¿Por qué es tan adictivo del tabaco?
La composición del tabaco es muy compleja. El análisis del humo de los cigarrillos ha permitido descubrir una amplísima lista de substancias y elementos químicos (alrededor de 4.000) de los cuales 70 son cancerígenos (amoníaco, arsénico, benceno, berilio, butano, cadmio, cromo níquel, polonio, etc.).
El poder adictivo del tabaco se debe principalmente a la nicotina. Esta substancia se absorbe muy rápidamente con cada inhalación y llega al cerebro en unos 10 segundos. Allí actúa sobre unos receptores nerviosos asociados a la dopamina provocando reacciones placenteras, como la sedación o la sensación general de bienestar. En algunas personas, la nicotina tiene un efecto estimulante, ya que incrementa la presión sanguínea y el ritmo cardíaco.
¿Cuándo tiempo ha de pasar para convertirse en adicto al tabaco?
Según las últimas investigaciones, un fumador ocasional puede sentir síntomas de adicción a las pocas semanas de iniciarse en el tabaco. Cuando el consumo inicial es algo más elevado, por ejemplo un cigarrillo diario, la dependencia del tabaco llegará bastante antes.
Esta reacción física y orgánica depende de forma directa de la cantidad de nicotina presente en los cigarrillos. Se calcula que cada unidad contiene alrededor de un gramo de nicotina, pero la cantidad ha ido variando con el tiempo. Las compañías tabaqueras han incrementado paulatinamente el porcentaje de esa substancia para aumentar la adicción y potenciar el consumo de tabaco entre la población.
Consecuencias de dejar de fumar
Al tratarse de una substancia adictiva, el tabaco lleva consigo una serie de consecuencias a la hora de abandonar el hábito de fumar. Desde el punto de vista físico, puede producirse el conocido síndrome de abstinencia: temblores en manos, sudoración excesiva, dolor de cabeza, estreñimiento, problemas gastrointestinales, etc. También son habituales los trastornos en el sueño y la tos, ya que los bronquios empiezan a limpiarse de alquitrán.
Para la mayor parte de adictos al tabaco, la abstinencia física es un elemento de inquietud a la hora de decidir dejar de fumar. Pero, si bien este aspecto reviste importancia, no debe perderse de vista el plano psicológico, tanto antes como después de iniciarse el proceso de desintoxicación.
¿Cómo debemos prepararnos psicológicamente para dejar de fumar?
- Conciencia y análisis de los efectos perjudiciales del tabaco
Si queremos dejar de fumar, lo mejor es empezar estudiando a fondo los efectos negativos del tabaco sobre nuestra salud. Fotografías, artículos sobre el cáncer de pulmón, reportajes sobre cómo las tabaqueras manipulan a los consumidores para crearles adicción… todos estos elementos pueden ser muy útiles para crear en nosotros una conciencia nueva de cara al tabaco y sus consecuencias. Tampoco estaría de más hablar con alguna persona que haya padecido o esté padeciendo en primera persona alguna afección grave causada por el tabaco. En internet podemos encontrar algunos artículos interesantes para ampliar conocimientos respecto a la materia.
- Marcarse una fecha concreta para abandonar el tabaco
De nada sirve analizar las consecuencias del tabaco en nuestro organismo si después postergamos sine die la fecha de dejar de fumar. Es importante marcarse un plazo concreto y empezar a prepararse para ello.
- Establecer un “plan de choque” para hacer frente al síndrome de abstinencia
La persona que desea abandonar el tabaco habrá de hacer frente a momentos complicados. Para sobrellevar ese periodo lo más recomendable es contar con la ayuda de los médicos y con el apoyo de familiares y amigos. Los profesionales sabrán aconsejar sobre la forma de afrontar la abstinencia, tanto en el plano físico como en el psicológico.
Consecuencias de la abstinencia desde el punto de vista psicológico
La nicotina tiene un poder de adición similar al de otras drogas, como el alcohol o la cocaína. Al abandonar el hábito, el cerebro lanzará un grito de socorro y los efectos secundarios no tardarán en aparecer.
Los primeros días son los más difíciles. El deseo de encender un cigarrillo golpea constantemente al fumador creando ansiedad, nerviosismo y sobretodo irritabilidad. Para sobrellevar este periodo, los especialistas recomiendan distraer a la mente con ejercicio y otras actividades físicas y mentales que ayuden en la labor. A la vez, puede ser recomendable introducir terapias substitutivas de la nicotina, como parches, chicles o comprimidos para chupar.
A parte de la irritabilidad, la persona que está dejando de fumar puede experimentar depresión, cambios de humor, insomnio o incluso mareos ocasionales durante los primeros días. Son secuelas incómodas que pueden dar al traste con las buenas intenciones del fumador, pero no tardarán en desaparecer. La mayoría de personas adictas al tabaco perciben una disminución de los síntomas pasadas dos semanas. Al cabo de 3 meses, las consecuencias habrán desaparecido por completo y el ya ex fumador empezará a percibir los auténticos beneficios de dejar de fumar.
La entrada El dejar de fumar y su relación directa con nuestra psicología aparece primero en Psicocode.
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