Cuando es época de estudios se vienen a la mente muchas dudas sobre la estructura neurológica del ser humano y su funcionamiento a la hora de recabar información, separarla y almacenarla.
En términos más simples, nos preguntamos cómo maximizar nuestra memoria ante grandes cantidades de información.
Está claro que tanto la concentración como el grado de esfuerzo e interés presentados tienen un valor innombrable en el desarrollo de los estudios, o de cualquier otra actividad en la que se ejercite la memoria.
Sin embargo, los estudios muestran que esta no es la única pieza del puzzle, dado que nuestros cerebros funcionan por medio de muchos procesos químicos diferentes.
Por ejemplo, la hora del día a la que se lleven a cabo los estudios es esencial porque nuestros cerebros funcionan mejor a ciertas horas determinadas, y esto es un hecho fijo e inamovible, fruto de la química interna de nuestros cerebros.
Del mismo modo, otros factores como podrían ser la temperatura, el cansancio, el desgaste mental al que nos hayamos visto dispuestos o incluso nuestro estado de ánimo en el momento en el que toma lugar el estudio, son puntos claves de nuestra eficiencia cognitiva en ese momento, marcando si retendremos mucha o poca de la información que estemos memorizando.
De todos estos factores, uno sobre los que más control tenemos es la alimentación, pues muchas veces no podemos elegir cómo de cansados estamos a la hora de estudiar, pero siempre podemos elegir cambiar nuestra dieta.
Suplementos
Cuando hablamos de suplementos para mejorar la memoria normalmente estamos hablando de cápsulas o unidades de aceite de pescado, que es rico en omega-3 , de pastillas de fósforo, el cual ayuda al buen mantenimiento del sistema nervioso y vitamina B9 (ácido fólico) el cual no es beneficioso únicamente para la memoria, sino para la mayoría de procesos.
Estos suplementos funcionan porque, como su nombre indica, suplen a nuestro cuerpo de aquellos nutrientes que les pueden estar faltando, mejorando algunos de los procesos neurológicos previamente mencionados.
También cumplen la labor de cuidar adecuadamente de nuestro sistema nervioso, que ha de ser entrenado y tonificado al igual que el resto de nuestro cuerpo.
Han de ser acompañados con una dieta saludable y rica en el resto de nutrientes necesarios, tanto para nuestro cuerpo como para procesar aquellas sustancias que estemos añadiendo a nuestro sistema por medio de suplementos. Esto es esencial si buscamos el mejor resultado posible, tanto para nuestra salud física como para la de nuestra mente.
Dieta de la memoria
Es un hecho que hay alimentos con más fama de ser buenos para la memoria o el cerebro, como por ejemplo, todos sabemos que el pescado es una fuente de fósforo natural, pero es que además mantiene las células del cerebro sanas y resistentes.
Las frutas silvestres hacen de prevención a fallos cerebrales y mantienen su salud a largo plazo debido a lo ricas que son en antioxidantes, buenos para mantener enfermedades cognitivas lejos de nosotros.
Son importantes las grasas sin apenas proteínas como podrían ser las nueces, que favorecen el mantenimiento de la mielina, el recubrimiento graso de los axones de nuestras neuronas.
Pero aun así es buena idea no caer en mitos o engañabobos y recordar que lo más importante para nuestros cerebros no son los suplementos, sino una dieta equilibrada que nos surta con todos los nutrientes que necesitamos en primer lugar.
Estaríamos buscando alimentos como los maníes, las patatas o el pescado, que son ricos en fósforo, frutas como la banana o el kiwi que tienen potasio y cualquier alimento rico en magnesio, yodo o zinc, pues estos minerales juegan un papel verdaderamente importante en nuestros cerebros, pero también una dieta rica en fibra y alimentos integrales, puesto que mantienen el nivel de azúcar de la sangre a raya y el único combustible del cerebro es la glucosa, aportandonos mayor salud cerebral.
Eliminar nuestras malas costumbres
La realidad es que las malas costumbres para nuestra salud no nos afectan solo a los músculos, y que una mala postura, falta de sueño o mala circulación pueden llegar a tener un efecto verdaderamente terrible en nuestra memoria, transformándonos en algo así como coladores de información incapaces de concentrarse en nada que no sea sencillo.
La tensión y el estrés tienen un efecto parecido, emborronando la información aprendida en nuestras mentes con preocupaciones y malos ánimos.
Es bueno conocer unos cuantos ejercicios de respiración que nos permitan abrirnos y liberarnos en la medida de lo posible de estas malas tensiones que muy a menudo pueblan nuestras cabezas, pues sólo crean reflujos de frustración que nos hacen la vida más difícil y nos encierran en un bucle de amargura por este mismo motivo.
Por último pero no menos importante, el consumo de estupefacientes o incluso de drogas recreativas como el tabaco o el alcohol, por legales que sean nos nublan la percepción y nos complican tremendamente el proceso de retención de datos.
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