La educación, desde la infancia y a lo largo de la vida, influye en cómo se formará y será cada individuo, ya no solo a nivel cultural, sino a nivel personal. Quizá la educación que estás recibiendo y los aprendizajes que vas integrando, estén definiendo tu felicidad y la de los tuyos, y determinando en cierto modo el futuro.
No existe ninguna clave universal ni truco mágico para aplicar una educación de diez, pero sí podemos tomar algunos consejos orientativos, tanto padres como profesores, para inculcar una educación proporcionada en la que se expongan límites y normas, y al tiempo se brinde libertad y crecimiento personal por parte de los niños, mediante un clima de asertividad y negociaciones razonables. En este artículo vamos a hacer hincapié en una serie de consejos relacionados con la disciplina positiva y su efecto psicológico en los niños.
Consejos para educar en positivo
1. Protege y quiere a los tuyos siempre. La protección en exceso no es buena porque forma niños miedosos e inseguros. Pero esto no quiere decir que seamos fríos, cosa que no es aconsejable. Transmíteles tu afecto, hazles saber que estás ahí, di cuánto les amas y cuídales aún desde la distancia, con amor y consejos, pero sin agobios.
2. Permite que exploren. Se aprende por descubrimiento, sobre todo en los primeros años de vida. Deja que exploren, que se equivoquen, que tropiecen, que rompan algo por error, que descubran cual sí y cual no por ellos mismos. De los errores siempre se aprende.
3. Tira y suelta la “cuerda”. La educación se puede comparar con una cuerda que une padres e hijos. Si tiras de ella le estás atrayendo hacia ti, limitándole, marcando tu autoridad. Si aflojas la cuerda, el niño tirará de ella, él tiene el poder, es libre de hacer lo que quiera. Ambos extremos son necesarios en algunas ocasiones, pero en el término medio está la virtud. No sueltes la cuerda y mantente alerta siempre, aflójala cuando creas que es prudente, y apriétala antes de perder el control.
4. Cada niño es único. No caigas en comparaciones con otros, sean quienes sean. Cada persona es un mundo, conoce bien a tu hijo y edúcale en ser uno mismo.
5. Mucha paciencia. Se paciente si tu hijo no aprende algo a la primera, si no hace las cosas exactamente como te gustaría. Él es otra personita, déjale crecer por sí mismo aunque no lo haga a tú manera.
6. Marca límites y normas. En los primeros años de vida los niños no están preparados para acatar normas, es el momento en el que el afecto es el motor principal de crecimiento. Pasados los dos o tres primeros años se tienen que empezar a clarificar normas, de ahí en adelante se deben ir adecuando y añadiendo acorde con cada etapa de la vida. Es importante marcarlas desde el principio y asegurar que les quedan claras a ellos, y llegado el momento no ceder a sus chantajes, ni a rabietas, ni a llantos, sino se perderá el control paulatinamente.
7. Mantén un clima de confianza. Si tu hijo no se siente cómodo, va a dudar de ti y de todo lo que le digas.
8. Sé su amigo pero también su padre. Es imprescindible tener un ambiente cercano en el cual el hijo se sienta cómodo expresándose, de modo que conozcas cómo se encuentra en todo momento o exponga si tiene algún problema, porque te lo diga él mismo, sin obligarle. Pero cuidado, no eres su amigo, siempre tiene que haber un límite que recuerde la figura de autoridad que para él eres.
9. No le obligues a expresar. Si quieres saber cómo se siente o qué hace cuando no le ves, espera a que él te lo cuente, si has creado ese clima de confianza no habrá problema, tarde o temprano te lo hará saber. Si en algún momento se siente presionado o vigilado en exceso debido a tu control, se alejará, no quieren un policía encima de ellos.
10. Procura no prohibir ni destacar continuamente tu poder sobre ellos. Prohibir es incitar el deseo, hay otros modos de decir las mismas cosas para que las entiendan y las hagan más gustosamente. Por ejemplo, en lugar de decir “Prohibido salir a la calle sin mi permiso”, frase en la que remarcas prohibición y autoridad, lo cual crea una idea de inferioridad en el crío, se puede decir “Cuando quieras salir a la calle avísame”. El significado es el mismo pero suena mejor. Prueba a voltear todas las frases de mandato que dices y cambiarlas a positivo, seguro que obtienes mejores resultados y menos cabreo por parte de ellos.
