques ayuda profesional. De esta manera podrás ser guiado en el camino que requiere salir de este tipo de actitudes. Si has aceptado y asumido que puedes tener una personalidad tóxica es momento de hacer algo al respecto. Deja de buscar excusas.
Si has acabado leyendo esta página es porque te sientes solo o sola. Probablemente hayas buscado en Google “me siento sola” y ha aparecido este artículo.
¿Es la primera vez que te sientes así? Nuestras vidas son viajes que nos llevan por caminos que no podemos imaginar. Ojalá no pasara, pero a veces nos toca hacer parte de ese viaje solos. Ya sea porque nos quedamos sin amigos, sin pareja o incluso sin familia. Hay muchas personas solas. Sólo en España, cuatro millones de personas (una de cada 10) se ha sentido sola en el último año.
La fragmentación social actual de los lazos sociales fomenta un sentimiento de soledad que limita nuestras vidas. No estamos solos, sino que nos sentimos solos. La diferencia es la intensidad y la satisfacción que recibimos en la relación con los otros.
Hoy me gustaría hablar de la soledad porque es una de las razones que lleva a algunos a buscar pareja. Es normal que no nos guste estar solos y que prefiramos vivir en compañía. Cuando lo que nos impulsa a buscar esa compañía es una huída, puede que nos lancemos a los primeros brazos que aparezcan. Y eso siempre es una mala idea que puede derivar en una relación tóxica.
Hoy te propongo hablar y pensar sobre la soledad, para no tenerle miedo, entenderla y aprender a manejarla. Lo hago desde mi experiencia de haber superado el temor a la soledad, gracias a distintas modalidades de desarrollo personal.
A lo mejor no necesitamos aspirar a “encontrar compañía en nosotros mismos”, como dijo el escritor. Quizá simplemente sea suficiente aprender a vivir la soledad con serenidad.
¿Existe el miedo a la soledad?
Es ahí, en la absoluta costumbre, donde radica nuestro miedo a la soledad. Un miedo a estar con nosotros mismos, a escuchar nuestra voz interior, o el mero silencio, encontrándolo devastador. Para verlo, sólo tenemos que observar a las personas que están en una sala de espera. O aquellas que viajan en autobús: están inmersos en sus teléfonos, hablando por Whatsapp o leyendo emails. Ocupan cada minuto con las redes sociales porque son incapaces de enfrentarse al silencio.
Este miedo tiene su origen en la educación que hemos recibido desde niños. Una cultura que refuerza esa creencia, haciendo hincapié en la necesidad de tener a alguien a nuestro lado.
Nos hemos convertido en seres dependientes. Sentimos vacío cuando no tenemos pareja, nos sumimos en depresiones y nos entra el terrible hambre de compañía.
Ya para acabar, insistir en que el miedo a la soledad es superable. Yo era de esas personas que dormía con la luz encendida. Para quien un fin de semana sin planes era un verdadero desastre. Consideraba que estar sin pareja era una catástrofe.
Con el tiempo y distintas técnicas de crecimiento personal y meditación no sólo he superado el miedo a la soledad, sino que he pasado al extremo contrario: mudarme sola al extranjero, ir al cine, a restaurantes, viajar… Y la sensación de libertad es tan dulce, que uno se arrepiente de no haberlo hecho antes.
La paradoja es que cuando te atreves a vivir tu vida de forma independiente y libre de miedos, es cuando más crece tu red con nuevas relaciones.
Una sociedad aferrada a la compañía
Vivimos en una sociedad en la que la compañía parece el único camino a la felicidad. Allá donde vayamos, todo nos recuerda que debemos encontrar pareja y formar una familia. Sin embargo, las estadísticas sostienen que el 25% de los hogares españoles están compuestos por una persona que vive sola.
Nuestras rutinas más banales siguen estando hechas para ser compartidas. Supermercados llenos de packs indivisibles, o restaurantes que sirven ciertos platos sólo a partir de dos raciones. Como en aquella escena de Lucía y el sexo en la que el camarero explica que no hacen paellas para una sola persona.
