jueves, 3 de mayo de 2018

La belleza, un estado de ánimo

belleza

El sentimiento de la autoestima se sustenta sobre pilares extremadamente frágiles. Uno de ellos es el concepto de belleza, una idea abstracta vinculada al aspecto exterior que puede ocasionar verdaderos quebraderos de cabeza. Para las personas con una pobre concepto de sí mismas, situarse fuera de los cánones puede ser un elemento perturbador.

A la hora de efectuar un autoexamen, muchas personas evalúan la belleza en función de parámetros como el peso, la altura, el color de pelo, la estructura corporal o la apariencia de la piel. Sin embargo, se olvidan de un factor fundamental; según los expertos en psiquiatría, la belleza depende sobre todo de aspectos como la alimentación, el descanso, el deporte y los cuidados personales. Velar por uno mismo/a proporciona felicidad y eso genera belleza y se proyecta hacia los demás.

Cuidados personales y autoestima

En el aspecto de la belleza, los cosméticos naturales ocupan un papel relevante; y no hablamos tan solo de cuestiones estéticas. Por un lado, proporcionan herramientas para mejorar la apariencia física y crear salud, pero también son importantes desde un punto de vista social. La persona que utiliza productos naturales siente que contribuye a mejorar el medio ambiente; su apuesta por la cosmética ecológica equivale a compromiso con el entorno y se traduce en bienestar personal.

En el caso de la cosmética vegana, la sensación positiva todavía va más allá. El hecho de utilizar productos sin ingredientes de origen animal crea un estado de ánimo doblemente satisfactorio. No solo jugamos con principios de sostenibilidad, de alguna manera estamos también protestando contra el maltrato animal.

Todos estos conceptos son relevantes desde el punto de vista de la autoestima. Son una forma de fomentar dos tipos de  belleza perfectamente compatibles y complementarias: la física y la mental.

Cánones de belleza

Los cánones de belleza que nos “vende” a través de los medios pueden ser una fuente de frustración de primer nivel. Las mujeres han de ser delgadas, bellas y estar permanentemente arregladas; los hombres han de ser altos, delgados, atractivos, musculosos y deportistas. La edad es otro factor que genera estrés emocional: las mujeres han de parecer siempre jóvenes. No hay  tolerancia hacia las arrugas o los cabellos canosos, los efectos de paso del tiempo han de permanecer ocultos, tanto en el fondo como en la forma.

Estas actitudes comerciales, que priman el continente por encima del contenido, están detrás de numerosos trastornos por los cánones de belleza. La bulimia y la anorexia son un ejemplo, pero hay más. En el caso de las mujeres maduras, la consecuencia es muchas veces una sobrevaloración de la cirugía. No hay más que ver las actrices que superan o se acercan a los 50: bótox, liftings y modificaciones que en ocasiones tienen resultados desastrosos.

El poder de las influencers

En el caso de las más chicas más jóvenes, un elemento preocupante es el fenómeno de las influencers. Estos personajes mediáticos, que cuentan con millones de seguidoras en Instagran, se han constituido en un referente estético a imitar. Todas son delgadas, guapas y estilosas, y todas han conseguido triunfar con apenas 20 años.

Luchar contra estas imposiciones estéticas no es tarea fácil. La base está en fomentar la autoestima desde la base, con argumentos a favor de la aceptación y de una vida saludable.

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