11. Pueden pactarse ciertas normas. Hay cosas que por seguridad de los hijos y por sentido común no pueden cambiarse, son normas que tienen que aprender a acatar sí o sí. Pero ciertos límites se pueden pactar con ellos en casos concretos y se sentirán reforzados por dentro al sentirse también responsables. Por ejemplo, si una norma es “dejar los dulces para después de las comidas principales”, ha de ser así, pero si se trata de un día especial se puede pasar por alto esa norma, mientras se deje claro que es una excepción puntual.
12. Refuerza su autoestima para evitar inseguridades. A partir de los siete años el concepto que los niños tienen de sí mismo cambia y aún más cuando llegan a la adolescencia. Son etapas de inseguridades, dudas y cambios. En este momento debe sentirse reforzado por sus progenitores y profesores, mediante elogios en sus puntos fuertes y restando importancia a aquello que no es tan bueno. Por ejemplo, expresando que siempre hace muy buen trabajo en sus tareas escolares y restando importancia a las equivocaciones, diciendo que es capaz de mejorar y conseguir lo que quiere si se esfuerza.
13. Incrementa el diálogo en la adolescencia y mantén el clima de confianza. Esta es la etapa más difícil y más llena de inseguridades. Los hijos pasan por momentos de cambios importantes a todos los niveles (físico, psicológico, emocional, conductual…) y se sienten vulnerables. Es el momento de establecer mucho diálogo para que conozcan que está pasando y sientan tu apoyo. Los amigos cobrarán más importancia que nunca y tenderán a alejarse de los padres. Pasa tiempo con él, planea actividades en las que se sienta cómodo, que te sienta cerca.
14. Expresa siempre sentimientos. Llegada cierta edad, los hijos pueden mostrarse más distantes y ariscos, en estos momentos, los padres pueden temer expresar sus sentimientos hacia ellos, pero esto ha de ser al contrario. Crea un vínculo afectivo y claro con tú hijo, en su interior se está dando una revolución, haz lo posible para crear un equilibrio emocional y una relación sana.
15. Gestiona los conflictos de modo pacífico. “Si educas a una bestia a gritos, no responderá cuando le hables”. No alces la voz, habla con tranquilidad, si estáis en un ambiente tenso, apacigua primero y explica después, cuando todo esté más calmado. Si creáis una atmósfera de gritos y llantos, no se solucionará nada y os estaréis acercando a respuestas agresivas.
16. Recompensa mejor que castigo. Cuando los hijos hacen las cosas bien hay que hacérselo saber y felicitarles por ello, de modo que se sientan reforzados para volverlo a repetir. Cuando para ellos es costoso hacer algo se les puede estimular mediante una recompensa pactada de antemano. Los castigos son más complejos de manejar, y no siempre dan buenos resultados porque llegan a acostumbrarse a ello y pierde el efecto que pretendíamos, además de crear mayor negatividad en el crío porque fijamos su atención en lo que hace mal, cuando deberíamos de dar importancia a lo bueno para que se recuerde y se repita. Sí, es necesario castigar en alguna ocasión, pero mientras se pueda, se actuará mediante el método de recompensa. Lo positivo siempre atrae positivo.
17. Resta importancia a lo material. Las cosas materiales son solo eso, no importan, no valen. Lo que realmente importa va más allá, son los logros, las personas que nos rodean, nuestras emociones, el propio crecimiento personal… Como decía Joaquín Sabina, “Soy tan pobre que solo tengo dinero”, haz que tus hijos sean ricos con lo que de verdad es valioso.
18. Asertividad. Siempre hemos de ser asertivos, pero más aún si estamos educando a nuestros hijos o alumnos. Transmite mensajes con claridad y tranquilidad, estimula la comunicación cordial y evita obligar tajantemente. Las cosas se hablan y se alcanza un acuerdo, las imposiciones por la fuerza no dan buenos resultados.
19. Escucha. Muéstrate siempre receptivo ante tu hijo, escucha sus inquietudes. A veces tenemos mal día o no estamos de humor, pero hemos de saber formar barreras para no transmitir desprecio a nuestro hijo inconscientemente.
20. Valora siempre. Nuestros hijos pueden no actuar siempre como se espera, o pasar por situaciones más complicadas de lidiar. Ante todo, apóyale, valora sus esfuerzos, anímale a seguir adelante y a demostrar lo que vale.
Una educación en positivo es la forma más rica de crecimiento. No es una fórmula mágica, pero todos estos consejos pueden ayudarnos a encaminar mejor el desarrollo de nuestros hijos y/o alumnos.
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