Con razones como estas, es imposible ir al cine o hacer un viaje solo. Nos vemos forzados a tener un ocio absolutamente social, acostumbrándonos a ello, convirtiéndolo en parte de nosotros. Si nos vemos sin planes una tarde, nos quedamos en casa. ¿Dónde voy a ir yo solo?
Me siento sola: los Riesgos de la Soledad
Es bien sabido por cualquier profesional dedicado a la psicología que la gregariedad ofrece infinitos beneficios a la especie humana.Sensibilidad, satisfacción, seguridad, cariño y poder son algunos ejemplos.
Es importante saber hasta qué punto la soledad puede afectarnos de manera negativa en nuestro desarrollo evolutivo. Un gran porcentaje de todo lo que aprendemos en la vida proviene de otras personas (de nuestros padres, profesores, amigos o, simplemente, de desconocidos).
Hay varias razones para no dejar que una situación de aislamiento se prolongue demasiado tiempo:
A) La soledad limita tu vida
El problema de la soledad es que nos falta esa red de apoyo, tanto material como afectiva, que necesitamos, como seres sociales que somos.
Esa red de relaciones apuntala nuestras vidas y las hace más llevaderas. Seguro que conoces casos de personas que, gracias al apoyo económico y afectivo de su gente, han podido salvar situaciones difíciles de pérdida de empleo.
“La desgracia compartida, es menos sentida”, reza el dicho
B) La soledad te impide vivir de acuerdo a tu naturaleza
Somos animales sociales. Esa es nuestra naturaleza.
Hay otros animales de vida solitaria, como el tigre: vive solo, y sólo está con otros miembros de su especie para reproducirse; luego regresa a su vida solitaria. Nosotros somos una clase de animal bien distinta. Estamos “diseñados” para la vida compartida, en conexión con otras personas.
Y por eso, las situaciones de aislamiento nos afectan: son una anomalía para nosotros. Si se prolongan demasiado o no les ponemos remedio, la soledad nos llega a causar malestar psicológico.
C) La soledad perjudica tu salud
Muchos hablan ya de la soledad de nuestras sociedades actuales. Incluso algunos expertos creen que es una nueva epidemia social como son la obesidad o a la depresión.
Una investigación sostiene que la soledad es tan perjudicial para la salud como fumar 15 cigarrillos cada día o sufrir alcoholismo. ¿No te parece increíble cómo el bienestar psicológico influye sobre nuestra salud total?
Se ha demostrado que el aislamiento es realmente perjudicial. El apego de la figura materna es de vital importancia para el desarrollo psicológico de las personas. Ya lo decía Aristóteles: “el hombre es un animal social”.
Diversos autores han incluido el cariño de los otros como un requisito elemental para el desarrollo del niño. Lo han situado al mismo nivel que la alimentación. Debemos tener presente que es inimaginable que un niño llegue a ser adulto sin el concurso de otros adultos.
Cierto es que el apego con la madre no dura toda la vida sino que se diluye con el tiempo. Sin embargo en nuestro interior permanece la vertiente emocional. Seguimos sintiendo la necesidad de buscar apoyo y compañía, el contato social, el reconocimiento y el cariño.
Kingsley Davis cuenta una historia que merece la pena escuchar:
Ana e Isabel eran dos hijas ilegitimas de familia muy poderosa. Debido a la reputación de ésta, se aconsejó mantenerlas en el más terrorífico vacío social. Ambas pasaron los primeros seis años de sus vidas recluidas en diferentes cuartos sin ningún tipo de contacto con el mundo exterior, salvo Isabel que vivía con su madre sordomuda. Ésta se aseguraba se darle a la niña los cuidados alimenticios e higiénicos más elementales, pero no dejo ni rastro de cariño, atención, instrucción o posibilidad de movimiento. Cuando fueron descubiertas, ninguna sabía hablar ni podía moverse.
