Un “debo” es una exigencia irrealista, una imposición propia pero que es la consecuencia de aprendizajes socio-culturales que hemos asimilado.
Un “debo” genera malestar psicológico, frustraciones innecesarias, culpas excesivas y disfunciones en la relaciones con los otros y con uno mismo.
Gracias a los “debos” somos seres más predecibles y controlables. Si tengo muchos “debos”, me ajusto a lo que se espera de mí, no me salgo del guión (guión que otros, y no yo, han escrito), y no daré “problemas”. Mi único problema quizá sea… mi ausencia de felicidad.
Existen muchos, muchísimos “debos” en nuestra sociedad… En ti. Localizarlos nos sirve para darnos cuenta y, a través de esa toma de conciencia, redirigir nuestra conducta desde lo que se espera de nosotros, hacia lo que espero de mí, para sentirme bien conmigo y con los otros.
No debes continuar leyendo este artículo si no quieres, pero… A mí no me parece un mal plan. ¿Y a ti?
Éstos son los 7 Debos Capitales:
Debo ser productivo
La prioridad según este “debo” es trabajar siempre en algo que sea útil, que dé frutos. Según este “debo”, descansar es de vagos, divertirse de irresponsables. ¿Conocéis a gente que tiene la sensación de que si no hace algo productivo está perdiendo el tiempo?
¿Os sentís vosotros mismos identificados con esto? Este “debo” genera estrés, porque te obliga a estar todo el tiempo haciendo algo, y depresión, porque cuando haces algo que te gusta pero que es totalmente infértil, no lo aprecias, no lo disfrutas. Y te das cuenta. Y te sientes mal.
Debo hacerlo todo bien
La opresión del “Todobienismo”. Todo lo que me proponga ha de salir bien, he de ser una persona exitosa y todo un ejemplo a seguir. Por supuesto, nunca he de meter la pata ni hacer daño a los demás.
Este “debo” genera autoexigencia excesiva y obsesión por la perfección, y por ende, problemas de autoestima. Si mis metas son siempre tan altas que rara vez llego, fácilmente me sentiré pequeño por ello. El fracaso se tiende a dramatizar u “horribilizar”.
Debo decir que sí
No puedo fallar a los demás, eso es lo que me dice este “debo”. Si lo hago, decepcionaré enormemente y dejaré de gustar. Este “debo” por lo tanto es consecuencia de una necesidad irreal de aprobación de los demás.
Acarrea problemas de autoestima, vacío existencial, intolerancia a la soledad y dependencia emocional. Y estrés, mucho estrés, porque es muy cargante tratar siempre de no decepcionar. Manifestaciones típicas de este “debo” son: debo de acudir a la cita, debo cuidar de mis padres, debo aceptar lo que me proponen.
Debo ser atractivo/a
Debo ser delgada, debo ser musculoso, debo vestir como los demás… Los cánones de belleza son dictados por la moda y la publicidad. Y si no cumplo con esos dictados… ¿debo sentirme mal por ello? Este “debo” genera frustración, problemas de autoestima, y deriva en último término en trastornos de la alimentación, como la anorexia y la bulimia, o en adicciones, como el llamado “culto al cuerpo” (la vigorexia) o adicción a las compras para estar continuamente cambiando la ropa del armario.
Debo ser fuerte
No se me está permitido derrumbarme, y mucho menos apoyarme en los demás. La gente que se rinde, la gente que pide ayuda o que va al psicólogo, son débiles, y he de esforzarme todo lo posible por no parecerme a ellos. Este “debo” es una presión psicológica constante cuyo fin es ocultar una realidad inherente a la propia esencia del ser humano: somos seres vulnerables.
Es uno de los más dañinos, porque provoca la represión de emociones y, paradójicamente, por querer aparentar fortaleza, son estas emociones las que se hacen fuertes dentro de nosotros. También impide la búsqueda de apoyo social, que es vital para la solución de muchos de nuestros problemas.
El mundo debe ser justo conmigo
El único de los 7 Debos que es externo (aunque ya digo, hay más: no están todos los que son, pero son todos los que están). Si me porto bien, si soy buena persona, si pago mis impuestos, ¿por qué me pasan cosas malas?
Hay una frase que es: “Pensar que el mundo debe ser justo contigo porque eres buena persona es como creer que un león no te comerá por ser vegetariano”. Este “debo” hace que dramaticemos ante la adversidad y merma, por tanto, nuestra capacidad de resiliencia.
Debo ser feliz siempre
En todo momento, bajo cualquier circunstancia. Si no me divierto, o sufro emociones difíciles, significa que algo no marcha bien en mi vida. Una expectativa completamente irreal ya que la tristeza, el miedo, la ira o la vergüenza son emociones naturales, normales, forman parte del mismo proceso de la vida, y al igual que la felicidad, son transitorias.
Este “debo” hace que también dramaticemos, esta vez sobre nuestro propio sentir, y que fácilmente un estado de tristeza derive en uno de depresión, o un estado de inquietud derive en uno de ansiedad. Siempre digo que: no habrá ser más infeliz, que aquél que pretenda ser feliz siempre.
Como ya mencioné, conocer estos “debos” y saber de qué manera nos hacen daño, nos ayudan a deshacernos de ellos, para…
- Disfrutar más de tu tiempo.
- No condicionar tu felicidad a hacer las cosas bien o a actuar correctamente.
- Decirte que sí a ti mismo a través de los “no”.
- Aceptar tu cuerpo.
- Dejarte caer… para poder levantarte.
- Aceptar la parte injusta de la vida.
- Y sentirte feliz… aunque sepas que no siempre lo eres ni siempre lo serás.
Aunque claro… ¿quién soy yo para decirte lo que debes hacer? Trata de ser feliz intentando no hacer infeliz al resto y… ¡haciendo lo que te dé la gana!
Un abrazo.
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