A ti, que crees ser un don nadie, te escribo esta carta. A ti, que trabajas a sol y sombra sin merecer recompensa. A ti, que brindaste las veinticuatro horas del día a tus hijos, porque elegiste ser solo madre. A ti, que crees morir en una empresa que no reconoce ni el nombre de sus trabajadores. A ti, que dedicaste a escribir en tu libro, la historia de “nunca serás capaz”. A ti, que dejaste que el miedo un día, decidiera invadir y controlar tu vida…
Es a ti a quien escribo estas letras para decirte que no desistas, que no te conformes, que no te rindas…Y por ello, durante un instante te invito a realizar este simple ejercicio de meditación.
Para empezar, te sugiero que cierres los ojos. Relájate, es fácil, respira, mantente tranquilo y comienza a recordar… ¿Cuándo fue la última vez que pusiste en el espejo la etiqueta de “no puedo, no seré capaz, es imposible, o esto no es para mí”? ¿Unos minutos, quizás?
Si es tu caso, y todo esto te resulta conocido, te incito a que continúes hasta el final. Ahora, suponte que estás acostado en tu cama, es medianoche, y de repente, despiertas a oscuras, sin ningún halo de luz a tu alrededor. Acabas de escuchar que hoy podría ser tu último día, que tu final ha llegado, que la muerte abre las puertas de su abismo para recibirte: ¿Cómo crees que te sentirías?
Pues bien, te lo diré yo, tal vez en ese instante, una mezcla de emociones controlaría tu estado anímico, (tristeza, desolación, culpa…). Poco a poco, descubres que este sueño no es un sueño, que esta historia no es su historia. Lo siento, es duro descubrir que este mal sueño ha durado algo más que la mitad de tu vida. Te acabas de dar cuenta que no has hecho absolutamente nada que te hiciera sentir bien. Dejaste que pasara el transcurrir del tiempo sin introducir cambios, una vida normal, un trabajo peculiar que te genera ansiedad. Lo tuyo es eso de los días sin alegrías, pero tampoco tristezas.
Todo transcurre lineal, las acciones son precarias. Y eso es todo, miras atrás y descubres que tu vida es un lienzo en gris, sin color. Siempre te conformaste con nada, cuando sin embargo una parte de ti, repetía que eras especial, que tenías un don, tal vez como profesor, ingeniero, pintor, incluso escritor…pero te conformaste con lo inmediato, con lo que era fácil, con lo sencillo, con todo aquello que no representara un gran reto en el que pudieses fracasar.
En estos instantes, tu cabeza no para de proyectar imágenes reconstruidas de todo aquello que podrías llegar a ser si hubieras hecho caso a ese depósito de ideas interiores que no paraban de gritarte, suplicarte, que las dejarás salir, que les dieras forma, que las convirtieses en realidad. Pero elegiste mantenerte en silencio, inmóvil, de brazos cruzados mientras esperabas a ese tren al que subir o a esa oportunidad caída del cielo que nunca llegó a tus brazos.
Entonces, cuéntame ¿Qué has hecho por ti? Pasaste por la vida, o más bien fue la vida la que paso por ti haciéndote olvidar quien eres, que quieres, quien fuiste y quien serás… Si, por supuesto, eres el hijo de, la mujer de tal, el trabajador de aquella multinacional, ese estudiante de la Uned, el vecino de la derecha, uno más. Pero déjame que te cuente, ese no eres tú, ese tan solo es uno más de los roles inamovibles tallados en tu marca personal.
Sin embargo, eres más que un rol, más que una función, podría incluso decirte que eres único, irrepetible, especial. ¿Acaso no me crees? Escucha, si te digo esto, es porque creo en la historia de la evolución. Si no fuera así, si no hubiera la necesidad de que algunos pensamientos caducasen y fueran renovados por otros, no existiría el cambio y aún seguiríamos andando a cuatro patas y haciendo fuego a través de la colisión entre dos piedras.
Por tanto, si es la propia naturaleza la que invita a evolucionar, si estamos configurados genéticamente para que no haya en el mundo dos personas idénticas ¿Por qué te conformaste y decidiste mantenerte en tu zona de confort? ¿Acaso fue el miedo el que te paralizo?
Excusas y más excusas, es la hora, levántate, despierta, mira a tu alrededor. Afortunadamente para ti, ese día final no ha llegado, solo era un mal sueño, hoy no vas a morir. Así que, es el momento de levantar de esa cama y tus cuatro paredes, es el momento de salir de tu zona de confort, de actuar, de dejarte llevar por esas voces que llevan años habitando en tu cabeza. Porque aunque no lo creas, no hay nadie como tú en el universo.
Explórate, navega por tu interior, se el propio capitán de tu vida y da con esa maldita clave. Encuentra la llave que abre las puertas hacia tu sueño y no pierdas más tiempo buscando fuera. La esencia está dentro de ti, te lo aseguro. Todos tenemos un don especial, sí tú, incluso tú. Solo tienes que atreverte, atrévete a caminar por la selva, a lidiar con millones de obstáculos, a caerte y levantarte. No dejes que pase ni un segundo más, tú si estás a tiempo. Alimenta tu mente, aprende, indaga, explora, ejercita tus habilidades y desarróllalas al máximo, hazte ese traje a tu medida y cuando estés preparado sal al mundo y salta con decisión. No tengas miedo, hazte valer, recuerda que tú eres único, irrepetible y capaz. Reclama el sitio que te corresponde y no dejes pasar tu oportunidad.
Las historias no están escritas, el destino no está impuesto y aunque quizás cada día nos exijan más y más, está en tus manos aumentar la probabilidad de éxito futuro.
Photo Credit: Heather West
La entrada Despierta de la vida que has creado y vive la vida que mereces aparece primero en Psicocode.
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