Además, no mostraron ningún tipo de habilidad intelectual y se mostraban apáticas, indiferentes a todo, inexpresivas, temerosas y hostiles con cualquiera que se les acercara, especialmente si era hombre. Tras un periodo de entrenamiento, Ana aprendió a caminar, a identificar colores, a producir frases sueltas y cierta higiene personal. Murió a los diez años. Isabel, sin embargo, consiguió el suficiente desarrollo como para ingresar en el sistema educativo regular, ¿casualidad?
Tras este particular caso, Davis nos dejaría una cita para la posteridad: “la mayoría de los rasgos que consideramos constituyentes de la mente humana no se encuentran presentes a menos que sean colocados allí por el contacto comunicativo con los demás”.
Casos similares, como el de “Víctor de Aveyron”, esconden el mismo mensaje. Tras conocerlos comprendemos que para desarrollarnos como personas con una estructura psicológica adecuada necesitamos de la presencia de otros.
D) La soledad te hace sentir aislado
La soledad esta asociada al vacío y la tristeza, causa temor y desesperación sobre todo cuando ha sido postergada durante un largo periodo de tiempo.
Es importante no confundir la soledad con el aislamiento. Aislarse es un modo de evitar la soledad. La soledad no excluye necesariamente al otro, como ocurre cuando uno se aísla de los demás.
Podemos aislarnos de muchas maneras, sin que haya la mínima realización de soledad. Por lo tanto, no es lo mismo “estar solo” que “sentirse solo”. Al igual que tener muchos amigos significa no estar solo.
Lo que cuenta en todo esto es la intensidad y satisfacción en la realización con los demás. La dificultad para estar solo, tanto como las dificultades para relacionarse con otras personas, forma parte de los aspectos centrales de la soledad.
Nuestra necesidad de estar acompañados responde al hecho de que no podemos alcanzar nuestras metas sin la ayuda de otras personas. Dichas metas van desde aprender lo básico (andar o hablar), hasta, por ejemplo, cumplir el mayor sueño de nuestra vida.
Todo nuestro mundo funciona gracias a que existen más personas como nosotros y eso favorece nuestra supervivencia. Necesitamos desesperadamente hallarnos en presencia física de otros.
Cómo desarrollar una red de relaciones
Una vez que hemos satisfecho nuestras necesidades de supervivencia, nacen en nosotros otro tipo de necesidades igual de importantes: las necesidades sociales.
¿Qué podemos hacer cuando no tenemos a nadie con quien hablar, con quien compartir tiempo libro, con quien salir? Podemos desearlo intensamente, pero eso no es suficiente. Hay que ponerse en marcha.
¿Has oído alguna vez esa expresión de “cultivar las relaciones”? Nos relacionamos con otros de forma tan instintiva que casi nos olvidamos de que las relaciones “se hacen”, no llegan solas.
Cuando nos hemos quedado solos, nos toca volver a construir nuestro círculo de relaciones, tal vez desde cero.
¿Cómo podemos volver a construir esa red de afectos y de intercambios?
1. Sin prisas
Lanzarse a los brazos de la primera persona que pasa nos pone en riesgo de intimar con alguien a quien no conocemos bien. Puede entonces puede que nos encontremos con la desagradable sorpresa de que la relación no funciona tan bien como pensábamos.
Eso también se aplica a las relaciones de amistad. Toda relación humana tiene un tempo, un ritmo: se va desarrollando de forma progresiva.
Primero tenemos que compartir tiempo y experiencias para conocernos. Luego poco a poco se dan la intimidad, y se desarrollan la confianza y el afecto.
Para evitar malas experiencias es mejor no quemar etapas, entregando nuestra confianza antes de tiempo.
2. Sin cerrarse en uno mismo
A veces ocurre. Hemos tenido una mala experiencia, o nos sentimos vulnerables, inseguros. Y nos quedamos entre cuatro paredes porque es ahí donde sabemos que no pasará nada.
Y efectivamente, nada pasa. Ni nadie.
Para hacer crecer nuestra red, tenemos que ir adonde están las otras personas. Y no sólo eso: debemos ir con una actitud abierta, con ganas de estar en compañía de otras personas y de relacionarnos con ellas.
