El amor que se siente por un hijo es algo difícil de describir. Es el reflejo de sus padres y la garantía de que habrá un legado. Un linaje. Una herencia que continuará los pasos de sus progenitores, sea cual sea su destino. Queremos lo mejor para nuestros hijos. Queremos que sea un triunfador… aunque a veces nos sobrepasemos en esa misión.
Cada cual es libre de educar y criar a sus hijos según sus ideales y sus costumbres. Es un derecho universal. Aunque a veces, nos encontramos con ciertos estilos educativos que, incluso haciéndose intencionadamente bien, se ve a lo lejos que los resultados no serán nada gratificantes para nadie.
Y sobre algunos de estos estilos hablaremos en este artículo. Vamos a confeccionar un manual de educación para que tu hijo se convierta en un “fracasado”. ¿Listo? Pues vamos con las primeras lecciones.
Lección 1: Cría en la desesperanza y en la mediocridad
Los niños tienen una imaginación desbordante, y absorben como esponjas toda la información que les llega del entorno. No es de extrañar que en sus planteamientos de futuro, sus ideas se vuelvan a veces bizarras y poco realistas.
<<Mamá. Papá. De mayor, quiero ser futbolista, astronauta, piloto de carreras, capitán de barco…>>
Para algunos, es inevitable saltar con una respuesta directa y absoluta: <<Quítate eso de la cabeza. No puedes.>>
Visto de otra forma, nos convertimos en unos matapasiones. No lo hacemos con mala intención. Solo queremos que sea realistas. Y para ello tenemos que bajarles de las nubes, y hacer que pisen suelo firme. La imaginación infantil es un instrumento extraño y casi delirante para muchos adultos.
O como alternativa, también hay otra opción más realista aún. Podemos decidir por nuestros hijos. Ir a lo malo conocido que bueno por conocer. No tener en cuenta las habilidades que nuestros hijos demuestran y empezar a inculcar una decisión de futuro basada ya sea en una decisión segura, o en lo que ese padre o madre de turno siempre deseó, pero no pudo conseguir.
Nuestra intención es buena. Queremos que crezca teniendo contacto con la realidad. Pero lo que realmente hacemos es que aprendan que sus sueños no valen nada. Que sólo son juegos de niños. Que renuncie y se deje guiar por las aspiraciones fracasadas de muchos adultos.
¿Quieres evitarlo? Cría en la esperanza
Que te diga que de mayor quiere ser como Cristiano Ronaldo, es algo descabellado. Ya existe un Cristiano Ronaldo. Pero si crece con esa competitividad, con ese afán de superación, y esa ilusión, triunfará en lo que quiera que se proponga.
Lección 2: Críalos en el miedo
Hay padres que más bien podrían valer para prevención de riesgos laborales. Sin saberlo, crean en su casa la ilusión de una trampa mortal… sin serlo. No podemos encerrar a nuestros hijos en una burbuja. Aunque hay padres que sí lo consiguen. Esa burbuja se llama sobreprotección.
Nuestra intención es proteger a nuestros hijos. Pero lo que realmente estamos haciendo es que no experimenten el mundo por sí mismos. Les estamos contagiando un miedo que no existe y lo van a generalizar a todo. No se atreverán a hacer nada por sí mismos, porque todo puede ser potencialmente peligroso, o necesita de la aprobación de un adulto para poderlo hacer.
¿Consecuencia? El miedo implica una acción inconsciente para que ese miedo se haga realidad. Nuestra mente lo visualiza, nuestra boca lo verbaliza y nuestro hijo lo realiza.
¿Queremos evitarlo? Eduquemos en el riesgo
Podemos crear entornos seguros donde nuestros hijos puedan experimentar por si mismos riesgos sin temor a desgracias mayores. De hecho, es inevitable que los niños se hagan daño. Pueden llegar a ser brutos y poco reflexivos. Tendrán accidentes. Les dolerá y llorarán. Pero siempre podrán contar con el cariño y la atención de sus padres. La próxima vez seguro que tienen más cuidado.
Lección 3: Críalos en la envidia
Las comparaciones son odiosas, y el ser humano es muy aficionado al deporte del critiqueo gratuito. Estos son los dos ingredientes necesarios para educar a tu hijo en la envidia. ¿Cómo es posible?
Fácil. El primer método es no aceptar al chico o a la chica tal y como es, y compararlo constantemente con un familiar cercano. Con su hermano, su primo, ciertos compañeros de colegio… Con estas comparaciones, estamos mandando un mensaje claro: no me gustas tal y como eres.
Puede sonar exagerado, o sacado de contexto. Y volvemos a lo mismo: siempre lo haremos queriendo lo mejor para él, o para ella. Pero pensad por un momento con la lógica de un niño. Recibir constantemente reproches de comportamiento, le hace creer que nadie le quiere como es. Y para ello, debe de compararse como un modelo que, por mucho que se esfuerce, nunca conseguirá igualar. Eso crea frustración y un odio hacia sí mismo que pronto proyectará sobre los demás.
Y por parte del niño o la niña modelo, tampoco lo tiene fácil. Ha crecido con la medalla del hijo o la hija perfectos. Y así deben de mantenerse las tornas… hasta que descubra que siempre habrá alguien mejor que ellos. Aprenderá a odiar a aquellos que considere están por arriba de él o ella, y despreciará a los que estén por debajo.
¿Solución? Acéptalos tal y como son
A todos nos encantaría tener a un hijo perfecto. Pero es TU hijo, o TU hija. No hay nada más tuyo en este planeta que eso. Tendrá mucho que aprender, y eso implicará limitarse en ciertas cosas. Pero no paréis de explorar todos sus potenciales innatos. Los más animados, serán grandes líderes. Y los más tranquilos, grandes estrategas.
La mejor educación: en casa
La mejor educación no se da en los colegios de pago. Empieza en casa. Es preparación para la vida. Es aprendizaje para sobrevivir, para saber llevar una mejor salud psíquica.
“Nuestros antepasados tenían que luchar por su pellejo, nosotros más bien tenemos que luchar para que no se nos vaya la olla.”
En este vídeo te expongo este tema de una manera más dinámica, para que te sea más atractivo compartirlo con los tuyos.
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