jueves, 21 de abril de 2016

Procrastinación: Lo dejo para mañana

procrastinación

¿Alguna vez, o muchas, tuviste la intención de hacer algo que postergaste indefinidamente? Si la respuesta es afirmativa, puede ser provechoso seguir leyendo.

Procrastinación, palabra que comienza a ser familiar en los últimos tiempos, remite al acto de dilatar, diferir, postergar o suspender tareas de importancia dejándolas para más adelante.

Aplazar o postergar una acción ocasionalmente, no solo es habitual, sino que hasta puede resultar funcional. El problema se presenta cuando esa forma de respuesta a un estímulo se convierte en una constante.

La demora, el retardo, la dificultad para tomar decisiones, afecta el rendimiento. Pero no termina allí el conflicto que provoca, ya que perturba significativamente la relación con los vínculos afectivos. Como este problema perturba tanto a las personas que procrastinan, como a las de su entorno, la calidad de vida se resiente.

La procrastinación ha sido enfocada desde diversas vertientes, principalmente desde la falta de hábito y el nivel de desorganización personal que induce la postergación, pero, ¿por qué pasa?, ¿qué es lo que la provoca?

Las razones del comportamiento de un procrastinador pueden ser muchas y variadas. En numerosas oportunidades suelen ser diferentes respuestas inconscientes que revelan distintos desordenes psicológicos, muchas veces mixtos. En este sentido, la procrastinación podría ser considerada como un síntoma.

TDAH, los trastornos de ansiedad, la depresión, etc. suelen estar asociados a la conducta procrastinadora. Sin embargo, otro gran número de individuos que no sufren una patología determinada también procrastinan.

Una frase popular dice que querer es poder. En una conversación con un procrastinador, este amplió el concepto: para un procrastinador, no sólo está el querer hacer algo. Es mucho más profundo. Es tener la intención, muchas veces preparar las herramientas, concretas o virtuales, y finalmente, no lograr hacerlo.

Cuando uno tiene la oportunidad de escuchar profesionalmente a quienes procrastinan comprende que estas personas sufren mucho. La sensación que subyace es la de estar atrapados en una red, ver y tener la oportunidad de salir y no poder llegar a concretarlo.

Por otra parte, y con seguridad, desde hace mucho tiempo, el procrastinador se resignó a recibir acusaciones y motes descalificativos, lo que le provoca gran aflicción.

¡Sí! El procrastinador sufre. Además, percibe el dolor y el sufrimiento que provoca en quienes le rodean. La autoestima siempre se ve afectada.

Muchas veces manifiesta su sufrimiento con conductas de rebeldía y de enojo. Sufre por no poder, sufre por no complacer, sufre por saberse incomprendido y sufre por sentirse culpable. La culpa es una compañera de vida del procrastinador.

En un lamentable intento por superar esa culpa, se deshace en excusas. Son expertos creadores de pretextos, evasivas y disculpas. Procuran justificarlas como filosofía de vida. Muchas veces las utilizan no solo para argumentar ante los demás, sino también ante sí mismos.

Cuando las excusas son una constante, expresan una forma de vida signada por la inseguridad y la baja autoestima. Se involucran elementos internos dentro de la dinámica de la autoestima: la elevada autocrítica, el temor al fracaso, la imposición del perfeccionismo. Se suman otros condicionantes tales como la indecisión, la desesperanza, el pesimismo, sentimientos de castigo y estados ansiosos.

Queda mucho por investigar, pero tanto las neurociencias como la psicología están en ese camino. Se sabe que el cerebro tiene circuitos y estructuras semejantes a un motor de arranque. Estos circuitos pertenecen y son regidos por estructuras del sistema límbico y ganglios basales. El neurotransmisor involucrado es la dopamina.

Si todo funciona como es esperable, la cognición, la motivación y la iniciativa, fluirán sin inconvenientes. Pero en el caso de que no sea así, la persona puede explicar su motivación, puede puntualizar cómo debería realizar la tarea y describir las herramientas específicas, pero no podría ejecutarla por falta de iniciativa.

Es importante que una persona que se reconoce procrastinadora no justifique su inacción. Por el contrario, puede y debe trabajar para modificar su comportamiento. El procrastinador puede valerse de algunos recursos conductuales que lo ayuden a convivir mejor con esta dificultad.

Federico, un procrastinador dijo:

“La procrastinación es algo que supera la barrera del amor, la voluntad, o la obligación”.

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