3. Con valentía
Es verdad, a veces, la vida nos pone a prueba. No es fácil ir uno solo a encuentros con personas que no conoce, para hacer actividades o nuevos amigos. Es la verdad. Pero eso no quiere decir que sea imposible.
O a veces te puedes ver obligado a hacer actividades por tu cuenta porque no tienes a nadie con quien hacerlas.
Tal vez te has mudado de ciudad o de país. O has roto una relación y perdiste el contacto con tus amigos. Y estás solo pero querrías salir de casa para ver una película o comer a un restaurante. Deja de decirte a ti misma “me siento sola” y actúa.
Según el país o el lugar donde vivas, que una persona salga sola se ve con mayor o menor aceptación.
La cultura latina tolera mal la soledad, nos gusta muy poco estar solos. Por el contrario, la cultura anglosajona ve con buenos ojos hacer cosas en solitario. Son muchas las personas que están acostumbradas a actividades en solitario, como viajar, ir al cine, a restaurantes… Y no les pasa nada.
Siempre debemos valorar nuestro entorno, y ver si salir solos puede ponernos en riesgo. Pero eso no es lo habitual. Lo habitual es que nuestro miedo tenga más relación con lo que puedan pensar de nosotros que con una amenaza real.
4. Con inteligencia
Podemos aprender a sacarle partido a los pequeños momentos y encuentros fugaces con otras personas.
El trato o la conversación con la persona que nos vende el pan o nos sirve el café. Con las personas desconocidas con las que a veces cambiamos unas palabras. Son pequeñas pinceladas de compañía que pueden ayudar a mitigar que te sientas sola.
También podemos compartir la presencia de otras personas en silencio, sin llegar siquiera a hablar con ellas. Sentarse en un parque un domingo, en un día soleado, cuando toda la ciudad ha acudido allí a disfrutar el buen tiempo, es una forma muy hermosa de sentirse parte de la familia humana, sintiéndose un miembro valioso de una comunidad de iguales.
Cuando somos capaces de sentirnos así, como una persona valiosa que por circunstancias vitales, está viviendo un momento con pocas relaciones, no culpamos a los otros de nuestra soledad, ni pretendemos que arreglen nuestra situación.
Entonces es cuando podemos dejar que las relaciones se desarrollen a su ritmo. Nos sentimos solos, pero conectados. Sentimos laconfianza de que pronto haremos nuevas amistades y cultivaremos relaciones importantes para nosotros. Este tipo de soledad no causa sufrimiento. Tal vez sintamos que nos falta algo importante, pero eso no llega a provocarnos dolor.
Beneficios: el Camino de la Soledad
Todos en algún momento de la vida hemos transitado por el camino de la soledad, una experiencia de desarrollo personal que nos abre las puertas al despertar interior desconocido. Algunas personas están convencidas de que la soledad es mucho mejor que el hecho de sentirse mal acompañado.
Cuando nos rodeamos de gente seguimos las creencias de los demás para no romper con la dinámica de grupo. La soledad, en cambio, significa abrirse al pensamiento propio y original.
El otro día, un amigo me contaba que era la primera vez que pasaba la noche y la mañana de Reyes solo. Algo que me sorprendió ya que su familia tan sólo vivía a una hora en coche. Con la conversación pude comprobar lo extraño que aún resulta una situación cada vez más extendida: el placer de la soledad.
No la soledad dramática a la que podemos estar acostumbrados, sino la satisfacción de compartir la vida con uno mismo. Eligió de forma voluntaria no compartir con nadie ese día. Envolver sus propios regalos, colocarlos y abrirlos al día siguiente mientras comía tortitas. Un día que parece diseñado para ser vivido en compañía y que supo disfrutar consigo mismo. Algo que cualquier otra persona habría vivido de una forma muy triste.
La soledad es la fuente de las inspiraciones
Las personas somos seres sociales, pero tras pasarnos el día rodeados de gente, atentos a las redes sociales y conectados al móvil, la soledad ofrece un espacio sanador de reposo. Algunas personas que han experimentado la soledad han creado obras de arte y se han descubierto a sí mismos.
