Encima de los hombros poseemos una gran herramienta que determinará cómo vamos a vivir nuestra vida. Esta maravillosa herramienta llamada mente está compuesta a su vez por dos mentes: la llamada mente consciente y la llamada mente subconsciente.
Los estudios realizados afirman que la mente consciente supone aproximadamente un 12% del total de nuestra mente, mientras que el 88% restante corresponde a la mente subconsciente.
Para poder entender un poco mejor cómo funciona nuestra mente es importante saber qué funciones tiene cada una de nuestras mentes.
Mente consciente
Es la encargada de razonar de forma lógica. Es la encargada de recordarnos que si no tenemos alas no podemos volar.
Acepta o rechaza a voluntad. Es la que nos permite escoger el menú cuando vamos de restaurante: sí quiero ensalada, no quiero macarrones.
Realiza análisis inteligente basado en conocimientos probados (dos y dos son cuatro), en experiencias sensoriales (el agua moja), deducción (si el agua moja el vino también) y educación (hablar con la boca llena está mal).
Su capacidad de análisis es limitada, ya que no puede ser objetiva por estar influenciada por el inconsciente. Es decir, uno puede saber perfectamente que hablar en público no es peligroso y que no hay motivo para ponerse tan nervioso a tal punto que se cuerpo actúe como si estuviera a diez segundos de saltar al vacío sin paracaídas.
Sin embargo no es capaz de controlar, por muy consciente que sea, la respuesta que da su cuerpo. Y es que el cuerpo está respondiendo al inconsciente.
Mente subconsciente
Controla el sistema nervioso autónomo. Uno no necesita ser consciente de respirar para respirar.
Controla los músculos involuntarios, los órganos y las glándulas. No controlamos conscientemente el latido del corazón, ni sudamos conscientemente cuando las condiciones así lo requieren.
Esta mente, al contrario de la mente consciente, razona analógicamente, es decir, por semejanza. Una mala experiencia durante la niñez en una bañera puede llevarnos a tener miedo a la piscina de adultos. Nuestra mente consciente sabe perfectamente que no es lo mismo una bañera y su cantidad de agua que una inmensa piscina, pero para nuestra mente subconsciente es algo parecido.
Nuestra mente subconsciente codifica y procesa símbolos, o lo que es lo mismo, metáforas. Los sueños no dejan de ser metáforas, símbolos de nuestro subconsciente.
Nuestra mente subconsciente no tiene la capacidad de rechazar. De ahí la frase “No te digas no puedo ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido del humor”, y es totalmente cierta. El subconsciente absorbe, sin juzgar.
¿Quién tiene el poder?
¿No os ha pasado nunca que conocéis a una persona y así sin más no os da buena espina?
No se trata de magia, ni de súper poderes. Y es que nuestra mente subconsciente es capaz de procesar 400 mil millones de bits por segundo, mientras que nuestra mente consciente puede procesar 2000 bits de información por segundo. Así mientras nuestra mente consciente aún está observando nuestra mente subconsciente ya ha detectado patrones no verbales que ha relacionado a la velocidad de la luz con malas intenciones.
Sentimos deseos, miedos inconscientes que pretendemos tapar con excusas conscientes, y es que nos hacemos trampas al solitario.
Para poder llegar a lo que realmente deseamos, tememos o realmente buscamos debemos llegar al fondo de la cuestión, a la raíz de nuestro verdadero problema que, sin duda, se halla escondido en nuestra mente subconsciente.
Los problemas que tenemos, lo que nos ocurre en el día a día no es más que la punta del iceberg de lo que realmente está por debajo, bien escondido, en la mayoría de ocasiones, incluso para nosotros mismos.
La intuición, esas sensaciones extrañas que tenemos, y no sabemos explicar racionalmente, provienen de nuestra mente subconsciente. Teniendo en cuenta la cantidad de información que cada parte de nuestra mente es capaz de procesar mi deducción es que seamos un poco más inconscientes, que hagamos caso a aquello que sentimos de forma ilógica, pues nuestra mente consciente tardaría mucho más en procesar la información para llegar a la conclusión que esta gran parte de nuestra mente ha hecho de manera tan rápida que no hemos sido capaces de comprender.
Empezar a escuchar la parte menos racional de nuestra mente, sin juzgar, sin intentar racionalizarlo, nos lleva a descubrir nuevos mundos y nuevos paradigmas ocultos en nosotros mismos. Y pocas cosas hay más importantes en esta vida que descubrir lo que realmente somos.
Como decía C.G Jung «Lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino»
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