Estamos en pleno verano y por ser ésta una época en la que vivimos más relajados, salimos más a la calle y disfrutamos de las vacaciones, resulta muy adecuado escribir sobre autoestima. ¿Por qué? Pues porque en el momento en el que el calor nos obliga a desprendernos de abrigos y prendas de invierno, aparecen muchos de los complejos asociados al físico; o lo que me gusta denominar: la “celulitis mental”.
CELULITIS MENTAL Y AUTOESTIMA:
Como hemos comentado en otros artículos ya, la autoestima depende del autoconcepto (quién y cómo soy yo) y está directamente relacionada con la valoración que hacemos de nosotros mismos (positiva o negativa).
La autoestima descansa sobre distintas áreas de la persona (atributos físicos, intelectuales, personalidad…) pero cada uno de nosotros le otorgamos un peso determinado a cada área. Uno de los grandes errores y que pueden contribuir a dañar nuestra autoestima es centrar ésta en una sola de esas áreas (por ejemplo, basar mi autoestima en mi físico o en una parte de mi físico…) Cuanto más reducida sea el área en la que reposa nuestra sensación de valía personal, más difícil nos resultará mantener alta nuestra autoestima y más fácilmente aparecerá la celulitis mental.
LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS…
Partiendo de la base que nadie es mejor que nadie por ser más listo, más guapo o más simpático, la verdad es que ya desde niños, tendemos a compararnos con los demás. Eso es así. Está en nuestra naturaleza imitar a nuestros semejantes, para aprender de ellos (aprendizaje vicario, que denominamos los psicólogos) y no solo aprendemos conductas sino que copiamos maneras de vestir, cortes de pelo, actitudes… (el mundo de la moda se nutre de ello). Y el paso previo a la imitación es la comparación: me fijo en determinadas cualidades del otro, las comparo con las mías y evalúo cuánto me parezco al modelo de referencia.
Este proceso psicológico puede llevar asociado un sesgo bastante frecuente, y es el de escoger el “modelo equivocado” (aquel al que no podré superar). Por llevar un ejemplo al absurdo, es como si me empeño en tener una talla de 1,90 cuando mido 1,60 y me comparo continuamente con jugadores de baloncesto para determinar lo alto que soy. Lo único que conseguiré, en este ejemplo concreto, es frustrarme y acomplejarme, en cuyo caso tengo 2 opciones:
- Elegir un modelo más cercano a mí para compararme y establecer mis metas de logro/cambio
- Restarle importancia a la cualidad en la que me centro para construir mi autoestima y diversificar ésta en varias cualidades y no solo en una (como hemos dicho antes).
En este post, vamos a ofrecer unos breves consejos que pueden ayudaros a fortalecer vuestra autoestima y libraros de esa celulitis mental tan innecesaria como molesta.
Consejo 1: RELATIVIZAR ES DE SABIOS
Casi por inercia otorgamos gran importancia a la opinión que creemos que los demás tienen de nosotros. Al “qué pensarán de mí” o “qué dirán cuando vean mis lorzas al sol”. Pero vamos a reflexionar un momento… ¿en qué medida te afecta realmente o influye en tu vida el hecho de que tu vecino del 5º piense que no tienes una talla de modelo de revista? ¿Serías más feliz si pensara que eres la mujer 10? ¿Realmente lo crees? La opinión de los demás tiene la importancia que le queramos dar, ni más ni menos.
Consejo 2: CÉNTRATE EN TUS CUALIDADES
Nadie está exento de defectos. Pero como bien dice un anuncio “lo que alguien considera un defecto tuyo otro lo puede percibir como una virtud”. Y a parte de eso, no hay defectos o virtudes absolutas; me explico: ser agresivo te perjudica en la mayoría de los ámbitos de la vida pero en algunas profesiones y deportes es necesario para triunfar. Ser extrovertido está muy bien para las relaciones sociales pero en algunos momentos delicados lo más acertado es adoptar una actitud reservada. Así pues, para mejorar nuestra autoestima, lo ideal es centrarnos en las cualidades que tenemos (búscalas, siempre las hay) y si sólo vemos defectos, convertirlos en virtudes.
¿Qué puede pasar, en el peor de los casos, en los que al ponerme el bikini me asome un michelín? ¿Que alguien me mire? ¿Que piensen: “mira el michelín de Pepita”…? ¿Que quiera que se me trague la tierra? Bueno… si eso ocurriera ¿es TAN grave realmente? ¿qué trascendencia puede tener en mi vida ese acontecimiento? ¿Mi michelín me define? ¿Valgo menos por tener un michelín?
La celulitis mental nace de la vergüenza y cuando la sentimos, lo ideal es afrontar la situación, y ver que pasa. Siempre (os lo aseguro) la consecuencia es mucho más liviana de lo que habíamos anticipado.
Consejo 4: SI NECESITAS UN CAMBIO… HAZLO
Hay personas que se quedan estancadas en el deseo de cambio pero no se mueven hacia el mismo. No hacen nada por lograr ese cambio. Y permanecen bloqueados e insatisfechos. Por ejemplo, si esa celulitis (no la mental) instalada en nuestros glúteos nos resulta realmente molesta y nos la queremos quitar de encima de una vez por todas ¿podemos hacer algo al respecto? Pues claro que sí, podemos informarnos acerca de cómo eliminar la celulitis en internet o consultar otras fuentes (endocrinos, dietistas, nutricionistas…). Podemos mejorar nuestros hábitos alimenticios o empezar a hacer ejercicio.
En definitiva, querer cambiar es muy lícito pero querer hacerlo por motivos sesgados entraña cierto riesgo.
Debemos asumir la siguiente realidad: YO NO SOY PERFECTO
El sentido del humor y la resiliencia son nuestros mejores aliados contra la celulitis mental. Si hay algo que no me gusta pero NO PUEDO CAMBIAR, puedo aprender a reírme de ello y buscarle las ventajas y aspectos positivos ¿te atreves?. Pues de lo contrario ¿de qué me serviría lamentarme el resto de mi vida?
La entrada Cómo eliminar la celulitis mental: 5 consejos aparece primero en WebPsicólogos.
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