Tenemos la creencia de que toda creatividad y productividad proviene de un lugar extrañamente sociable. Sin embargo, la riqueza creativa que surge de la soledad es el ingrediente crucial de la creatividad. La soledad para algunas personas es tan importante, como el aire que respiran.
La soledad te ayuda a conquistar tu libertad
Cuanto menos solo estás, más te cuesta estarlo. Sin embargo, cuando estas a solas contigo mismo es cuando eres completamente libre.
La vida se organiza y se construye en las relaciones interpersonales. Nuestra conducta está configurada, en gran parte, por la vida con los otros; así como nuestras creencias.
Las relaciones permanentes generan expectativas y crean lazos que consolidan certidumbres. Por ello nos permiten construir un sentimiento de continuidad, de protección y seguridad.
Si toleramos el aburrimiento y el vacío seremos capaces de desarrollar algo nuevo. Aprenderemos a desintoxicarnos de un mundo lleno de estímulos y de sobrecarga informativa. La soledad no presenta de modo sistemático una connotación negativa.
“Estar solo” es algo que se aprende. Uno aprende a estar solo, a soportar el sentimiento de soledad y también a aprovecharlo de buena manera. En el camino de la soledad dejamos ese espacio en blanco para escuchar sin interferencias lo que sentimos y necesitamos.
Es posible aprender a vivir en soledad
Debemos ser conscientes de que durante toda nuestra vida, siempre habrá un elemento invariable: nosotros mismos. Eres tu pasado, presente y futuro. Eres tú el que siempre va a estar. Por eso, disfrutar de tu compañía debe ser parte fundamental de tu vida.
Aprender que cada hecho cotidiano está diseñado para ser disfrutado. Un desayuno en la cama, un concierto, la película que ningún amigo quiere ver, el viaje a Oporto o despertar la mañana de Reyes pueden ser momentos llenos de felicidad. No es necesario que haya nadie más a nuestro lado para verlo. Tú formas tus experiencias, tus vivencias, tú formas tu felicidad y las demás personas sólo pueden complementarla.
Tienes todo cuanto necesitas para embarcarte en la aventura de la soledad. No necesitas brújula ni mochila. Simplemente aprende a escucharte y mirarte, a sonreírte y respetarte. De esta manera podrás llegar al puerto que tú quieras.
¿Qué podemos hacer cuando la soledad duele de una forma especial?
Soledad y sufrimiento no tienen por qué ir de la mano. Pero para algunas personas sí son sinónimos. ¿Por qué ocurre eso?
Puede existir una situación real de soledad. Pero tal vez eso nos despierta sentimientos dolorosos, nos abre antiguas heridas.
Tal vez te sientes abandonado. O crees que no le importas a nadie, que nadie te quiere. O te sientes desvalida, con la sensación de ser incapaz de afrontar lo que la vida te vaya trayendo.
A) Serenarse
No es el fin del mundo, aunque nos lo pueda parecer. Es solo un momento de nuestras vidas, y como todos, pasará. Respiremos con tranquilidad y tratemos de conectar con lo que sentimos. ¿Te sientes sóla? tranquila, este momento también pasará.
B) Averiguar qué sentimos
A veces no somos capaces de conectar con nuestras emociones, para tratar de entenderlas, porque nos resultan abrumadoras. En ese caso, el acompañamiento de un psicólogo puede ser la respuesta.
Un profesional puede ayudarnos a identificar qué sentimos (abandono, desesperación, falta de confianza…). Puede enseñarnos formas de gestionar esos sentimientos para que no sigas sintiéndote sola.
C) Si el tiempo pasa y tu estado de ánimo no remonta, recurre a un médico
Pedir ayuda cuando no podemos encontrar la respuesta por nosotros mismos, es lo más inteligente. Representa una señal de amor por uno mismo y la solución más probable a ese sufrimiento. En ocasiones, puede que se trate un pequeño desajuste de salud que puede solucionarse con facilidad. Sin embargo puede intensificarse si no podemos encontrar consuelo en otras personas.